"(...) los acontecimientos de los últimos meses no invitan a una percepción muy
positiva de lo que nos aguarda. En todo caso, juzguen ustedes.
Primero,
pesimismo en el FMI. Christine Lagarde ha avisado que el crecimiento
global continúa siendo demasiado lento y demasiado frágil, anticipando
lo que parece será una revisión a la baja de las perspectivas económicas
mundiales.
Segundo, pesimismo en la banca central mundial. En la Fed se han
impuesto los que temen que las cosas probablemente empeorarán, como
muestra la publicación de las actas de su última reunión. Por su parte,
su presidenta, Janet Yellen, se manifiesta más cautelosa cada día que
pasa.(...)
Tercero, pesimismo de los mercados sobre la capacidad de la banca
central para enderezar la situación. Por ejemplo, tras situar el BCE y
el Banco del Japón los tipos de interés en valores negativos, por vez
primera en la historia, la reacción de la Fed y el deterioro global han
vuelto a elevar las cotizaciones del yen y del euro respecto del dólar.
¡Lo contrario de lo que cabía esperar!
Cuarto, pesimismo en los mercados. Esta semana, las bolsas española,
europea, japonesa y americana se han dado otro batacazo. Que, en algunas
de ellas, ha liquidado las mejoras de este último mes. Y el rendimiento
de la deuda alemana a 10 años está próximo a mínimos históricos,
ofreciendo un mísero 0,10%.
Quiere ello decir que hay un creciente flujo
de capitales hacia Alemania, vinculado a los temores que provocan otras
plazas, aunque también el aumento de las compras de bonos del BCE
ayuda.
Como pueden ver, el panorama en esta aldea global nuestra está
teñido, en demasía, de tonos un tanto sombríos. Pero, qué quieren que
les diga, es lo que hay. (...)
Aunque uno desea fervientemente que el tiempo mejore, esta calma chicha no durará." (La tempestad, ¿más cerca?, de Josep Oliver Alonso, La Vanguardia, en Caffe Reggio, 08/04/16)
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