"Òscar Camps, fundador y director de Open Arms, atiende a infoLibre desde Barcelona, pocos meses después de que se cumpla una década de aquel viaje a la isla griega de Lesbos que le cambió la vida. Entonces era un socorrista catalán con empresa propia que, conmovido por las imágenes del éxodo sirio y del pequeño Aylan Kurdi ahogado en una playa turca, decidió dejarlo todo y coger un billete a Grecia junto a su compañero Gerard Canals. Lo que iba a ser una intervención puntual se convirtió en el germen de una organización humanitaria, Open Arms, que desde entonces ha rescatado a decenas de miles de personas que huían de la guerra, el hambre o la persecución a través del Mediterráneo. Por estos diez años de lucha diaria por los derechos humanos, Òscar Camps recogerá este jueves el quinto Premio infoLibre concedido al Compromiso Social.
El camino, sin embargo, ha sido de todo menos sencillo. Open Arms ha sufrido bloqueos en puertos, procesos judiciales, inspecciones abusivas, intentos de criminalización y una campaña política y mediática que ha ido creciendo al calor del avance de la extrema derecha en Europa. Camps, lejos de replegarse, redobla su compromiso al denunciar unas políticas migratorias basadas en la indiferencia y la externalización de fronteras, alertar del uso del sufrimiento como capital electoral y reivindicar el papel de la sociedad civil para plantar cara al odio.
¿Qué le lleva a seguir en su lucha diaria junto a Open Arms después de 10 años?
Nadie se imaginaba que cuando nos desplazamos a Lesbos esto se convertiría en lo que se ha convertido. Pensábamos que era un momento puntual, un éxodo masivo por la guerra civil de Siria, como lo que pasó en los 90 con la guerra de los Balcanes, que también provocó un gran éxodo. Yo pensé que sería algo corto, pero llevamos ya diez años y no tiene visos de que esto vaya a cambiar.
Cuando empezamos, nos trataban como héroes y el lema que más se oía era la acogida. Ahora nos hemos convertido en una sociedad que consume tragedias como quien cambia de canal y hemos hecho de la miseria una forma de entretenimiento. De héroes hemos pasado a villanos y nosotros seguimos haciendo exactamente lo mismo, rescatar a gente. Lo que ha cambiado es el discurso político. A pesar de todo, hay que continuar porque tenemos mucha responsabilidad. La gente que nos apoya, que confía en nosotros, hace que ya no puedas parar.
¿Cuánto ha cambiado el Mediterráneo en estos diez años desde que decidieron poner en marcha Open Arms?
Nos estamos acostumbrando tanto a verlo todo que, en realidad, ya no nos sorprende nada. Esa costumbre fatiga a la sociedad en general y ese cansancio molesta a la compasión. Hace unos años un periodista me preguntaba cómo podía soportar ver esto cada día. Y lo que realmente no soportamos no es lo que vemos, sino que el mundo no lo vea. Que esto haya pasado a ser una costumbre y ya ni siquiera sea noticia. El Mediterráneo sigue siendo una fosa común. Más de 30.000 muertos en estos diez años, uno cada día.
Pero esta década no ha sido fácil. Han sufrido bloqueos, procesos judiciales, acusaciones de tráfico de personas…
Al principio formábamos parte de un cuerpo más entre los que estaban en el agua junto a Frontex, la Operación Sofía, la Operación Tritón… eran operaciones de la Unión Europea que también rescataban. Además, la Guardia Costera italiana coordinaba la obligación de rescatar a la gente que estaba a la deriva. Pero desde marzo de 2018 cambia todo. En las elecciones italianas entran el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte y cambia hasta la cúpula de la Guardia Costera. Lo que antes era una obligación pasa a ser un problema. Pasan por encima de la Carta de Derechos Humanos, del Convenio de Búsqueda y Salvamento de Naciones Unidas, del derecho marítimo internacional y te discuten si ese rescate era legal o no.
Con la continuidad de Giorgia Meloni se han multiplicado las dificultades que ya introdujo Salvini. Te obligan a hacer un solo rescate y te asignan un puerto lo más lejano posible, a cuatro o cinco días de distancia. Nuestros barcos no están preparados para llevar a bordo a tantas personas tantos días y eso hace que consumas muchísimo combustible y que tengas que cuidar de esas personas durante días.
Nuestros barcos no están preparados para llevar a bordo a tantas personas tantos días y eso hace que consumas muchísimo combustible y que tengas que cuidar de esas personas durante días
¿Cómo se responde ante discursos como el de Santiago Abascal, en los que se acusa a organizaciones como la suya de "negreros" y se alienta a que les hundan el barco?
Son discursos tan fuera de lugar y tan pasados de tono que parecen simples eslóganes políticos para colocarte en lo más extremo del extremo del extremo de la derecha. Ir contra el derecho marítimo internacional y contra convenios internacionales es fomentar el odio y ponernos como objetivo para que cualquier descerebrado pueda hacer cualquier acción contra algún voluntario o contra el propio barco.
