10.10.25

El Premio Nobel como arma híbrida de guerra... El Premio Nobel de la Paz estaba destinado a honrar a "la persona que más o mejor haya hecho por promover la fraternidad entre las naciones, y por la abolición o reducción de los ejércitos permanentes"... Con el tiempo, sin embargo, el prestigio del premio se ha visto empañado en repetidas ocasiones por decisiones políticamente motivadas... Pero la concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, extremista y golpista venezolana, promotora de sanciones punitivas contra su propio pueblo, partidaria de intervenciones militares extranjeras y abierta admiradora de las políticas de aniquilación israelíes en Gaza, representa quizá el punto más bajo en la historia del premio... Concederle el Nobel no es un simple error, es un acto político deliberado, un arma ideológica esgrimida contra un país soberano, Venezuela... Machado fue uno de los principales artífices del bloqueo económico contra Venezuela. Exigió y obtuvo sanciones unilaterales de EE.UU. y la UE, que han paralizado la industria petrolera, han impedido la importación de medicamentos vitales -incluidos los destinados a 60.000 pacientes con VIH- y han generado hiperinflación, hambruna y migración forzosa... Fue una de las principales promotoras del plan golpista 'La Salida', junto a Leopoldo López, una operación de desestabilización que se saldó con 43 muertos... En 2018, Machado dirigió una carta al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al presidente argentino, Mauricio Macri, pidiéndoles que "apliquen su fuerza e influencia para desmantelar el régimen criminal venezolano"... La concesión del Nobel de la Paz a Machado se produce en un momento de máxima tensión geopolítica. EEUU ha intensificado su presencia militar en el Caribe, con ejercicios navales y despliegues aéreos a pocas millas de la costa venezolana. El Pentágono habla abiertamente de "amenazas iraníes" en la base aérea de Maracay, un bulo propagandístico retomado por la propia Machado, que pidió explícitamente a los medios estadounidenses que bombardearan las bases militares venezolanas... En este contexto, el Premio Nobel no es un galardón: es una señal política... Peor aún: es una invitación implícita a la intervención... Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, así como yacimientos de oro, diamantes, coltán y tierras raras. Para Washington, no es una cuestión de "democracia": es una cuestión de control de los recursos. Y Machado está dispuesto a entregárselos en bandeja de plata (Michelle Ellner, Fabrizio Verde)

 "El Premio Nobel de la Paz, creado en 1895 por voluntad de Alfred Nobel, estaba destinado a honrar a "la persona que más o mejor haya hecho por promover la fraternidad entre las naciones, por la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y por el fomento de los congresos de paz". 

Con el tiempo, sin embargo, el prestigio del premio se ha visto empañado en repetidas ocasiones por decisiones políticamente motivadas y alineadas con los intereses geopolíticos de las potencias occidentales. 

Pero la concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, extremista y golpista venezolana, promotora de sanciones punitivas contra su propio pueblo, partidaria de intervenciones militares extranjeras y abierta admiradora de las políticas de aniquilación israelíes en Gaza, representa quizá el punto más bajo en la historia del premio. 

No sólo porque Machado es la antítesis misma de la paz, sino porque su figura encarna un proyecto de guerra, desestabilización y subordinación neocolonial. 

Concederle el Nobel no es un simple error: es un acto político deliberado, un arma ideológica esgrimida contra un país soberano, la Venezuela bolivariana, que se atreve a resistir la hegemonía estadounidense y a avanzar con su propio proyecto de desarrollo a pesar de la guerra multifacética a la que se ve obligado a enfrentarse. 

 Una "paz" construida con bombas y sanciones 

Maria Corina Machado no es pacifista ni demócrata. Es una golpista, una belicista, una "vendipatria". Su currículum es un catálogo de crímenes contra la democracia y la soberanía nacional. Ya en 2002, durante el breve golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, Machado firmó el llamado "Decreto Carmona", un documento que abolía la Constitución bolivariana y disolvía el poder legislativo. En aquella ocasión, no defendió la democracia: fue una entusiasta impulsora de la misma. 

