17.6.23

La miseria moral europea... "El pesquero, con 750 personas abordo, se hundió mientras los guardacostas griegos lo vigilaban de cerca"... "Miembros de las fuerzas de seguridad de Letonia, con pasamontañas, armados y sin placas identificativas, que agreden a los migrantes con porras y pistolas táser con el consentimiento de las autoridades. existencia de prisiones secretas en medio del bosque en las que migrantes, incluidos niños, son retenidos, y en ocasiones torturados, antes de ser expulsados a Bielorrusia"... La situación de los migrantes que vagan perdidos por el bosque, en el que habitan osos y lobos y las temperaturas en invierno llegan a desplomarse hasta los 25 grados bajo cero, contrasta con el apoyo de la sociedad y la clase política letonas a los casi 50.000 ucranios que se han reasentado en el país báltico desde el inicio de la invasión rusa

 "Más de 48 horas después de que un viejo pesquero naufragase en aguas de Grecia, dejando cientos de desaparecidos y al menos 78 cadáveres en el mar, se multiplican las lagunas que impiden reconstruir a ciencia cierta qué ocurrió. 

La principal incógnita reside en si una operación de salvamento activada a tiempo por las autoridades griegas hubiera evitado las muertes. Tras el rescate de 104 personas, entre las que no había mujeres ni niños —se sospecha que quedaron atrapados en la bodega del barco—, ni siquiera se sabe aún cuántos migrantes y demandantes de asilo abarrotaban el buque. La Organización Internacional para las Migraciones calcula, basándose en el relato de los supervivientes, que a bordo viajaban entre 700 y 750 personas. La estimación incluye a un mínimo de 40 niños. Esas cifras permiten vaticinar que se va a convertir en una de las mayores tragedias registradas en el Mediterráneo.

La información oficial es escasa y la Guardia Costera griega ha eludido cualquier responsabilidad en lo sucedido. En un comunicado oficial, ha insistido en que los náufragos rechazaron cualquier ayuda, que solo solicitaron víveres y que pidieron continuar su trayecto hacia Italia, el destino de la embarcación. Las operaciones de rescate, sin embargo, no se rigen por una negociación con los ocupantes del barco, sino que están reguladas por ley. “La ayuda nunca es un contrato. Si una autoridad, por el motivo que sea, no puede intervenir, debe pedir la intervención de otros”, explica el almirante retirado de la guardia costera italiana Vittorio Alessandro. “Existían los elementos para intervenir previstos en la normativa europea: había embarcación sobrecargada, ausencia de salvavidas, falta de capitán y mala navegabilidad”, abunda.

 El caso de este naufragio recuerda al ocurrido en Cutro (sur de Italia) el 26 de febrero, cuando un barco con casi 200 personas naufragó a 40 metros de la costa italiana. Al menos 94 refugiados murieron, entre ellos 35 menores. Tanto Frontex, la agencia europea de fronteras, como las autoridades italianas habían localizado el pesquero, que navegaba sobrecargado, en mitad de un temporal. Los guardacostas italianos se resistieron a activar una operación de rescate hasta que el barco ya se hubo partido en pedazos. (...)"        (Hibai Arbide AzaMaría Martín , El País, 16/06/23) 


 "Palizas, hambre, frío y muerte en el agujero negro de la frontera entre Bielorrusia y Letonia.

 El drama comenzó hace casi dos años. Decenas de migrantes llegaron a la frontera entre Bielorrusia y Letonia con la intención de cruzar a la Unión Europea. Las autoridades letonas decretaron el estado de emergencia, vetaron el acceso a la prensa y los activistas, suspendieron la directiva comunitaria de asilo y dieron luz verde a las devoluciones en caliente y al uso de la fuerza. Algunas personas se quedaron atrapadas en tierra de nadie hasta siete meses: hambrientas, heladas, desesperadas y forzadas por los guardias bielorrusos a permanecer en un bosque en el que se violan impunemente los derechos humanos y reina la violencia. Tras un periodo en el que se redujo casi por completo, el flujo de migrantes en la frontera ha vuelto a aumentar notablemente en las últimas semanas. “Es inhumano el trato que recibe gente que necesita ayuda imperiosamente”, sostiene Ieva Raubisko, una activista letona que se enfrenta a una posible condena de hasta cinco años de cárcel por socorrer a un grupo de sirios exhaustos que acababan de pisar territorio comunitario. (...)

