"(...) La venganza
Durante toda la campaña electoral de 2024, Trump dijo repetidamente que si ganaba las elecciones iba a ordenar al Departamento de Justicia que investigara y llevara a juicio a sus enemigos, con James Comey al frente. Era uno de esos comentarios que soltaba en casi todos sus mítines, junto con sus promesas de ignorar leyes y gobernar como un dictador, deportar a millones de personas, censurar a disidentes y cerrar medios de comunicación desleales.
Durante toda la campaña electoral de 2024, los medios americanos decidieron que esta clase de declaraciones eran un chiste, una broma, una de las bravuconadas de Trump para atraer la atención. No estaba hablando en serio. Era espectáculo, entretenimiento. Jeje.
Trump no estaba bromeando.
La semana pasada, el presidente despidió al fiscal de distrito que había nombrado a dedo en Virginia porque se había negado a presentar cargos contra Comey. El sábado, Trump pidió abiertamente en su red social a la fiscal general Pam Bondi que se dejara de historias y fuera a por el exdirector del FBI. También nombró a una tal Lindsey Halligan, una de sus abogadas personales y alguien que nunca ha llevado un juicio criminal como fiscal de distrito, con instrucciones explícitas de ir a por Comey.
El jueves, la fiscalía presentó tres cargos contra Comey ante un gran jurado, consiguiendo que le aceptaran dos.
El documento de la acusación es patético. Es un escrito de dos páginas (dos), con varios errores de redacción, en los que se dice que Comey mintió en una comparecencia ante el Congreso el 30 de septiembre de 2020, obstruyendo una investigación. Ambos delitos hubieran prescrito a los cinco años, es decir, este lunes. La “mentira” de Comey fue que negó haber autorizado a un subalterno a filtrar detalles sobre una investigación sobre Trump. Es dudoso que Comey realmente dijera eso en su comparecencia, y muy dudoso que autorizara filtración alguna. Los cargos son una filfa, un montaje burdo y ridículo, impresentables en cualquier democracia avanzada.
Autoritarismo, simplemente
Y ese es precisamente el problema: en Estados Unidos, el presidente está utilizando a su Departamento de Justicia para ir a por sus enemigos políticos, y no sólo habla de ello en público, sino que lo hace repetidamente, y promete que va a seguir haciéndolo. La administración Trump está intentando censurar a sus críticos, cerrar medios de comunicación, imponer su control de las universidades y castigar a aquellos que se oponen a ella.
James Comey no es un capricho o una obsesión aislada de Trump. Esto es la administración Trump.
Lo más probable, para Comey, es que sea absuelto sin problema. La acusación contra él es una fantasía, le ha tocado un juez nombrado por Biden, y no hay un jurado en Virginia que le vaya a condenar con estas tonterías. Pero la cuestión no es la condena; es obligar a Comey a gastarse cientos de miles de dólares en abogados para defenderse, primero, e intimidar a todo aquel que venga después. No es la pena, sino el mensaje: si enfadas a Trump, haremos de tu vida un infierno.
Lo que está claro es que, ahora mismo, cualquier pretensión de que este país tiene un estado de derecho funcional se ha ido al traste. El Departamento de Justicia no tiene el más mínimo interés en hacer cumplir ley alguna; está al servicio de Trump, sin separación o independencia alguna. James Comey es sólo el principio; Trump irá a por sus enemigos políticos y a por cualquier organización política, real o ficticia, que considere desleal. La Casa Blanca está hablando abiertamente de reprimir a “grupos radicales” de izquierdas. En un contexto en el que la fiscalía designa sospechosos primero y encuentra crímenes después, lo de la democracia ha pasado de largo.
Ironías
Una nota final. Aunque a James Comey le nombró Obama para el cargo, el tipo es republicano, y había sido un alto cargo en la administración Bush. En una de esas tradiciones estúpidas americanas, todos los directores del FBI han sido republicanos, porque el Partido Demócrata cree en el bipartidismo y la concordia y siempre han nombrado a gente del GOP incluso cuando controlan la Casa Blanca. El FBI acaba de cumplir 90 años, y los republicanos nunca les han devuelto el favor.
Ni siquiera Roosevelt, por cierto, se atrevió a nombrar a un director demócrata. FDR heredó a J. Edgar Hoover de la agencia que precedió al FBI, y nunca se lo sacó de encima. (...)"
(Roger Senserrich , blog, 27/09/25)
No hay comentarios:
Publicar un comentario