En los años siguientes, su organización, Súmate, financiada por la agencia estadounidense NED (National Endowment for Democracy), considerada por muchos una tapadera de la CIA, trabajó no por la "transparencia electoral", como ella declaraba, sino para ahogar el proceso democrático venezolano mediante campañas de deslegitimación, fraude y presión internacional. En 2005, Machado fue recibida en la Casa Blanca por George W. Bush, en una reunión que, según las autoridades venezolanas, tenía por objeto pedirle "más dinero y directrices para continuar con su agenda oculta". 

 Pero fue a partir de 2014 cuando quedó clara su vocación por la violencia. Fue una de las principales promotoras del plan golpista 'La Salida', junto a Leopoldo López, una operación de desestabilización que se saldó con 43 muertos, entre civiles y agentes del orden, a menudo asesinados a golpes en la cabeza cuando intentaban retirar las barricadas de los 'guarimberos' -grupos violentos de extrema derecha-. A pesar de ser diputada de la Asamblea Nacional, Machado no dudó en violar la Constitución al aceptar en 2014 el nombramiento como "embajadora alternativa" de Panamá ante la Organización de Estados Americanos (OEA), perdiendo automáticamente su cargo parlamentario. 

 La llamada a la guerra y al genocidio 

En 2018, Machado dirigió una carta al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al presidente argentino, Mauricio Macri, pidiéndoles que "apliquen su fuerza e influencia para desmantelar el régimen criminal venezolano", vinculado -según sus palabras- al "narcotráfico y el terrorismo". Invocó explícitamente la doctrina de la "responsabilidad de proteger", una herramienta imperialista utilizada en el pasado para justificar intervenciones militares en Libia, Irak y otros países. Traducido: pidió una intervención armada extranjera contra Venezuela. 

Mientras tanto, mientras se producía (y sigue produciéndose) un genocidio en Gaza ante los ojos del mundo, Machado guardaba silencio, o más bien lo apoyaba. Ni una palabra de condena por los miles de niños asesinados, los hospitales bombardeados, la limpieza étnica que está teniendo lugar. Su silencio no es casual: es coherente con su visión del mundo, donde la violencia es legítima si sirve a los intereses del imperio. Y el imperio, hoy, es tanto Israel como Estados Unidos. 

El bloqueo económico como arma de destrucción masiva 

Machado fue uno de los principales artífices del bloqueo económico contra Venezuela. Exigió y obtuvo sanciones unilaterales de EE.UU. y la UE que, según estimaciones del gobierno venezolano, causaron daños por valor de 642.000 millones de dólares entre 2015 y 2022. Estas medidas han paralizado la industria petrolera, han impedido la importación de medicamentos vitales -incluidos los destinados a 60.000 pacientes con VIH- y han generado hiperinflación, hambruna y migración forzosa. 

Apoyó la incautación de CITGO, la refinería venezolana en Estados Unidos, causando daños por valor de 32.500 millones de dólares. Apoyó la congelación de 31 toneladas de oro en el Banco de Inglaterra y el bloqueo de 4.000 millones de dólares en los circuitos financieros internacionales. Celebró el saqueo de la empresa colombo-venezolana Monómeros, que fue devuelta a Venezuela en quiebra. 

Todo esto no es "oposición democrática". Es colaboracionismo con el enemigo. Es traición a la patria. 

El Nobel como arma de guerra híbrida 

La concesión del Nobel de la Paz a Machado se produce en un momento de máxima tensión geopolítica. EEUU ha intensificado su presencia militar en el Caribe, con ejercicios navales y despliegues aéreos a pocas millas de la costa venezolana. El Pentágono habla abiertamente de "amenazas iraníes" en la base aérea de Maracay, un bulo propagandístico retomado por la propia Machado, que pidió explícitamente a los medios estadounidenses que bombardearan las bases militares venezolanas. 

En este contexto, el Premio Nobel no es un galardón: es una señal política. Es un intento de legitimar a una figura derrotada -Machado nunca ha ganado unas elecciones, ni goza de apoyo popular en su país- y de rehabilitar a la oposición golpista tras la aplastante victoria electoral del presidente Nicolás Maduro en 2024. Es un mensaje claro a Caracas: 'No importa lo demócrata que seas, no importa cuánto te resistas. Nosotros decidiremos quién debe gobernaros". 

