2.11.20

Nouriel Roubini: Si no gana, Trump y sus esbirros harán todo lo necesario para robar la elección; y dada la amplia variedad de medios a disposición del ejecutivo, pueden salirse con la suya, si los primeros resultados electorales son parejos y no muestran una victoria clara de Biden

 "(...) Más preocupante es la perspectiva de una larga disputa en torno del resultado, en la que ambas partes se nieguen a ceder y libren fieras batallas legales y políticas en los tribunales, los medios y las calles. En la reñida elección de 2000, la cuestión no se decidió hasta el 12 de diciembre, cuando la Corte Suprema falló en favor de George Bush (hijo), y su oponente demócrata, Al Gore, aceptó el resultado con elegancia. 

La incertidumbre política provocó durante ese período una caída de más del 7% en las bolsas. Esta vez puede ser que la incertidumbre dure mucho más (tal vez meses) y eso implica serios riesgos para los mercados.Hay que tomar en serio esta hipótesis de pesadilla, incluso si ahora mismo parece improbable (...)

Trolls y bots inundan las redes sociales de teorías conspirativas, noticias falsas, deepfakes y desinformación. Trump y algunos de sus colegas republicanos han hecho propias absurdas como la de QAnon, y han dado señales de apoyo tácito a grupos supremacistas blancos. Gobernadores y otros funcionarios públicos de muchos estados bajo control republicano apelan sin el menor empacho a sucias estratagemas para suprimir los votos de grupos sociales de inclinación demócrata.

Para colmo, Trump ha dicho muchas veces (sin fundamentos) que el voto postal no es confiable; esto es porque anticipa que los demócratas serán mayoría entre quienes no voten en persona (como precaución de tiempos de pandemia). Además, se negó a decir que entregará el poder si pierde, y les hizo un guiño a milicias de derecha (a las que pidió «retroceder y esperar») que ya siembran el caos en las calles y traman actos de terrorismo interno. Si Trump pierde y apela a afirmar que hubo fraude electoral, hay una de violencia y agitación social. (...)

 De hecho, si los primeros resultados en la noche de la elección no indican de inmediato una amplia victoria demócrata, es casi seguro que Trump se declarará vencedor en los estados disputados, antes de que se hayan contado todos los votos postales. Miembros del equipo republicano tienen en marcha un plan para cuestionar la validez de esos votos y suspender el recuento en los estados clave. 

Librarán batallas legales en las capitales de estados bajo control republicano, en tribunales locales y federales llenos de , en una Corte Suprema con 6 a 3 de mayoría conservadora y en una Cámara de Representantes donde, de haber empate en el Colegio Electoral, los bloques legislativos de los estados emitirán un voto cada uno para elegir al presidente, y los republicanos controlan la mayoría de los bloques.

Al mismo tiempo, puede ocurrir que todas esas milicias armadas blancas que ahora están «esperando» salgan a las calles para fomentar la violencia y el caos, con el objetivo de provocar una respuesta violenta de grupos izquierdistas y dar a Trump un pretexto para invocar la Ley de Insurrección y desplegar fuerzas federales, o al ejército, para restaurar «la ley y el orden» (algo con lo que ya amenazó).

 Tal vez pensando en este final posible, la administración Trump ya calificó a varias grandes ciudades con gobierno demócrata como distritos «anarquistas» que tal vez deba reprimir. Es decir, es evidente que Trump y sus esbirros harán todo lo necesario para robarse la elección; y dada la amplia variedad de medios a disposición del ejecutivo, pueden salirse con la suya, si los primeros resultados electorales son parejos y no muestran una victoria clara de Biden.

Por supuesto, si los primeros recuentos dan a Biden una gran ventaja incluso en estados tradicionalmente republicanos como Carolina del Norte, Florida o Texas, a Trump le será mucho más difícil prolongar la discusión y aceptará la derrota antes. El problema es que cualquier resultado que sea menos que una victoria aplastante de Biden dejará abierto un resquicio para que Trump (con los gobiernos extranjeros que lo apoyan) apele al caos y a la desinformación para embarrar el proceso, mientras los republicanos maniobran para llevar la decisión final a ámbitos más favorables (por ejemplo, los tribunales).

Semejante grado de inestabilidad política puede dar lugar a un importante episodio de huida del riesgo en los mercados financieros, en un momento en que la economía ya se está desacelerando y las perspectivas de un paquete adicional de estímulo en el corto plazo son inciertas. 

Una disputa prolongada por el resultado electoral (incluso hasta inicios del año entrante) puede provocar una caída de hasta un 10% en las bolsas y que se reduzcan los rendimientos de los títulos públicos (que ya están bastante bajos); y la huida mundial hacia la seguridad presionará aun más al alza sobre el precio del oro. Lo habitual en estos casos es que el dólar se fortalezca; pero como el disparador de este episodio particular sería el caos político en Estados Unidos, puede haber una fuga de capitales contra el dólar que lo debilite.

Una cosa es segura: una elección muy disputada deteriorará todavía más el prestigio internacional de Estados Unidos como ejemplo de democracia y Estado de Derecho y debilitará su poder blando. Hace tiempo (sobre todo los últimos cuatro años) que la política del país transmite una imagen de caso perdido. De modo que, sin dejar de tener esperanzas en que el caos antes descrito no se haga realidad (las encuestas todavía muestran una clara ventaja de Biden), los inversores deberían prepararse para lo peor, no sólo el día de la elección sino también en las semanas y meses venideros."            (Nouriel Roubini, Project Syndicate, 27/10/20)

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