"Economista experto en China, Pedro Barragán acaba de publicar ‘Por qué China va ganando’ (El Garaje Ediciones), un libro en el que analiza la guerra comercial entre el gigante asiático y los Estados Unidos. Su pronóstico es claro: Trump perderá.
Pedro Barragán (Logroño, 1954) tiene una pasión: China, país al que ha dedicado años de estudio. Su conocimiento del gigante asiático y de su economía es casi enciclopédico y lo demuestra, por ejemplo, en Público, donde mantiene una columna de opinión centrada precisamente en China.
Ahora Barragán vuelca todo ese conocimiento en el libro que acaba de publicar hace apenas unas semanas, Por qué China va ganando (El Garaje Ediciones). Una obra oportuna, porque se publica en pleno apogeo de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Barragán aporta claves interesantes para entender cómo son las relaciones económicas entre los dos países llamados a dominar el mundo en el siglo XXI.
Dice usted que China va ganando. ¿A qué se refiere exactamente?
China está ganando en empoderar a su población. Todo el progreso económico de China se ha convertido en un círculo virtuoso que revierte en la sociedad. Actualmente, China presenta los mejores niveles de educación y formación del mundo, muy por encima de la Unión Europea. Lo mismo podemos decir de la sanidad o del espectacular crecimiento de la esperanza de vida, terreno en el que ya ha aventajado a Estados Unidos. Hay, obviamente un matiz importante: la renta pér cápita de Estados Unidos es mucho mayor que la de China; a fin de cuentas, los chinos son 1.400 millones.
¿Y va a ganar la guerra que le ha declarado Trump?
Yo diría que sí. China está tomando ventaja en esa guerra económica, sobre todo en la tecnológica.
¿El próximo campo de batalla van a ser las llamadas tierras raras y la lucha por los minerales para fabricar los microchips?
China es el líder mundial en las tierras raras, pero sobre todo es líder en la tecnología de extracción y recuperación de los minerales. Al contrario de lo que pueden pensar muchos, China no ha querido utilizar nunca las tierras raras como elemento de predominio político o económico sobre el resto del mundo. China no mira al año que viene o a las próximas elecciones: China mira al año 2050. Yo no creo que el Gobierno chino vaya a hacer un uso supremacista de las tierras raras ni de cualquier otro dominio tecnológico como ha hecho Occidente contra ellos.
Hasta la llegada de Trump al poder, mucha gente pensaba que la relación entre Estados Unidos y China no era tan tensa.
A ojos de Estados Unidos, China tiene tres defectos insalvables: es comunista, no es anglosajona y tampoco es cristiana. Pese a ello, en los últimos 25 años la relación entre los dos países ha sido buena hasta que ha dejado de serlo. El desarrollo económico de China se ha basado en buena medida en inversiones de las empresas norteamericanas que se han instalado allí, sobre todo a partir del año 2000. Por otra parte, China ha reinvertido buena parte de sus beneficios en deuda pública de Estados Unidos, con lo que ha ayudado a financiar a la economía estadounidense. Había un círculo de amistad entre los dos países y se ha roto.
¿Por qué se ha roto ese círculo de amistad?
Esa relación de amistad empezó a cambiar hace cuatro o cinco años y se rompe porque la economía China ha adelantado a la norteamericana. Eso es todo. Para darnos cuenta de lo que digo, basta este dato: en el año 2000, la economía de Estados Unidos representaba el 19,8% del PIB mundial, mientras que China apenas alcanzaba el 6,4%; el año pasado, en 2024, Estados Unidos ya solo aportaba el 14,7% de la economía mundial y China ya suponía el 19,1%. Este sorpasso es insoportable para el supremacismo estadounidense. Ahí está el origen de la guerra comercial y de la guerra tecnológica.
¿La relación entre China y Estados Unidos sería mejor si no estuviera Donald Trump?
Biden ha sido mucho más duro contra China que Trump. Mucho más. Biden hasta consiguió poner a Europa en contra de China. Trump está siguiendo esa política de Biden y la ha acrecentado con su guerra arancelaria pero a costa de provocar un cisma en Occidente.
¿Qué puede hacer Estados Unidos frente al poderío chino?
