"El malestar cívico no encuentra sus políticos, el sujeto público capaz de representar su rebeldía y sus razones. (...)
El retroceso en derechos cívicos, inversiones públicas y capacidad
adquisitiva puede vivirse aquí, en este rincón de Europa, no sólo como
la consecuencia de una situación más o menos compleja, sino como un
capítulo más de la vieja falta de consolidación nacional.
Si la salida
del franquismo se celebró como la despedida definitiva del subdesarrollo
y la integración en el capitalismo avanzado, la crisis actual se padece
como una amenaza de regreso a las tinieblas. La famosa despedida
resultó un espejismo.
Las élites económicas españolas no han acabado nunca de consolidar un
Estado fuerte porque prefirieron hundir el país antes que perder alguno
de sus privilegios. Bajo los gritos patrioteros y las proclamas
nacionalistas, se escondió siempre una falta absoluta de respeto por la
realidad nacional.
La corrupción española, que alcanza en la actualidad
un grado de espectáculo bochornoso, tiene que ver con esta falta de
respeto. Los padres de la patria con cuentas en bancos de Suiza, la
afición por los paraísos fiscales, las facilidades para defraudar sin
ser perseguidos, incluso las legislaciones propicias para robarle dinero
al Estado sin cometer delito, hablan de ese patriotismo hueco y del
cinismo con el que las élites agitan la bandera nacional. (...)
El bipartidismo instaurado por la Transición ha tenido un
comportamiento semejante a aquel juego liberal y conservador de las dos
España de la Restauración que, según el famoso poema de Machado, se
empecinó en helar el corazón de los españolitos.
Parece claro una vez más que las élites económicas han preferido
empobrecer el país antes que aceptar la pérdida de privilegios que
suponía una verdadera democratización económica de España. Las grandes
empresas y los banqueros se comportan con prerrogativas y desvergüenzas
propias de caciques.
El espectáculo es tan impudoroso que ha puesto en
grave peligro la farsa del sistema bipartidista. Por primera vez en los
últimos 30 años las encuestas se convierten en abismos. La caída del
partido en el Gobierno no supone un renacimiento del partido en la
oposición. Las dos siglas andan por los suelos. La manipulación de la
ingeniería electoral deberá echar huma para mantener una apariencia de
mayorías democráticas.
Más allá de las tentaciones totalitarias, todavía débiles en España, y
de las ocurrencias extravagantes que de vez en cuando surgen, se
extiende un sentimiento claro de que es necesaria una nueva respuesta
política.
La renovación del PSOE ha dejado de ser una prioridad frente
al descrédito del PP. Ahora se necesita la configuración de una nueva
mayoría social que ponga fin a las trampas de un sistema corrupto desde
el punto de vista económico e institucional.
El país busca un nuevo
sujeto político como los personajes de Luigi Pirandello buscaban un
autor. El asalto generalizado a la vida cotidiana de los españoles, a
sus derechos y a su realidad económica, exige una reacción colectiva si
no queremos que caiga una vez más sobre nosotros la maldición de
Fernando VII." (Luis García Montero, Artículo publicado en Público.es, Attac España, 29/01/2013)
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