15.11.25

La victoria de Mandani, o cómo funciona hoy la política... la derecha trumpista le llamó socialista musulmán, cuando no comunista yihadista, los dos peores epítetos que hoy emplean los conservadores... pero los insultos ya no funcionan como base de una campaña electoral. Alguien debería anotar este punto de cara al futuro... ganó Mandani prometiendo transformar radicalmente el sistema... la defensa del 'statu quo' no renta... Mamdani entendió bien el cargo al que estaba optando: la alcaldía de una gran urbe global... las grandes ciudades son caras: no todo el mundo posee los recursos necesarios para vivir en ellas... Mamdani prometió reducir el coste de la vida... Las clases en descenso y las familias con dificultades para llegar a fin de mes comienzan a ser una constante en las ofertas electorales... La asequibilidad fue el núcleo de su campaña, lo que señala a las claras las dificultades materiales de los neoyorquinos. Ocurre en muchas otras grandes ciudades, es un tema de futuro... dos sectores recibieron muy favorablemente esa propuesta, los inmigrantes y los jóvenes, sobre todo los titulados universitarios en movilidad descendente, los profesionales de trabajos cualificados cuyos salarios resultan escasos para la vida en la gran ciudad, esas clases que se pensaron medias, pero que apenas logran mantenerse. Son sectores de precariedad creciente y muy descontentos. Esta es otra fuerza que tendrá una importancia significativa en las elecciones occidentales venideras... Mandani consiguió movilizar a los votantes que le podían brindar su apoyo pero que no suelen acudir a las urnas, y lo consiguió... es otro factor con peso en las elecciones (Esteban Hernández)

 "La victoria de Zohran Mamdani en Nueva York ha generado esperanzas de lo más dispar entre los sectores progresistas, pero también ha disparado las alertas entre los conservadores. A nivel interno, el nuevo alcalde de Nueva York es la señal del inicio de la reconquista del país y un anticipo de lo que supondrán las elecciones de medio término para Trump. Desde el otro lado del espectro político, se lee como el signo de la retirada del viejo partido demócrata, ahora dominado por los radicales. En cualquier caso, se interpreta la elección neoyorquina en clave anticipatoria y se analizan sus posibles consecuencias. También fuera de EEUU, donde la campaña del demócrata se ha considerado un ejemplo para unos progresistas necesitados de triunfos y, por tanto, una fuente de inspiración para el futuro. Mamdani es uno de esos fenómenos locales que son interpretados de múltiples maneras, ya que cada uno de los observadores encuentra en su victoria elementos positivos o negativos que ratifican lo que ya pensaban.

Sin embargo, entre los factores que han ayudado al triunfo de Mamdani, existen algunos que conviene que sean subrayados por su validez general. El auge que vivió Mamdani fue combatido desde la alarma por sus oponentes, en especial desde la derecha trumpista. Su principal argumento fue la calificación de Mamdani como un socialista musulmán, cuando no como un comunista yihadista, como hizo Ted Cruz: los dos peores epítetos que hoy emplean los conservadores. La utilización de tales calificativos fue constante. Era previsible que una campaña basada en las alertas no funcionase, y la derecha debería ser especialmente consciente de ello: las advertencias sobre el autoritarismo de Trump, sobre la llegada del fascismo si ganaba las elecciones y demás descalificaciones que se pusieron sobre la mesa no surtieron efecto hace un año. Tampoco ahora, en un sentido ideológico contrario. Todavía hay políticos y activistas que creen que las desautorizaciones ideológicas y los insultos funcionan como base de una campaña electoral. No es así. Alguien debería anotar este punto de cara al futuro.

Ganaron Trump, que prometía acabar con el sistema, y Mamdani, que lo quiere transformar radicalmente: la defensa del 'statu quo' no renta,

En segundo lugar, conviene resaltar otro aspecto de la política contemporánea, cada vez más presente en más lugares: la defensa del statu quo es una opción que tiende a ser perdedora. Hay diferencias entre países, y no son lo mismo aquellos que tienen un sistema en el que el ganador se lo lleva todo que los que han apostado por la representación proporcional, pero incluso en estos, los vientos del descontento suelen favorecer las novedades. EEUU es un país que señala este punto de manera insistente. Trump, que prometía acabar con el sistema, es el presidente, y Mamdani, que quiere transformarlo sustancialmente, gobierna la alcaldía de la principal urbe estadounidense. Es otra tendencia general que conviene apuntar.

Cómo votan las grandes ciudades

En tercer lugar, y no menos importante, Mamdani entendió bien el cargo al que estaba optando: la alcaldía de una gran urbe global. Nueva York pertenece a una categoría de ciudades especiales, las que poseen una geografía urbana y una composición de clase propias. Hay varios elementos que las definen: absorben los recursos, por lo que los trabajos mejor remunerados y los más prestigiosos suelen concentrarse en ella; atraen a un número significativo de foráneos, ya sean inmigrantes o nacionales estadounidenses nacidos fuera de Nueva York; generan mucho empleo, en general en el sector servicios, a menudo mal retribuido, pero también en sectores cualificados deteriorados, que viven una significativa bifurcación entre los puestos muy bien retribuidos y una mayoría cuyos salarios están por debajo de lo esperado. Además, las grandes ciudades son caras: no todo el mundo posee los recursos necesarios para vivir en ellas; el coste de la vivienda, pero también de los bienes y servicios precisos para la subsistencia, se dispara.

