"(...) nuestra ley electoral rompe abiertamente la ecuación democrática, un
ciudadano un voto, produciendo graves distorsiones en el sistema.
Vayamos a los datos. UP 922.579 votos y 2 escaños. ER 599.289 votos y
9 escaños. DiL 565.501 votos y 8 escaños. PNV 301.585 votos y 6
escaños.
Cualquier niño de primaria que sepa dividir deduce que los votantes
de UP han sido proporcionalmente castigados. Correlativamente, los
votantes de ER, DiL y PNV han sido generosa e injustamente favorecidos.
¡La desproporción es alarmante y supera todo lo razonable!
Tomando por verdad que para el PNV 300mil votos le proporcionan 6
escaños, a UP con 1millón de votos, es decir, 3 veces más, se le deben
asignar 18 escaños, pero la ley electoral le acaba de reconocer solo 2
diputados.
Algo parecido sucede si comparamos ER y UP, la proporción en votos es
aproximadamente de 1 a 2 pero en escaños de 2 a 9. Semejante resulta la
comparación entre DiL y UP, la relación es de 1 a 2, pero en escaños de
2 a 4. En definitiva, a UP un escaño le ha costado 411.289 votos, a ER
66.587, a DiL 70.687 y al PNV 50.264 votos.
Tres. El análisis no tiene fisuras y debe ser
tomando muy en serio, al margen de otras consideraciones. No obstante,
añadiré tres observaciones más.
a) La comparación aritmética afecta a partidos políticos que, por un
lado, ER, DiL y PNV, son locales, independentistas y contrarios a la
Constitución española, y por el otro, UP, es un partido no local, y bien
repartido a lo largo y ancho de la geografía española.
Dicho de otro
modo, en las elecciones al Congreso de los Diputados, ofrece una
dispersión digna de mejor fortuna. Lo digo porque UP recoge
sensibilidades de asturianos, canarios, vascos, catalanes, madrileños y
así en todas las comunidades autónomas.
En contraste con los otros que
se concentran exclusivamente en Cataluña y el País Vasco. Es más, ni
siquiera se presentan en todos los distritos electorales. Requisito que
pudiera exigirse en una ley electoral reformada, aprobada tan
democráticamente como la vigente. (...)
b) Los grandes partidos también se benefician de la vigente ley
electoral. Los datos son elocuentes, cotejando partidos con implantación
en todo el territorio. Un escaño le ha costado al PP 58.633 votos, al
PSOE 61.431, a la coalición Podemos 75.175 y a Ciudadanos 87.451 votos.
Cuanto más votos, más escaños y a menor coste.
Correlativamente, a
medida que disminuye el tamaño en votos cuesta más votos obtener un
diputado. La diferencia entre PP y C’s es de 28.819 votos. Por tanto, la
desigualdad se confirma por arriba y por abajo.
c) La tercera reflexión va directamente al corazón de la reforma,
clave para el buen funcionamiento del sistema democrático. ¿Cómo
trasladar el principio democrático “un ciudadano, un voto” a la ley
electoral?
Basta con suprimir las 52 circunscripciones electorales y convertirlas en una sola.
Sí. El distrito electoral único es el sistema más garantista del
citado principio democrático. Luego se podrán discutir flecos como el
reparto de los restos; si aplicamos o no la proporcionalidad de la ley
D’Hont; si las encuestas deben marcar el espacio publicitario; si para
concurrir se exige una determinada implantación territorial o un
porcentaje mínimo de firmas, etc. (...)
Más oposición harán los partidos nacionalistas, que merman, y quizás pierdan el grupo parlamentario.
Pero si queremos ser demócratas de verdad, sin miedo a devolver el
poder genuino al pueblo soberano, preguntémosle. Convoquemos un
referéndum vinculante para que el pueblo español decida si quiere o no
un distrito electoral único para defender el principio de igualdad, que
en términos electorales significa, un ciudadano un voto." (
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