17.8.25

¿Qué ha salido de la cumbre de Alaska entre Trump y Putin? Trump vuelve a dar la razón a quienes se refieren a él como TACO- Trump Always Chickens Out/Trump siempre se acobarda-, con actuaciones en las que comienza lanzando proclamas y amenazas grandilocuentes para luego achicarse cuando enfrente tiene a un interlocutor que no se deja amilanar (sea Xi o Putin)... por muchos comunicados y declaraciones que hagan los Veintisiete, son ya muchas las señales que dejan claro que, en un rancio ejercicio de imperialismo, Washington y Moscú están decididos a seguir su propio camino. Tanto Trump- convencido de que tanto Kiev como Bruselas no tienen más remedio que agachar la cabeza ante su dictado, como Putin, entienden que, en su intento por normalizar sus relaciones bilaterales, Ucrania empieza a ser ya un asunto menor... mientras Zelenski se encamina ya hacia Washington- más para recibir instrucciones bajo amenaza que para perfilar conjuntamente una agenda de negociaciones para la paz-, la representación teatral continúa... Trump, en línea con las pretensiones de Moscú, propone por un lado, la retirada completa e inmediata de todas las unidades ucranianas de la totalidad de Donetsk y Lugansk- actualmente aún conservan el 25% del segundo oblast-, lo que supondría asimismo desmantelar las líneas de fortaleza defensiva, dejando el paso franco a las tropas rusas invasoras. Y, por otro, ofrece la congelación del frente en los oblasts de Jersón y Zaporiyia, a la espera de lo que puedan deparar futuras negociaciones. ¿Dónde está el intercambio, si los cuatro oblasts son estrictamente suelo ucraniano? Los ucranianos, entretanto, siguen sufriendo (Jesús A. Núñez)

 "En función de lo que de momento se conoce sobre los resultados del encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin, en Alaska, es muy improbable que algún día se pueda decir que aquí se crearon las bases para una verdadera paz en Ucrania. En todo caso, ya es posible extraer algunos apuntes, escasamente positivos, sobre lo que ha deparado la cita:

Si se tiene en cuenta que el propio Trump había manifestado previamente que no estaría satisfecho si la cumbre no servía para anunciar un cese de hostilidades, es inmediato concluir que la reunión no ha cumplido las expectativas que él mismo había creado. Eso no quiere decir que en el caso de que se hubiera anunciado algún tipo de alto el fuego hubiera que lanzar las campanas al vuelo. Lo más probable es que hubiera sido un pacto en contra de los intereses nacionales de Ucrania, lo que habría obligado a Volodímir Zelenski a rechazarlo frontalmente. De ese modo, el tándem ruso-estadounidense habría logrado pasar por amante de la paz, cuando en realidad estarían rompiendo un país al más puro estilo imperialista, mientras que Zelenski, reacio como cualquier ucraniano a renunciar a la integridad territorial de su país, habría quedado retratado como un belicista empedernido.

Recordemos que el terreno que ha ido preparando Trump, en línea con las pretensiones de Moscú, dibuja un panorama que, pervirtiendo el lenguaje, incluso pretende hacer pasar la entrega definitiva a Rusia de los cuatro oblasts en los que ya tiene desplegadas la mayor parte de sus tropas (aunque no controla ninguno de ellos en su totalidad) por un supuesto “intercambio” de territorios. Una propuesta que, por un lado, exige la retirada completa e inmediata de todas las unidades ucranianas de la totalidad de Donetsk y Lugansk- actualmente aún conservan el 25% del segundo oblast-, lo que supondría asimismo desmantelar las líneas de fortaleza defensiva, dejando el paso franco a las tropas rusas invasoras. Y, por otro, ofrece la congelación del frente en los oblasts de Jersón y Zaporiyia, a la espera de lo que puedan deparar futuras negociaciones. ¿Dónde está el intercambio, si los cuatro oblasts son estrictamente suelo ucraniano?

Por si todavía quedaba alguna duda, resulta claro que ni Zelenski ni la Unión Europea tienen asiento a la mesa. El propio Trump especulaba falsamente con la posibilidad de que finalmente Zelenski se añadiera a la reunión en Anchorage, sabiendo que era bien evidente que Putin no estaba dispuesto a permitirlo. Y solo quienes prefieren seguir soñando despiertos pueden creer que las llamadas de Trump, a posteriori, al presidente ucraniano y a algunos mandatarios europeos son algo más que meros gestos para la galería. A estas alturas, por muchos comunicados y declaraciones que hagan los Veintisiete, son ya muchas las señales que dejan claro que, en un rancio ejercicio de imperialismo, Washington y Moscú están decididos a seguir su propio camino. Tanto Trump- convencido de que tanto Kiev como Bruselas no tienen más remedio que agachar la cabeza ante su dictado- como Putin- que sigue comprobando que puede mantener el pulso militar sin tener que renunciar a ninguna de sus exigencias maximalistas- entienden que, en su intento por normalizar sus relaciones bilaterales, Ucrania empieza a ser ya un asunto menor.

Si en el fondo no ha habido nada destacable que reseñar, en las formas y en las imágenes que ambos líderes han transmitido al mundo Putin sale mucho más favorecido. A pesar de ser un paria internacional ha logrado sumar un nuevo desplante a la Corte Penal Internacional que, en marzo de 2023, emitió una orden de detención contra él por considerarlo responsable de crímenes de guerra en Ucrania. Su encuentro personal con Trump le permite aparecer como el representante de un país que pretende ser visto como una superpotencia, colocando a Rusia como el tercer actor a considerar en pie de igualdad, junto a China y al propio Estados Unidos. Por su parte, Trump vuelve a dar la razón a quienes se refieren a él como TACO- Trump Always Chickens Out/Trump siempre se acobarda-, con actuaciones en las que comienza lanzando proclamas y amenazas grandilocuentes para luego achicarse cuando enfrente tiene a un interlocutor que no se deja amilanar (sea Xi o Putin).

A partir de aquí, y mientras Zelenski se encamina ya hacia Washington- más para recibir instrucciones bajo amenaza que para perfilar conjuntamente una agenda de negociaciones para la paz-, la representación teatral continúa. Una representación en la que Trump pretende convencer al mundo de que gracias a sus desvelos se están produciendo “grandes avances” que nunca logra enumerar, mientras Putin perfecciona su capacidad para moverse con la ambigüedad suficiente para aparentar voluntad de diálogo al tiempo que sigue masacrando a los ucranianos. Los demás, UE incluida, respiran momentáneamente aliviados porque en Alaska no se ha decidido nada que ponga aún más en riesgo su seguridad y que haga más visible su creciente irrelevancia. Los ucranianos, entretanto, siguen sufriendo." 

(Jesús A. Núñez , eldiario.es, 16/08/25)

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