Peor aún: es una invitación implícita a la intervención. Si el comité noruego llama "valiente" a una mujer que pide bombardeos, sanciones y golpes de Estado, entonces el Premio Nobel ya no es un instrumento para la paz, sino un certificado de guerra. 

La venta de Venezuela 

La verdadera naturaleza de Machado queda clara cuando se trata de recursos naturales. En una reunión con Donald Trump Jr. propuso convertir la isla de Margarita en un casino propiedad de la familia Trump, ofreciendo a cambio "todo el territorio insular del estado Nueva Esparta". Esto no es una locura: es el plan concreto de una élite que no ve a Venezuela como una nación, sino como un botín a repartir con sus amos extranjeros. 

Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, así como yacimientos de oro, diamantes, coltán y tierras raras. Para Washington, no es una cuestión de "democracia": es una cuestión de control de los recursos. Y Machado está dispuesto a entregárselos en bandeja de plata. 

Un premio contra la paz 

El Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado no es sólo una afrenta al pueblo venezolano. Es una afrenta a todos aquellos que siguen creyendo que la paz es algo más que una etiqueta que poner a las guerras justas de Occidente. Es la confirmación definitiva de que el Premio Nobel se ha convertido en un instrumento de guerra híbrida, utilizado para criminalizar a gobiernos soberanos, legitimar golpes de Estado y allanar el camino para intervenciones militares. 

Mientras el pueblo venezolano resiste con fuerza y dignidad más de dos décadas de agresión económica, política y mediática, el comité noruego opta por premiar a quienes han pedido su destrucción. En un momento en que Gaza está ardiendo y Venezuela está amenazada por misiles estadounidenses, conceder el Premio Nobel a un partidario del genocidio y el bloqueo económico es traicionar a la propia paz. 

María Corina Machado no merece un premio. Merece un tribunal. Y el Premio Nobel, después de esta elección, merece ser borrado de la historia. " 

 , L'Antidiplomatico, 10/10/25, traducción DEEPL)

 

" Cuando María Corina Machado gana el Premio Nobel de la Paz, la "paz" ha perdido su significado

La opositora venezolana María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz, pero su política no tiene nada de pacífica.

En 2002, el ex presidente de EE.UU. George W. Bush se reúne con María Corina Machado, entonces directora de Súmate, un "grupo de sociedad civil democrática independiente" financiado por el gobierno de EE.UU. para "supervisar el proceso electoral en Venezuela". Fuente: Casa Blanca/Eric Draper

Cuando vi el titular "María Corina Machado gana el Premio de la Paz", casi me reí de la absurdidad. Pero no lo hice, porque no hay nada gracioso en recompensar a alguien cuya política ha causado tanto sufrimiento. Cualquiera que sepa lo que ella representa sabe que no hay nada remotamente pacífico en su política.

Si esto es lo que cuenta como "paz" en 2025, entonces el premio en sí ha perdido toda credibilidad. Soy venezolano-estadounidense, y sé exactamente lo que representa Machado. Ella es la cara sonriente de la máquina de cambio de régimen de Washington, la portavoz pulida de las sanciones, la privatización y la intervención extranjera disfrazada de democracia.

La política de Machado está impregnada de violencia. Ha pedido la intervención extranjera, incluso apelando directamente a Benjamin Netanyahu, el arquitecto de la aniquilación de Gaza, para ayudar a "liberar" a Venezuela con bombas bajo la bandera de la "libertad." Ha exigido sanciones, esa forma silenciosa de guerra cuyos efectos – como han demostrado estudios en The Lancet y otras revistas – han matado a más personas que la guerra, cortando el suministro de medicina, comida y energía a poblaciones enteras.

- Machado ha pasado toda su vida política promoviendo la división, erosionando la soberanía de Venezuela y negando a su pueblo el derecho a vivir con dignidad.

- Esto es quién es realmente María Corina Machado:

- Ayudó a liderar el golpe de estado de 2002 que derrocó brevemente a un presidente democráticamente elegido, y firmó el Decreto Carmona que borró la Constitución y disolvió todas las instituciones públicas de la noche a la mañana.

- Trabajó codo a codo con Washington para justificar el cambio de régimen, utilizando su plataforma para exigir una intervención militar extranjera para "liberar" a Venezuela por la fuerza.

