"Con ocasión de la reciente publicación de la Estrategia Nacional contra el Crimen Organizado y Delincuencia Grave, me preguntaba cómo ha evolucionado la criminalidad organizada y si podemos calificarla de 'amenaza híbrida'. En un período que jamás habríamos imaginado, con un conflicto bélico devastador en territorio europeo, que se prolonga de forma inaceptable, hemos escuchado en infinidad de ocasiones cómo los Estados tienen que adaptar sus estrategias de defensa y seguridad a las llamadas 'amenazas híbridas'.
Sobre esta noción la mayoría de las definiciones privilegian la identificación de riesgos y amenazas susceptibles de afectar la seguridad nacional. Se perfilan como una combinación de actividades hostiles que alternan el empleo de medios convencionales con otros que se alejan de ellos, que ponen en marcha tanto agentes estatales como no estatales, y que comparten un objetivo: desestabilizar las sociedades generando un nivel de incertidumbre que dificulte la toma de decisiones para su beneficio estratégico o económico.
Como afirma la Estrategia Nacional «las redes criminales operan, cada vez más, como intermediarios al servicio de actores de amenazas híbridas, siendo éste también un desafío, no sólo para la seguridad pública, sino afectando también a los propios cimientos de las instituciones y la sociedad». Así, el uso de la fuerza en muchas ocasiones viene acompañado de campañas encaminadas a socavar la institucionalidad y sembrar el desconcierto en la opinión pública. Las organizaciones criminales, señala la Estrategia, utilizan los llamados «'deepfakes' para crear contenidos falsos, incluso generando campañas de desinformación de gran precisión, y a mayor escala representa un desafío significativo para todas las instituciones».
¿Podemos entonces hablar de delincuencia organizada como amenaza híbrida? Al hablar de criminalidad organizada creo que nos encontramos ante lo que Von Clausewitz denominaba «niebla de la guerra», como «el reino de la incertidumbre, donde las tres cuartas partes de los factores en que se basan las acciones bélicas están envueltas en una niebla de mayor o menor incertidumbre». Una incertidumbre que no disminuye por el hecho de que dispongamos de más datos o más información, en particular cuando esa información se presenta de forma sesgada y, en muchos casos, responde a intereses muy discutibles (¿a quién beneficia?: 'cui prodest').
No pretendo comparar la criminalidad organizada con un escenario bélico; la llamada «guerra contra las drogas» ha causado muchas consecuencias indeseables. Ahora bien, la delincuencia organizada, caracterizada por su flexibilidad y capacidad de adaptación constante para optimizar sus acciones, genera un significativo grado de incertidumbre que dificulta la respuesta que ofrecemos.
Frente a la violencia de muchos grupos criminales en Latinoamérica, en Europa estos entramados habían mantenido un perfil bajo, encaminado exclusivamente a obtener beneficios sin recurrir a la violencia. ¿Por qué entonces las organizaciones criminales desde hace unos años se alejan en Europa de sus métodos convencionales, con el riesgo de 'mexicanización' en palabras del Ministro del Interior francés?
Esta evolución responde a la lucha despiadada por el territorio y a la feroz competencia en el mercado ilegal en el que, sí, operan las dinámicas de oferta y demanda, pero en el que operan otros factores como la presión policial que estas organizaciones deben sortear. El incremento de la violencia también obedece a su anhelo de ocupar espacios que corresponden al Estado, que conduce a estas redes criminales a desafiar a las instituciones cuando no directamente a penetrar en ellas: tan alarmante y peligrosa resulta la corrupción de un cargo público como la de quien trabaja en un puerto o el blanqueo de capitales que comete un abogado para una organización criminal, en episodios que ya no son hechos aislados.
Junto al incremento de la violencia, también advertimos otro fenómeno más sutil que permite calificar la delincuencia organizada como amenaza híbrida. Me refiero al recurso a la desinformación, con la proliferación de noticias falsas que responden a un interés espurio.
Ante este escenario, para responder eficazmente a estas amenazas híbridas, más sutiles o más brutales, la información veraz, responsable, crítica cuando corresponda, es una herramienta imprescindible.
¿Podemos aspirar en Europa a una respuesta más eficaz frente a la criminalidad organizada? En los últimos años la Unión Europea ha incrementado su preocupación por la delincuencia organizada, una amenaza sin ambages a los Estados, sus instituciones, la seguridad pública y sus economías, todos estos espacios están en situación de riesgo y alerta.
La Estrategia europea 2021-2025 contra la delincuencia organizada recoge una serie de medidas que se estructuran en tres áreas: En primer lugar, como las redes criminales han evolucionado hacia estructuras 'líquidas', indetectables, debemos actualizar la noción de «qué es crimen organizado» (y obviamente no todo lo es) para formular una respuesta eficaz. En segundo lugar, la necesidad de adoptar una mirada global porque la muralla que pretende construir la Unión Europea no es impermeable y por tanto nuestra acción exige una estrecha coordinación con terceros países. Y el tercer punto se refiere a una acción institucional, a través de estructuras capaces de liderar investigaciones transfronterizas. La propuesta encaminada a la creación de una red judicial especializada contra la criminalidad organizada apunta en esta dirección.
En este contexto resulta imprescindible subrayar que en la Unión Europea ya contamos con una Fiscalía que persigue el crimen organizado en el marco de sus competencias, la Fiscalía Europea, independiente e investigadora, transnacional, que persigue a las organizaciones criminales cuando perpetran delitos contra los intereses financieros de la Unión Europea y, en particular, el fraude de IVA transfronterizo. Más de la mitad del daño estimado en sus investigaciones está asociado a estos delitos, que representan una ventana de oportunidad enorme para organizaciones criminales que operan en el ámbito de la delincuencia tradicional y que de manera sistemática la utilizan para blanquear el dinero, aprovechando la ausencia de una respuesta proporcionada y la sensación de impunidad.
Uno de los principales resultados alcanzados por la Fiscalía Europea ha sido contribuir a evidenciar la existencia de este espacio de criminalidad que pasaba desapercibido y al que no se le daba importancia. No nos engañemos, no hay crimen organizado de primera o segunda categoría; sólo hay crimen organizado.
Una investigación que culminó con la detención de 24 personas, 13 registros en distintas provincias españolas, el bloqueo de cuentas bancarias en Bélgica, Lituania y Rumanía, comisiones rogatorias a tres países de Latinoamérica donde se ocultaban fondos y la intervención de una importante cantidad de dinero en efectivo, vehículos y relojes de lujo... ¿es una investigación de crimen organizado? La respuesta es sí. ¿la organización se dedicaba al narcotráfico, a la trata? No, los investigados estaban ocupados en el fraude de IVA por importe aproximado de 27 millones de euros, según una investigación de la Fiscalía Europea en España.
Sin reemplazar a las autoridades nacionales, al contrario, cooperando con ellas, con el apoyo crucial de Europol, la experiencia acumulada por la Fiscalía Europea habla por sí sola: en España, el número de investigaciones de la Fiscalía Europea relacionadas con la criminalidad organizada y el blanqueo de capitales se ha triplicado en los últimos dos años.
En suma, vale la pena que los europeos entendamos que, fortaleciendo la Fiscalía Europea, dotándola de los medios personales y materiales adecuados, estaremos en condiciones de afrontar de forma más eficaz los desafíos cada vez más complejos asociados a la criminalidad organizada."
(Ignacio de Lucas Martín, fiscal europeo de España, Revista de prensa, 10/09/25, fuente El Mundo )
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