"La conducta desestabilizadora de los inversores internacionales obedece a las lúgubres perspectivas de nuestra economía, en la medida en que estas afectan a la solvencia y a la liquidez de los bancos e, indirectamente, al sector público.
También les preocupa el endeudamiento del sector privado y la opacidad de las finanzas regionales y municipales. ¿Qué estrategia podríamos seguir para que la prima de riesgo detenga su escalada hacia el nivel de riesgo de impago? (...)
Disipar aquellas incertidumbres y, siguiendo el ejemplo de Islandia, dejar quebrar aquellos bancos mal gestionados a fin de que los accionistas y los acreedores -bancos alemanes, franceses, y holandeses- sufriesen las pérdidas que resultasen de sus decisiones equivocadas de inversión, pero protegiendo siempre a los depositantes.
Aunque esto pudiese infundir temores adicionales sobre nuestra deuda pública, o provocar ondas expansivas en el interconectado sistema bancario de la eurozona, la lógica económica obligaría al sector privado, y no al contribuyente ni al depositante, a pagar los platos rotos. (...)
Otra línea de acción consistiría en solicitar un rescate en el futuro, pero esto no atacaría las causas fundamentales del débil crecimiento, y constituiría una distracción que agravaría la situación.
Más financiación significaría más deuda y más intereses a devolver, lo que mantendría alta la prima de riesgo soberano -como la experiencia irlandesa nos demuestra-, reduciendo nuestra capacidad para financiar la economía y empeorando las perspectivas de crecimiento.
Además, un rescate no eliminaría el riesgo de impago soberano del Gobierno. ¿Qué pasará cuando, como sostienen algunos analistas, el rescate de Irlanda requiera más de los 85.000 millones obtenidos, una cifra demasiado pequeña para evitar la insolvencia cuando, dentro de unos años, se tenga que rembolsar dicha deuda? (...)
Por ello, lo prudente sería acceder a un rescate limitado pero con bastante ajuste. Así, una ayuda escasa evitaría endeudarnos demasiado, y haría políticamente más soportables las condiciones de ajuste, al venir impuestas desde fuera. (...)
Yerra cuando, en sus previsiones para 2011, fía la reducción del déficit público a la reactivación del consumo privado, porque la secuencia habitual del ciclo se manifiesta primero a través de las exportaciones, después la inversión y, solo al final, el consumo privado.
La recuperación de las exportaciones pasa por mejorar el acceso al crédito y recuperar el 10-15% de la competitividad perdida con la eurozona desde 1999. Esto último supone reducir, en la misma cuantía, el diferencial de costes laborales unitarios durante varios años, para seguir después con crecimientos paralelos de costes laborales y productividad. Estrechar el diferencial obligará a un crecimiento de los costes laborales reales inferior al de la productividad. (...)
El Gobierno debe estar resuelto a terminar con la opacidad financiera de las comunidades autónomas y ayuntamientos, y anunciar que no rescatará a las que estén sobreendeudadas (...)
Por último, se debería terminar con la valoración de los activos inmobiliarios a precios irreales que realizan las instituciones financieras, y con las ayudas que, mediante el acceso a condiciones privilegiadas de financiación, reciben del FROB algunas instituciones sobreendeudadas.
Evitaríamos así repetir el error irlandés de salvarlas, pues se deben limpiar los activos inmobiliarios para que se recupere la economía, no al revés." (MANUEL SANCHIS I MARCO: Cuando todo esto pase. El País, 05/01/201, p. 27)
Artículo 129 de la Constitución española: Los poderes públicos... establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción - Implantar la democracia económica en España es constitucional
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