"A juicio de Martínez, la opción de abandonar el euro “serviría de
muy poco”. Porque “lo realmente importante en España y la periferia
europea es cambiar la correlación de fuerzas políticas”; “con la misma
patronal, la misma banca y los mismos políticos, ¿de qué nos serviría
abandonar la moneda única?”, se ha interrogado.
Considera, por tanto,
que salirse de la eurozona “no debería ser la primera opción”; “habría
que centrarse antes en formar un gobierno de izquierdas”, agrega.
¿Por
qué plantear la ruptura con la moneda única representaría, a juicio de
Alberto Martínez, un “error de primera magnitud”? En primer lugar,
porque la mayoría de los ciudadanos, por la influencia de los medios de
comunicación y los discursos oficiales, se muestran partidarios de
continuar en el euro. “Para que fuera efectiva, mucha más gente tendría
que respaldar esta medida”.
También explica el economista de
ATTAC que otorgar toda la prioridad al euro supone “restringirse” y
olvidar otras medidas con margen de implementación.
Por ejemplo, es
cierto que dentro de las competencias del BCE no figura la financiación
de los estados, pero instituciones oficiales sí pueden solicitar fondos a
la institución europea (el ICO ha pedido capital al BCE -20.000
millones de euros- para financiar los pagos a proveedores de
ayuntamientos y gobiernos autonómicos); asimismo, puede exigirse una
marcha atrás en las reformas laborales o del sistema público de
pensiones.
O intentar poner coto, de alguna manera, a los paraísos
fiscales. En este punto, remata el economista, nunca se subrayará lo
suficiente el valor del ejemplo: “sin un país arranca en la adopción de
estas medidas, cundirá el ejemplo”.
Las alternativas más
inmediatas (dentro del euro) se han citado muchas veces y Alberto
Martínez insiste en ellas: la posibilidad de que el BCE pueda financiar
directamente a los estados; la implementación de una suerte de “Plan
Marshall” a través del Banco Europeo de Inversiones, pero no para un
crecimiento meramente “productivista” que desconsidere las necesidades
ambientales y sociales de las poblaciones; un sistema de eurobonos; la
hacienda única europea; una política fiscal redistributiva del centro a
la periferia, que incluya un impuesto único a la porción más rica de la
población europea; y quitas de la deuda.
Martínez agrega un matiz: “las
políticas ultraliberales basadas en la austeridad no se limitan a la
zona euro, sino que se extienden a la Europa de los 27; salirse de la
moneda única no basta para resolver los problemas”, insiste.
Manolo Colomer ha criticado, de entrada, algunas interpretaciones
“equivocadas” e “izquierdistas” que minusvaloran la importancia del
euro. Vienen a defender estos planteamientos que lo realmente
significativo es romper con el sistema, no con la moneda única.
Pero lo
cierto es, según Colomer, que en “la gravedad y la larga duración de la
crisis actual, el euro representa un factor de primer orden; de hecho,
las economías más desarrolladas de Europa han soportado peor la recesión
que otras no sometidas a este corsé monetario”.
Y no sólo se trata de
poner en cuestión la eurozona sino que, más aún, “nos hallamos ante el
final del mito de Europa como ente asociado al progreso y a la
integración en un club de ricos, que se ofreció como utopía ante la
caída del bloque del este; es un mito que se desmorona y que
difícilmente se recuperará”. (...)
Ahora bien, no debería perderse la izquierda en un debate de matices y
perder de vista la idea nuclear, es decir, lo que representa el euro. Y
por qué se le pone en el punto de mira: “La moneda en el capitalismo
cristaliza el poder de una clase social; es, además, uno de los
aglutinantes que cohesiona a la sociedad; y también permite priorizar
unos sectores de la economía sobre otros” (asimismo, en el estado
español, el déficit exterior se ha multiplicado por cinco desde la
entrada en vigor de la moneda única).
Los economistas críticos
han propuesto numerosas alternativas que apuntan, en buena medida, a la
recuperación de la soberanía económica. Por ejemplo, primar a los
ahorradores nacionales en las subastas de deuda pública; también
recuperar impuestos (patrimonio o sucesiones) y la nacionalización de
sectores estratégicos, como la banca.
Entre las alternativas más
discutidas, y de mayor interés en un contexto de crisis de la deuda,
destacan las monedas paralelas. Fuera de la eurozona, y a escala local,
existe –entre otras muchas experiencias- la libra de Bristol, avalada
por el municipio y que sirve para estimular el comercio local.
A mayor
escala, podría crearse una peseta para la adquisición de bienes
nacionales y, con un tipo de cambio fijo, mantenerse el euro para
intercambios con el exterior. “Se trata de iniciativas que contribuirían
a erosionar la hegemonía del euro”, remata Colomer.
No se
trata de realizar grandes inventos. Antes del euro, recuerda el
economista del Espai Alternatiu, funcionaba el Sistema Monetario Europeo
y el ECU como referente monetario. Pero se mantenían las monedas
nacionales, que permanecían alineadas y con un valor que podía fluctuar
dentro de unos límites.
Economistas como Sapir han defendido trasladar
esta experiencia a la realidad de la eurozona. Por lo demás, tampoco
debería tenerse un miedo pánico a cuestionarse el euro: “Plantear
auditorías de la deuda tiene el mismo potencial que abandonar la moneda
única; en ambos casos subyace un problema político general”, señala
Colomer.
A fin de cuentas, “se trata de bloquear el avance del proyecto
neoliberal europeo”. ¿Cómo? Por ejemplo, negándose a trasponer
directivas de la UE que quiebren derechos sociales incluidos en la
Constitución Española. El debate está abierto, pero urge la acción." (Enric Llopis, Rebelión, 01/07/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario