"(...) Las armas han callado de momento en Gaza, pero no en Cisjordania, donde sus habitantes viven desde el 7 de octubre —el día del ataque de Hamás contra Israel en el que murieron 1.200 personas— en una constante escalada. Especialmente en algunas de las localidades consideradas por Israel feudos de la resistencia palestina, como Yenín, en el norte de Cisjordania, de unos 50.000 habitantes. De ellos, entre 11.000 y 14.000, según diversas fuentes palestinas, viven en un campo de refugiados cuya superficie no cubre ni medio kilómetro cuadrado.
La tarde del martes, un gran número de vehículos militares israelíes penetraron de nuevo en la ciudad y en ese campo, mientras francotiradores se apostaban en los tejados y los drones sobrevolaban los edificios, han explicado a este diario fuentes sanitarias que han pedido el anonimato. Luz Saavedra, coordinadora de Médicos sin Fronteras (MSF) en Yenín ―la única organización internacional que trabaja de forma permanente en el campo de refugiados y en la ciudad― ha hablado con EL PAÍS a través de una nota de audio. En ella, ha confirmado que los militares israelíes bloquearon la entrada al hospital público más grande de la urbe, el Jalil Suleimán, “con vehículos militares y con francotiradores” que impedían el acceso de los heridos a las urgencias del centro, a las que MSF ofrece apoyo.
“En esta ocasión, incluso vimos tropas de asalto cerca de la entrada de urgencias dentro del recinto del hospital”, un hecho de una “gravedad importante” que no se había visto “en anteriores incursiones”, ha denunciado Saavedra.
El
doctor Wisam Bakr, director del hospital Jalil Suleiman, relataba a este
diario, horas antes de la incursión en Yenín, que los soldados
israelíes “desde el 7 de octubre no siguen ninguna regla”. No solo
“impiden a heridos y pacientes acceder a atención médica” durante sus
incursiones, sino que “detienen las ambulancias, las registran y se
llevan a los heridos detenidos”. Los francotiradores disparan
directamente al hospital, aseguraba este médico. Los ventanales de las
escaleras del centro están plagados de enormes agujeros de bala,
aparentemente de gran calibre dado su diámetro. Atacar hospitales,
ambulancias y detener a personas heridas, incluso si se trata de
combatientes —siempre que no representen ya un peligro—, puede
constituir un crimen de guerra." (Trinidad Deiros Bronte , El País, 29/11/23)
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