- Ella aplaudió las amenazas de invasión de Donald Trump y sus despliegues navales en el Caribe, una demostración de fuerza que arriesga encender una guerra regional bajo el pretexto de "combatir el narcotráfico." Mientras Trump enviaba buques de guerra y congelaba activos, Machado estaba lista para servir como su representante local, prometiendo entregar la soberanía de Venezuela en bandeja de plata.

- Ella impulsó las sanciones de EE. UU. que estrangularon la economía, sabiendo exactamente quién pagaría el precio: los pobres, los enfermos, la clase trabajadora.

- Ella ayudó a construir el llamado "gobierno interino", un espectáculo de marionetas respaldado por Washington dirigido por un "presidente" autoproclamado que saqueó los recursos de Venezuela en el extranjero mientras los niños en casa pasaban hambre.

- Promete reabrir la embajada de Venezuela en Jerusalén, alineándose abiertamente con el mismo estado de apartheid que bombardea hospitales y lo llama defensa propia.

- Ahora quiere entregar el petróleo, el agua y la infraestructura del país a corporaciones privadas. Esta es la misma receta que convirtió a América Latina en el laboratorio de la miseria neoliberal en la década de 1990.

Machado también fue uno de los arquitectos políticos de "La Salida," la campaña de oposición de 2014 que convocó a protestas escaladas, incluyendo tácticas de guarimba. Esas no eran "protestas pacíficas" como afirmaba la prensa extranjera; eran barricadas organizadas destinadas a paralizar el país y forzar la caída del gobierno. Las calles estaban bloqueadas con basura en llamas y alambre de púa, los autobuses que transportaban trabajadores fueron incendiados, y las personas sospechosas de ser chavistas fueron golpeadas o asesinadas. Incluso las ambulancias y los médicos fueron atacados. Algunas brigadas médicas cubanas estuvieron a punto de ser quemadas vivas. Los edificios públicos, los camiones de comida y las escuelas fueron destruidos. Barrrios enteros fueron mantenidos como rehenes por el miedo mientras líderes de la oposición como Machado vitoreaban desde la línea de banda y lo llamaban "resistencia".

Ella elogia la "acción decisiva" de Trump contra lo que ella llama una "empresa criminal", alineándose con el mismo hombre que encierra a niños migrantes en jaulas y separa a las familias bajo la vigilancia del ICE, mientras las madres venezolanas buscan a sus hijos desaparecidos por las políticas migratorias de EE. UU.

Machado no es un símbolo de paz o progreso. Ella es parte de una alianza global entre el fascismo, el sionismo y el neoliberalismo, un eje que justifica la dominación en el lenguaje de la democracia y la paz. En Venezuela, esa alianza ha significado golpes de estado, sanciones y privatización. En Gaza, significa genocidio y la eliminación de un pueblo. La ideología es la misma: una creencia de que algunas vidas son desechables, que la soberanía es negociable y que la violencia puede venderse como orden.

Si Henry Kissinger pudo ganar un Premio Nobel de la Paz, ¿por qué no María Corina Machado? Tal vez el próximo año le den uno a la Fundación Humanitaria de Gaza por "compasión bajo ocupación".

Cada vez que este premio se entrega a un arquitecto de la violencia disfrazada de diplomacia, escupe en la cara de aquellos que realmente luchan por la paz: los médicos palestinos sacando cuerpos de los escombros, los periodistas arriesgando sus vidas en Gaza para documentar la verdad y los trabajadores humanitarios de la Flotilla navegando para romper el asedio y entregar ayuda a los niños hambrientos en Gaza, con nada más que coraje y convicción.

Pero la verdadera paz no se negocia en salas de juntas ni se otorga en escenarios. La verdadera paz se construye por mujeres que organizan redes de alimentos durante los bloqueos, por comunidades indígenas que defienden los ríos de la extracción, por trabajadores que se niegan a ser sometidos por el hambre, por madres venezolanas que se movilizan para exigir el regreso de los niños secuestrados bajo las políticas de ICE y migración de EE. UU., y por naciones que eligen la soberanía sobre la servidumbre. Esa es la paz que Venezuela, Cuba, Palestina y cada nación del Sur Global merecen."

(Michelle Ellner , peoples dispach, 10/10/25, traducción Quillbot)

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