La franja de terreno que separa Letonia y Bielorrusia se convirtió rápidamente en un agujero negro donde son frecuentes las palizas y las descargas eléctricas; una zona boscosa y muy despoblada en la que varias personas han perdido dedos o extremidades por congelación y otras han desaparecido en medio de un apagón informativo.

Tras ser expulsados de territorio letón, cinco sirios, asistidos por abogados bielorrusos exiliados en Lituania, lograron que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictara unas medidas cautelares que exigían a Letonia que aceptara y ofreciera asistencia médica a estas personas, al menos temporalmente. (...)

Amnistía Internacional publicó en octubre un informe de 67 páginas con dos decenas de entrevistas que, sumadas a los anteriores testimonios documentados por Jolkina, perfilan un patrón de abusos de las fuerzas de seguridad letonas sobre los migrantes. Los afectados suelen coincidir al describir los “comandos” como grupos de miembros de las fuerzas de seguridad con pasamontañas, armados y sin placas identificativas, que agreden a los migrantes con porras y pistolas táser con el consentimiento de las autoridades. Uno de los puntos más polémicos en los que coinciden muchos relatos es la existencia de prisiones secretas en medio del bosque en las que migrantes, incluidos niños, son retenidos —y en ocasiones torturados— antes de ser expulsados a Bielorrusia. (...)

Médicos Sin Fronteras abandonó Letonia ante “la imposibilidad de proporcionar apoyo médico y ayuda humanitaria a los migrantes y solicitantes de asilo”. “A diferencia de Polonia y Lituania, los medios de comunicación letones no han cubierto este asunto desde la perspectiva de los derechos humanos. No se ha dado voz a las víctimas y se ha usado un lenguaje deshumanizador contra ellas; tildándolas de ilegales y criminales” (...)

La situación de los migrantes que vagan perdidos por el bosque, en el que habitan osos y lobos y las temperaturas en invierno llegan a desplomarse hasta los 25 grados bajo cero, contrasta con el apoyo de la sociedad y la clase política letonas a los casi 50.000 ucranios que se han reasentado en el país báltico desde el inicio de la invasión rusa, en febrero de 2022. La mayoría de la población respalda a los guardias fronterizos, los policías y los militares desplegados en la zona conflictiva. “Vive muy poca gente cerca de la frontera, pero si alguien ve a un grupo de migrantes que acaba de cruzar, es muy probable que alerte inmediatamente a las autoridades”, sostiene Jolkina. (...)

El pasado jueves, el Parlamento letón dio el primer paso para aprobar unas enmiendas legislativas que permitirán las devoluciones en caliente sin necesidad de prorrogar el estado de emergencia cada tres meses. Los guardias fronterizos podrán seguir recurriendo al uso de la fuerza para evitar cruces irregulares y expulsar sin ningún procedimiento a quienes logren atravesar la frontera. La reforma legislativa de Letonia va en línea con la aprobada en abril por Lituania. El Gobierno letón argumenta que, entre las personas “instrumentalizadas” por el Estado vasallo de Rusia, puede haber algunas con tendencias terroristas o infiltrados de servicios secretos enemigos. Desde agosto, Letonia está levantando una robusta valla metálica en los 173 kilómetros que la separan de Bielorrusia, en la que Estados Unidos hará una inversión millonaria para elevar las capacidades de detección. El Ministerio del Interior letón no ha accedido a responder a este diario.(...)"                       (Carlos Torralba, El País, 15/06/23)

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