"El presidente Joe Biden, el primer ministro Benjamin Netanyahu y su operativo clave en la Casa Blanca, el consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan, subestimaron sin remedio el rápido acto reflejo del presidente electo Donald Trump para echar por tierra su demoníaco complot de iniciar una guerra con Irán atacando sus instalaciones nucleares justo antes de la toma de posesión del nuevo presidente.
Trump se puso en guardia ante la «posibilidad real» de que el equipo de Biden pudiera crear una coartada para atacar a Irán y desencadenar una guerra regional en la fase final del traspaso de poderes que le metiera en un atolladero y pudiera hacer descarrilar las estrategias de política exterior de su administración en su conjunto.
La cuestión es que es en Asia Occidental donde la presidencia de Trump se ve amenazada por el espectro de un atolladero de política exterior y militar, no en Eurasia ni en Asia-Pacífico, por mucho que haya mucho en juego también en esos dos escenarios. Porque, ¡la seguridad de Israel también tiene que ver con la política interior estadounidense!
De hecho, Trump se mostró tranquilo y se guardó sus pensamientos para sí mismo. Incluso dio rienda suelta a la grandilocuencia de Netanyahu para proyectar que tenía una ecuación especial con Trump y que éste había planeado enfrentarse militarmente a Irán.
La elección por Trump de Steve Witkoff, judío, como su enviado especial para Asia Occidental, pasó relativamente desapercibida. Witkoff es un recién llegado político desconocido en el equipo entrante de Trump, pero puede significar la marginación de Jared Kushner y el entierro de los Acuerdos de Abraham.
Ciertamente, Witkoff, un multimillonario hecho a sí mismo (hijo de un fabricante de abrigos de señora en Nueva York), es una elección interesante porque no tiene experiencia previa en diplomacia internacional y su pericia radica en demoler propiedades que han superado su utilidad y levantar nuevos edificios y obtener enormes beneficios con ello, es decir, un promotor inmobiliario e inversor neoyorquino como el propio Trump. Trump conoce sus duras dotes negociadoras, su tenacidad para romper muros de hormigón y cerrar tratos, y crear diseños innovadores en condiciones difíciles.
Trump vio en Witkoff al hombre idóneo para frogmarch [arrastrar por la fuerza] a Netanyahu. Era una situación hecha a medida, ya que Trump estaba decidido a no heredar el catastrófico estancamiento en Asia Occidental que Biden estaba dejando tras de sí aliado con Netanyahu, con la influencia y el prestigio estadounidenses por los suelos a nivel regional y la reputación de Israel irremediablemente dañada a nivel internacional.
Witkoff se apresuró a volar a Tel Aviv para transmitir a Netanyahu el sorprendente mensaje de que Trump quería un acuerdo en Gaza para cuando tomara posesión del cargo. Poco después, la semana pasada, el Canal 12 de Israel publicó la noticia de que Trump había enviado un mensaje a funcionarios de Tel Aviv en el que instaba a Israel a evitar cualquier escalada «innecesaria» y a abstenerse de hacer declaraciones que pudieran provocar conflictos regionales, especialmente durante el periodo de transición previo al inicio de su mandato.
Channel 12 añadió que «los ayudantes de Trump informaron a los funcionarios israelíes que la administración estadounidense entrante tiene como objetivo lograr la estabilidad en Oriente Medio, centrándose en fomentar la “paz” entre Israel y Líbano y mantener el alto el fuego en curso».
El informe continúa diciendo: «En sus conversaciones con funcionarios israelíes, Trump hizo hincapié en que no tenía intención de participar en nuevas guerras durante los primeros días de su presidencia, ya que tiene la intención de dar prioridad a abordar los problemas internos de Estados Unidos.»
Obviamente, Trump intuyó que Netanyahu estaba orquestando un escenario apocalíptico para forzarle a actuar en un momento en el que Teherán había estado señalando repetidamente que no tenía intención alguna de proseguir con un programa de armamento nuclear y ha prometido hacer de 2025 el año en el que la cuestión nuclear iraní pueda resolverse con Occidente. El propio presidente Masoud Pezeshkian ha hecho esta promesa junto con una oferta para negociar con Estados Unidos. (Véase una fascinante entrevista del ex primer ministro israelí Ehud Barak con Politico).