Mamdani no prometió aumentar los salarios, pero sí reducir el coste de la vida

Comprender bien la geografía urbana ha sido la base del éxito de Mamdani. Puso el acento en hechos reales: Nueva York es una ciudad, como tantas otras grandes urbes, cuyo coste es muy difícil de afrontar para buena parte de sus ciudadanos. Su oferta electoral consistió en prometer una vida cotidiana asequible mediante la gratuidad de las guarderías y de los transportes públicos, el control de alquileres y los supermercados municipales. En un momento en que los precios se disparan, es una propuesta que sonaba razonable para un segmento amplio de los neoyorquinos. Las clases en descenso y las familias con dificultades para llegar a fin de mes comienzan a ser una constante en las ofertas electorales. Hay que recordar que el triunfo de Trump se fraguó en estados que creyeron en su promesa de generar más empleo y mejor retribuido gracias a las relocalizaciones. Mamdani no podía apoyarse en ese resorte porque aspiraba a gobernar una ciudad, no un país, y la política municipal tiene muchos límites en ese sentido. De modo que no prometió aumentar los salarios, ya que no le era posible, pero sí trabajar para reducir los precios. La asequibilidad fue el núcleo de su campaña, lo que señala a las claras las dificultades materiales de los neoyorquinos. Ocurre en muchas otras grandes ciudades, es un tema de futuro.

Había dos sectores que podían recibir muy favorablemente esa propuesta. Los inmigrantes, muchos de los cuales forman la clase trabajadora de servicios típica de la ciudad, eran uno de ellos. La campaña de Mamdani estuvo dirigida a asegurarse su apoyo y más aún con las expulsiones del ICE de fondo. En su discurso de la noche electoral, dio las gracias a “las manos curtidas de los repartidores, a los nudillos quemados de los cocineros, a las abuelas mexicanas, a los taxistas senegaleses, a los tenderos yemeníes y a las enfermeras uzbekas”. El 38%, más o menos, de la población de la ciudad de Nueva York son inmigrantes. Ganar su voto era esencial. Lo logró en buena medida.

Su mensaje sobre la asequibilidad resonó en un ámbito precarizado, el de los titulados universitarios en movilidad descendente

El segundo grupo social que podía brindarle masivamente su apoyo ha quedado difuminado bajo la categoría ‘jóvenes’. Su mensaje sobre la asequibilidad resonó fuertemente en un ámbito deteriorado, el de los titulados universitarios en movilidad descendente, los profesionales de trabajos cualificados cuyos salarios resultan escasos para la vida en la gran ciudad, esas clases que se pensaron medias, pero que apenas logran mantenerse. Son sectores de precariedad creciente y muy descontentos. Esta es otra fuerza que tendrá una importancia significativa en las elecciones occidentales venideras.

La importancia de lo físico

Todos estos aspectos, que son importantes para tejer un planteamiento electoral, después tenían que concretarse: había que movilizar a los votantes para que acudieran a las urnas. En este sentido, la estrategia de Mamdani fue inteligente. Suele señalarse la efectividad de su campaña en redes, la viralidad de sus vídeos y demás, pero la raíz del triunfo está en otro lugar, mucho más físico.

Mamdani llevó a cabo una campaña con muchos voluntarios y mucha presencia. Buscó, en primer lugar, movilizar a los residentes en barrios teóricamente progresistas que no habían votado en las recientes primarias recientes. No solo trató de conseguir la participación de aquellos que ya habían mostrado sus preferencias, sino que buscó sacar de sus casas a esos votantes que les podían brindar su apoyo pero que no suelen acudir a las urnas. Tenía que ganar en los barrios que le eran favorables con porcentajes elevados. Eso solo podía ocurrir si aumentaba sustancialmente la participación, y así ocurrió. En la política contemporánea, suele ocurrir que los barrios y zonas con más recursos cuentan con un porcentaje más alto de participación, mientras que los de clases populares sufren de una abstención más elevada. Mamdani trabajó desde el principio para evitar ese problema, y también lo consiguió. 

Hay una estratificación social del voto a partir de la renta, pero también de las condiciones de vida: es otro factor con peso en las elecciones.

Cuomo ganó en distritos mayoritariamente blancos, cuyos residentes cuentan con vivienda en propiedad, usan habitualmente el automóvil para desplazarse y donde ganó Trump en las últimas elecciones. El resto fueron para Mamdani. Esto refleja una estratificación social del voto, a partir de la renta, pero también de las condiciones de vida, que es otra de las constantes de las elecciones contemporáneas.

Mamdani logró una victoria aplastante. Es el candidato que ha logrado un mayor número de votos desde 1969. Lo que no deja de ser curioso, porque participó un 40% del censo. Es el porcentaje más alto en décadas, y es especialmente bajo, y más para una ciudad global. La desconexión con la política es otro de los elementos en auge.

Ganó las elecciones un candidato demócrata que apoyaba a la inmigración en una ciudad abrumadoramente demócrata y con un alto porcentaje de inmigración. Suena lógico. Sin embargo, la hostilidad de su propio partido hacia la candidatura puso las cosas difíciles, y más cuando se enfrentó a él en cuestiones con un notable peso simbólico, como su oposición a las políticas del gobierno israelí. Es un punto que podría haberle perjudicado. No fue así, en parte porque también obtuvo el respaldo de judíos neoyorquinos descontentos con Netanyahu. En todo caso, la política exterior también tuvo un papel, incluso en unas elecciones municipales. Otro signo de los tiempos."      

(Esteban Hernández, El Confidencial, 06/11/25) 

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