"No aprenden. Se está activando lentamente un proceso de insostenibilidad
de la economía española cuyos principales responsables serán, de nuevo,
por enésima vez, una ortodoxia económica y académica completamente
miope.
En un contexto donde el resto del mundo y el volumen del comercio
mundial se desaceleran, exigir un ajuste fiscal desde Bruselas podría
activar uno de los 7 procesos de insostenibilidad definidos en su
momento por Wynne Godley. Si el resto
del mundo ahorra, el hecho de forzar a un ajuste presupuestario, pasar
de déficits públicos del 2%-3% actual al 0%, es el caldo de cultivo para
una nueva recesión de balances privados.
Y todo ello en un contexto
donde las empresas no financieras no han hecho los deberes, al no
aprovechar la devaluación interna, que
tanto demandaron, para incrementar la productividad de sus empresas, vía
procesos de inversión en capital tangible e intangible -revolución 3.0 y
4.0-.
Para entender cómo se puede estar formando el nuevo
proceso de inestabilidad utilizaremos dos instrumentos. En primer lugar,
los balances sectoriales de Godley para la economía española. En
segundo lugar, el balance agregado de las empresas no financieras,
obtenido a partir de las cuentas financieras de la economía española
publicado por Banco de España, y recogidos en su capítulo 2. A la hora
de entender el relato debemos incorporar además los efectos del proceso
de financiarización tras la Gran Recesión.
El intenso proceso de financiarización de las dos
últimas décadas no es independiente de la política monetaria. La
implementación de una política monetaria excesivamente expansiva conlleva procesos de endeudamiento y la activación de distintas burbujas financieras. Primero la tecnológica, después la inmobiliaria, y finalmente la corporativa estadounidense.
Pero ya sabemos que cualquier intento de fuga hacia delante, vía
burbujas, acaba siendo abortado. Es en este contexto donde se produce,
tras la Gran Recesión, el proceso de asalto del capital financiero al
ecosistema productivo global, incluido el español. A fecha de hoy, salvo
algunos activos financieros de mercados emergentes, el resto, ofrecen
rentabilidades ex ante negativas. En este contexto se activa la búsqueda
de retorno por parte del capital global.
En una economía
“finanziarizada” existe un elevado riesgo de ser absorbido por una gran
compañía, un fondo de inversión, un capital-riesgo. Las elevadas externalidades negativas
asociadas a este proceso, debería forzar a implementar medidas de
política económica que limitarán los efectos perversos de la
financiarización sobre nuestros sistema productivo, y favorecieran a los
sectores reales de nuestra economía. Pero no se ha hecho nada.
Los balances sectoriales de Wynne Godley
Un principio fundamental de la contabilidad establece
que por cada activo financiero existe un pasivo financiero que lo
compensa. Así, por ejemplo, el patrimonio financiero neto
de un hogar es igual a la suma de todos sus activos financieros menos
la suma de sus pasivos financieros. Si es mayor que cero, tendrá un
patrimonio financiero neto positivo. Para que, por ejemplo, el sector
privado acumule patrimonio financiero neto, éste tiene que tener forma
de derechos financieros sobre otro sector, bien sea el sector público o
el sector resto del mundo.
Ello aunque suene a algo elemental, parece
que no lo ha sido para muchos economistas que aún a fecha de hoy no
entienden que el proceso de desapalancamiento del sector privado
patrio tras el estallido de la burbuja inmobiliaria requería por
definición déficits públicos elevados. Aunque nuestro sector exterior ha
tenido y tiene un comportamiento formidable desde 1994 no era
suficiente para absorber la reducción de deuda privada.
Vamos a dividir la economía en tres sectores: sector
privado nacional, formado por hogares y empresas (financieras y no
financieras); sector público nacional que incluye todos los niveles
gubernamentales (estado central, comunidades autónomas, ayuntamientos, y
seguridad social); y resto del mundo (empresas, hogares y sectores
públicos extranjeros).
Hay un principio contable que se cumple siempre:
si se suman los déficits en los que incurren uno o más sectores el
resultado debe de ser igual a los superávits en los que incurren otro sector o sectores. Siguiendo a Wynne Godley obtenemos la siguiente ecuación:
Balance Privado Doméstico + Balance Público Doméstico + Balance Exterior = 0
La contabilidad macro, usando los Balances
Sectoriales de Wynne Godley, siempre nos dice la verdad. La deuda de un
sector es para otro un activo. Por lo tanto, la deuda del gobierno es el
activo del sector privado. Entender cómo un sector se relaciona con
otro utilizando un marco de equilibrio sectorial es muy útil, como lo es
entender la ecuación de las ganancias de Kalecki,
o la forma en que las reservas trabajan en un del sistema financiero.
La contabilidad no es glamurosa y las identidades no deben ser tomadas
como instrumentos de previsión pero pueden ayudarnos a detectar situaciones insostenibles.
Así por ejemplo, tras la Gran Recesión, el
desapalancamiento brutal del sector privado español, como resultado de
un rescate de negocios privados quebrados a costa de los contribuyentes,
generó una recesión de balances privados, ahorro privado, cuya
contrapartida fue un brutal desahorro público
y, en menor medida, del sector exterior.
La Gran Recesión pudo acabar
en una Depresión si no se llega a relajar la política presupuestaria y
no se permite a Mario Draghi usar el
balance del Banco Central Europeo. Desde finales de 2013, con el
consentimiento de Bruselas, la austeridad se relajó. El déficit
estructural ha crecido desde entonces. La nueva política monetaria y la expansión fiscal
permitieron la recuperación de la economía española que se vio además
favorecida por la depreciación del euro y la evolución del precio de las
materias primas.
Todo ello explica el crecimiento económico con
superávit en la balanza por cuenta corriente desde 2014. No hay ningún
milagro desde la oferta sino un uso adecuado de los instrumentos de
política macroeconómica.
Sin embargo, el compromiso del Ejecutivo de Sánchez
de pasar de un déficit presupuestario del 2%-3% al 0% puede activar un
proceso de insostenibilidad a la “Wynne Godley”. No parecen entender que
el déficit del Estado es necesariamente igual al ahorro del sector no
público. Si ignoramos el sector exterior, entonces el desahorro del
Estado es idéntico —hasta el céntimo—al ahorro de hogares y empresas.
Si
añadimos que nuestra balanza comercial
empieza a ser deficitaria, y que el resto del mundo puede empezar a
ahorrar, entonces el efecto de un equilibrio presupuestario del Gobierno
sería endeudar aún más a unos hogares y empresas cuyas tasa de ahorro
están en mínimos históricos.
Esto solo puede llevar a una nueva crisis financiera
como la que experimentamos en 2008. Digámoslo claramente, la
combinación de superávit fiscal y déficit por cuenta corriente nos
llevaría a una recesión similar a la de 2008. En el siguiente blog
analizaremos la evolución de los balances de las empresas no financieras
y ciertas dinámicas que en el contexto descrito pueden activar y
acelerar el proceso de insostenibilidad a “la Wynne Godley”." (Juan Laborda, Vox Populi, 27/06/19)
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