Mientras tanto, una poderosa voz neoconservadora también apareció dando racionalización a los planes israelíes para empujar a Trump hacia el camino de la guerra. Esto vino en la forma de un ensayo en la revista Foreign Affairs que apareció el 6 de enero escrito por nada menos que Richard Haas en el Consejo de Relaciones Exteriores.
Haas es una figura prominente en el establishment de la política exterior de Estados Unidos y su artículo titulado La oportunidad de Irán tenía como objetivo impulsar la opinión en contra de que Trump se aventurara a cualquier avance con Irán como lo había hecho con Corea del Norte en su primer mandato. Haas estaba transmitiendo la señal israelí.
Sustancialmente, el artículo de Haas fue una gran decepción, un refrito de las fantasías y falsedades que han guiado la política de Washington hacia Irán durante las últimas cuatro décadas. Y lo que es más importante, sin pruebas empíricas que respalden el argumento, insistió en que Irán es hoy una potencia muy disminuida tras la toma del poder en Siria por grupos islamistas, y que se ha abierto una ventana de oportunidad para ajustar cuentas con Teherán. En resumen, Haas reprodujo literalmente la narrativa israelí bajo su firma, un engaño intencionado que no da crédito a su reputación.
Sin embargo, a Trump no le gustó que Netanyahu le acosara. Trump recuerda cómo Netanyahu le llevó por el sendero del jardín para ordenar el asesinato del general iraní de alto rango Qassem Soleimani y luego él mismo se escabulló en el último minuto. (Curiosamente, Pezeshkian dijo a NBC News en una entrevista la semana pasada que Teherán nunca emitió ninguna fatwa contra Trump a cuenta de la muerte de Soleimani).
Trump no se dejó tomar el pelo por Netanyahu y publicó explícitamente en Truth Special un duro comentario sobre Netanyahu («profundo y oscuro hijo de puta») realizado por el pensador estratégico estadounidense Prof. Jeffrey Sachs en la Universidad de Columbia en un acto de una hora organizado por la Unión de Cambridge en el Reino Unido el mes pasado.
https://www.youtube.com/watch? [el vídeo de Sachs]
Sachs hizo abundantes referencias al papel fundamental de Israel en el desencadenamiento de guerras regionales y lanzó una alerta roja a la administración estadounidense entrante de que Netanyahu está de nuevo en marcha -esta vez, para iniciar una guerra con Irán- y Trump no debería caer en esa trampa.
No hay duda de que el último acuerdo de Gaza fue literalmente empujado por la garganta de Netanyahu por Witkoff. Según informes israelíes, Witkoff llamó a la oficina de Netanyahu desde Doha, donde estaba acampado, para buscar una reunión en Tel Aviv el fin de semana pasado, pero sólo para que le dijeran que el viernes era la hora del Sabbat judío. Witkoff utilizó un improperio y convocó a Netanyahu a una reunión. A lo que, por supuesto, Netanyahu accedió. Por cierto, la aprobación formal del gabinete israelí para el acuerdo de Gaza ya estaba disponible 24 horas después.
Ahora, Witkoff, con la aprobación de Trump, por supuesto, «planea ser una presencia casi constante en la región en un intento de evitar que el acuerdo se deshaga» y está considerando una visita a la Franja de Gaza «como parte de sus esfuerzos para mantener un acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás en la pista, de acuerdo con un funcionario de transición con conocimiento directo del proceso de alto el fuego.» (aquí)
Trump puede estar mirando más allá del acuerdo de Gaza. La respuesta positiva de Teherán y de las capitales árabes (así como el abrumador apoyo internacional) suponen un estímulo para que Trump siga adelante. Trump comprende que Asia Occidental se ha transformado hasta quedar irreconocible desde que dejó el cargo y el acercamiento Irán-Saudí y el consiguiente cambio histórico en la estrategia saudí es una plantilla crucial. (Véase un sugerente artículo en Foreign Affairs, The Saudi Solution? Cómo los lazos de Riad con Estados Unidos, Irán e Israel podrían fomentar la estabilidad)
La gran pregunta es hasta dónde llegará Trump para torcer el arco de
la historia; en concreto, ¿se comprometerá con Teherán? No cabe duda de
que hay canales de comunicación en marcha, como la reunión
del 11 de noviembre entre Elon Musk, estrecho asesor de Trump, y el
embajador de Irán ante la ONU. Existen todo tipo de posibilidades."
(
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