"(...) La única política que ha salido reforzada de la etapa de Podemos en el Gobierno es Yolanda Díaz, y nunca formó parte de Podemos. Llegó al Gobierno de la mano de Izquierda Unida, que se había unido a Podemos en la alianza electoral de Unidas Podemos. Cuando Pablo Iglesias dimitió como líder de Podemos, señaló a Díaz como su sucesora natural. Poco sabía que Díaz no tenía ninguna intención de llevar adelante el proyecto de Podemos.
Desde sus inicios, Podemos fue concebido como una máquina electoral para convertir votos en escaños, y escaños en poder para cambiar leyes. Los fundadores de Podemos -incluido Pablo Iglesias- fueron transparentes a la hora de utilizarlo como vehículo para romper el panorama político. Se habló mucho de "círculos" de simpatizantes y miembros que generarían ideas y políticas de abajo arriba. Podemos nunca pretendió convertirse en un partido tradicional.
Desde entonces, los líderes de Podemos se han apegado a su identidad de Podemos. Los líderes de Podemos han llegado a identificarse con Podemos como una marca que funciona, por encima de todo, como el "verdadero" defensor de la izquierda. Esto queda claro en la forma en que sus líderes y Pablo Iglesias hablan de Podemos y se resisten a ser incorporados a Sumar. Irónicamente, fue justo el tipo de reacción entre muchos en Izquierda Unida cuando Podemos llegó a la escena: ellos también defendieron su partido como algo que tenía que ser defendido por derecho propio y que representaba la 'verdadera' voz de la izquierda.
El apego a Podemos como identidad ha ido de la mano de un paulatino distanciamiento de Podemos de la sociedad civil. Cuando Podemos surgió por primera vez, lo hizo a lomos de las olas de protesta social, sobre todo el movimiento de los Indignados de 2011 y las numerosas "mareas" de protestas contra los recortes en educación, sanidad, etcétera. Pero poco a poco los vínculos entre Podemos y las organizaciones de la sociedad civil se han ido reduciendo y el resultado es que Podemos se ha cerrado en sí mismo.
Significantes vacíos
Para tener éxito, Sumar tendrá que evitar desarrollar un apego similar a su propia marca y un distanciamiento concomitante de la sociedad civil. Hasta ahora, éstas parecen ser las intenciones del proyecto, pero, como hemos visto, éste fue también el caso de Podemos.
Podemos se inspiró, entre otros, en el fallecido teórico político Ernesto Laclau (1935-2014), quien sostenía que la política en general -y el populismo en particular- consistía en la producción de significantes vacíos. Estos significantes vacíos tienen éxito si se convierten en puntos de identificación positiva o negativa. El mejor ejemplo de esto en Podemos es el término la casta como forma de establecer una distinción entre el establishment y el pueblo, con Podemos del lado del pueblo.
Desde entonces, Podemos se ha vuelto mucho menos populista, pero la política española se ha vuelto mucho más populista. El partido populista de extrema derecha Vox se ha convertido en un actor clave, pero lo más importante es que el conservador Partido Popular (PP) ha dado un giro populista y se ha vuelto totalmente trumpista. Ahora cuestionan regularmente la legitimidad del Gobierno y de las instituciones políticas.
Han comprendido que producir significantes vacíos es una estrategia política de éxito. En las recientes elecciones municipales, su respuesta a cualquier pregunta parecía ser "ETA" o "Bildu", como forma de trazar una línea divisoria entre los españoles de bien y el Gobierno de coalición, que cuenta con el respaldo del partido vasco Bildu. Otro significante frecuente utilizado por la derecha ha sido "sanchismo" para referirse a todo lo que Pedro Sánchez pueda representar. Lo que es eso sigue siendo opaco, pero eso es parte de lo que lo convierte en un eficaz significante vacío: es una forma de articular el odio a Sánchez y de movilizar a los votantes, y funciona.
Hasta ahora, Díaz ha intentado tomar la iniciativa y sigue siendo la política española más popular. Habla de política y se centra en las causas tradicionales de la izquierda, como el empleo, la sanidad y las pensiones. La cuestión es si se puede seguir siendo simpático si se quiere ganar en un terreno político muy polarizado y "populista". Quizás haya un espacio electoral para un mensaje esperanzador sobre el futuro de España, articulado en oposición al odio y pesimismo de los discursos actuales de Vox y el PP. Pero lo cierto es que el clima político actual está marcado por el populismo de la derecha, y el mensaje de esperanza de Sumar quizá no pueda cambiarlo."
(Lasse Thomassen es catedrático de Política en la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Queen Mary de Londres. LSE, 12/06/23; traducción DEEPL)
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