Nosotros combatimos eso haciendo nuestro trabajo. Llevamos diez años y, si hubiéramos hecho algo irregular o ilegal, ya estaríamos todos detenidos. Si no lo estamos e Italia sigue asignando puertos es porque es su obligación y no una decisión política. Abandonar vidas en el mar es un delito, pero rescatarlas es una obligación, no solo de los capitanes de los barcos, también de los Estados. Que ladren, nosotros seguiremos cabalgando.
¿Han sufrido algún tipo de violencia, ya sea verbal o física, contra alguno de sus barcos o contra algún miembro de la organización?
Por supuesto. Han publicado fotos de la casa donde vivo y me la han pintado dos veces. Si el coche está rotulado con el logo de Open Arms también nos arriesgamos a que alguien lo raye o rompa el retrovisor. Son daños colaterales. También están las amenazas de muerte en redes sociales. Es un desgaste, pero convivimos con ello.
Las redes sociales son otro gran caladero de este tipo de discursos ultras...
Sí y hay toda una maquinaria detrás. Pseudoperiodistas pagados y fake news que intentan manchar mi honorabilidad y la de la organización. Cada publicación que hacemos en redes va acompañada automáticamente de una colección de bots que responden con cualquier barbaridad. El odio y la xenofobia necesitan gritar para hacerse oír, porque son pocos y no son mayoría. Es una corriente artificial para generar seguidores y volumen.
En cambio, la solidaridad y la empatía de la sociedad civil son discretas y no gritan. A mí me paran por la calle, me felicitan, se hacen fotos y llevan nuestras sudaderas y camisetas. Te sorprende que las redes sociales no reflejen esa realidad y es porque hay muchísimo dinero invertido en generar una corriente de opinión negativa.
¿Qué opinión le merecen aquellos discursos políticos, cada vez más asentados, que solo defienden a los migrantes por su aportación económica o laboral?
Vivimos en una época en la que los derechos humanos no pesan. Parecen una pieza de museo que Europa exhibe como si fuera un gran trofeo. Te acercas, te haces una foto con ellos, pero luego nadie se los lee. Todo el mundo los utiliza, pero cuando dejan de ser teóricos y se convierten en personas que llegan o en cadáveres que aparecen en nuestra costa, dejan de ser humanos. Se convierten en ilegales, inmigrantes, invasores o problemas. Es el arte de proteger nuestra conciencia cambiando las palabras para deshumanizar. La semántica como salida de emergencia moral.
Detrás de cada persona que huye hay un territorio devastado, un conflicto olvidado, una cadena de decisiones económicas, geopolíticas o energéticas que hace que vivir allí sea imposible. Además, están los efectos del cambio climático, que desplazan a millones de personas en África. La mayoría no migra para “mejorar su nivel de vida”, sino para sobrevivir.
¿Cómo valora las actuales políticas migratorias de España y de la Unión Europea?
La política migratoria de la Unión Europea es dejar que mueran en el mar. Es decir, que el mar haga el trabajo sucio. No es un accidente, sino un mecanismo de disuasión, ya que si nadie rescata y no llegan, se mueren. Además, han desarrollado la nueva especialidad de subcontratar la incomodidad. Externalizamos la mierda para que no ensucie nuestro continente, ya que tenemos a Libia, Turquía, Túnez, Marruecos y ahora Mauritania como nuevos guardianes de la frontera. Nosotros les pagamos y ellos hacen el trabajo sucio para que durmamos tranquilos. Todavía tenemos la poca vergüenza de llamar a eso política migratoria. Hemos aprendido a convertir la indiferencia en virtud y el cinismo en estrategia.
La política migratoria de la Unión Europea es dejar que mueran en el mar. Es decir, que el mar haga el trabajo sucio. No es un accidente, sino un mecanismo de disuasión, ya que si nadie rescata y no llegan, se mueren
¿Qué importancia cree que tiene el periodismo comprometido a la hora de combatir los discursos contra la inmigración?
Para mí es muy importante y, por ello, en todas las misiones que llevamos en el mar han venido como mínimo dos periodistas a bordo. Para poner luz donde no quieren que la haya, para que se vea lo que ocurre y se sepa y para que se vea que lo que hacemos no es nada raro ni ilegal. Sois importantes porque sin información y sin comunicación la sociedad civil no se entera y esta es la que tiene que decidir actuar y protestar cuando el Gobierno calla. Para ello hace falta esa conexión entre las organizaciones y los medios que nos conduzca a cambiar el status quo actual.
Además del Mediterráneo, Open Arms ha ofrecido ayuda en Ucrania y Gaza. ¿Piensa en volver a la Franja o siguen pesando los ataques sufridos junto a los cooperantes de World Central Kitchen?
Después de esas dos misiones en Gaza estuvimos con el embajador palestino en España. Nos hizo un acto de reconocimiento y concretamos que, en el momento en que haya una paz duradera, ayudaremos y colaboraremos con Palestina en todo lo que se pueda, sobre todo en la parte social. Pero mientras el conflicto armado esté en marcha yo no puedo poner en riesgo a nuestros voluntarios y a nuestro equipo. Espero que podamos volver y estaremos, como hemos hecho siempre, donde se nos necesite."
(Entrevista a Oscar Camps, Pablo de la Serna , InfoLibre, 25/11/25)
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