"Han pasado más de diez años desde el
comienzo de la crisis. Una crisis dura, con enormes costes sociales y
económicos. De ella y de la aplicación de unas políticas y reformas regresivas
se han derivado sus efectos. Elevados niveles de desigualdad y de pobreza.
Precariedad laboral a ultranza. Devaluación salarial concentrada en los
trabajadores de la mitad inferior de la distribución. Servicios públicos al límite
de sus posibilidades por los recortes realizados. Impuestos cada vez menos
centrados en los más ricos, más regresivos.
Estas situaciones no desaparecen –y aun
se acrecientan- con el crecimiento económico y del empleo. Mientras las rentas
salariales no han recuperado todavía los niveles reales previos a la crisis,
los beneficios de las empresas (no financieras y sin autónomos) son 38.000
millones de euros mayores a precios constantes que en 2008. Y 11.000 millones
más, los dividendos que reparten a los accionistas.
Más de diez años después de iniciada la
crisis se constatan las consecuencias de las políticas adoptadas: la renta
media real es hoy en España la misma que hace 10 años, pero, mientras el 1% más
rico ha aumentado su renta un 21%, el 40% más pobre ha perdido lo que los demás
han ganado.
Son solo algunas muestras de la
situación, pero hay datos a centenares.
Los efectos no desaparecen con el
crecimiento porque se han devastado las estructuras que garantizan el reparto y
la redistribución. Si se siguen haciendo las mismas cosas se obtendrán,
agudizados, los mismos resultados. Esa es la cuestión.
Es hora de las políticas de cambio. Y
hay que actuar en muchos órdenes, pero estratégicamente en tres:
- el mercado de trabajo,
- el sistema fiscal,
- y la regulación de los mercados, en particular, del mercado de la energía y de la vivienda.
Solo políticas decididas y firmes, y
necesariamente en los tres ámbitos, pueden revertir la situación y favorecer y
hacer más ‘resiliente’ la economía, y
recomponer la cohesión y la justicia social. Es la hora. El momento político en
el que España debe decidir cómo debe ser su futuro, qué sociedad queremos. (...)
Los programas de los partidos evidencian
amplias coincidencias que reflejan la madurez de la sociedad sobre los cambios
necesarios. Los ciudadanos reclaman y esperan un acuerdo a largo plazo que
aporte concreción y estabilidad al cambio. Se tienen que expresar las políticas
que van a transformar nuestro país y aproximarlo a los niveles de bienestar y
justicia de los países más avanzados.
Los tres ámbitos estratégicos de la
política económica en este momento deben ser definidos sin ambages, con total
claridad.
- Si no se reduce drásticamente la precariedad del empleo, se estabiliza el mercado de trabajo y se restablece la vinculación de los salarios con la productividad no mejorará el reparto de la renta para los asalariados.
- Si no se aumentan la justicia fiscal y los gastos públicos garantizando que los más favorecidos, ciudadanos y empresas, paguen más de acuerdo con sus altos ingresos, no aumentará la redistribución, no se reforzará el bienestar de la mayoría de los ciudadanos porque los recursos seguirán sin alcanzar y no se reducirá la elevadísima e indigna desigualdad social.
- Y si no se abordan decididamente las reformas regulatorias que requieren los mercados, la transición energética y la vivienda –reforma del mercado de la electricidad; creación de parques públicos de viviendas en alquiler, entre otros- no se conseguirá el impulso económico, de inversión, de cambio de modelo productivo y de competitividad que España, y en particular su población más joven, necesita.
Al contrario, los ciudadanos y las
empresas correrán con los costes y todos perderemos el tren del futuro. Los
intereses particulares de muchos grupos económicos y políticos no pueden ni
deben parar esta triple transformación que necesariamente debe iniciarse y
progresar con claridad durante los próximos cuatro años.
Economistas Frente a la Crisis... 10 julio 2019" (Economistas frente a la crisis, Julio, 2019)
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