Hay algo en lo que Estados Unidos lleva una gran ventaja: el llamado soft power, es decir, todo lo relacionado con la cultura. Estados Unidos domina el relato y su cultura se expande por el mundo. Su influencia es enorme. A China le quedan décadas para dar la vuelta a la hegemonía de Estados Unidos en el terreno cultural y de los medios de comunicación. Sin embargo, también creo que algo ha empezado a cambiar: en mi opinión, China ha abierto un camino totalmente nuevo a todo el sur global.
¿Qué camino es ese?
China ha abierto una brecha en el discurso neoliberal, ha sabido dejar atrás todas esas recetas neoliberales del Fondo Monetario Internacional que no han producido más que miseria y pobreza para los trabajadores de Sudamérica y de África. Los países del sur global se han empoderado y se han mostrado capaces de tomar un camino económico propio siguiendo esa estela.
Todos los expertos señalan que una de las claves del llamado «milagro económico chino» es que ha sabido mantener la cohesión social.
China muestra unos niveles de cohesión social superiores a Estados Unidos y Europa, efectivamente. Para mí hay una clave muy importante en este sentido: el confucianismo, la filosofía ética y social basada en las enseñanzas de Confucio, marca la forma de pensar, de sentir y de razonar en la cultura china. El confucianismo es una filosofía que apuesta por la idea de comunidad y pone al conjunto de la sociedad en el centro de su pensamiento. Eso desde luego potencia la cohesión social y ese círculo virtuoso que ha permitido a cientos de millones de personas salir de la pobreza extrema en muy pocos años. Eso sí que es es una auténtica revolución económica.
¿Qué papel ha desempeñado el Partido Comunista de China en esa revolución económica?
El desarrollo económico que ha tenido China no habría sido posible sin el impulso del Partido Comunista. Hay dos claves que explican su éxito: la primera es que el Partido Comunista ha tenido una visión a largo plazo y la segunda es que ha sido capaz de revertir hacia la población los beneficios del progreso económico. Además, ese beneficio que se ha trasladado a la sociedad no se ha traducido en un consumismo desaforado, sino que ha revertido en la educación, la formación y el desarrollo de las políticas sociales.
¿Hubiera sido posible el mismo milagro económico en China con una democracia de corte liberal?
En China ya existe algo parecido a una democracia de corte liberal. Existen nueve partidos políticos con representación parlamentaria que presentan candidatos y hay tres millones y medio de diputados en las asambleas populares. Todas las personas se pueden presentar a las elecciones y la Constitución regula o define qué es la democracia.
Evidentemente, el partido mayoritario que tiene el control político del país es el Partido Comunista. Ha cometido grandes errores, pero también ha sabido aprender de ellos. China no salió de la pobreza a la primera, ni siquiera a la segunda, pero la capacidad de aprender de los errores y la fuerza de seguir adelante es lo que ha aportado el Partido Comunista a la sociedad china.
¿Hay mucho prejuicio sobre China por parte de Estados Unidos y Europa?
Totalmente. Hay un prejuicio occidental y una campaña sistemática de desprestigio, sobre todo desde Estados Unidos, basada en bulos y noticias tendenciosas. Entre ellas, por ejemplo, el de la explotación de la clase obrera. Eso es un mito: según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), China es el país del mundo donde más han crecido los salarios desde 2010. Por poner otro ejemplo: en China los hombres se jubilan a los 60 años y las mujeres se jubilan a los 50 si desarrollan trabajos manuales y a los 55 si trabajan en oficinas.
Sin embargo, aún persiste esa idea de que los derechos laborales en China son casi inexistentes.
Es verdad que antes China era un país que importaba componentes, los ensamblaba con mano de obra barata y los exportaba. Eso ha pasado a la historia. China hoy es un fabricante de productos semifabricados que se ensamblan en otros países del mundo, como México o Vietnam. China ha desarrollado una producción tecnológica de alta calidad, aunque aquí sigamos teniendo la imagen de los bazares gestionados por chinos.
Supongo que no todo será un camino de rosas. ¿A qué dificultades se enfrenta la economía china?
China es muy grande y exhibe ese poderío tecnológico y económico en permanente crecimiento, pero todavía es un país en desarrollo. La sociedad aún está cambiando. Un 22% de la población activa trabaja en el sector primario, en la agricultura fundamentalmente. Para que China tenga un nivel de urbanización similar al de España, aún tiene que mover unos 200 o 300 millones de personas del campo a la ciudad."
(Entrevista a Pedro Barragán, Gaceta Crítica, 14/07/25)
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