"En esta guerra, cuando me aburro, me voy a dormir.
Pero luego me despiertan los bombardeos al amanecer y ya no me aburro. Las explosiones son tan cercanas que me quedo sorda durante unos minutos, solo puedo oír un zumbido en los oídos que se extiende hasta el cerebro.
En esos momentos después de un bombardeo, paso por tres etapas.
La primera es la mirada silenciosa y asustada. Estoy aturdida. Me levanto solo para volver a sentarme porque mis piernas ya no pueden soportar el peso de mi cuerpo. Intento procesar lo que está pasando, pero la mente consciente es protectora y no quiere que indague más.
La siguiente etapa saca a relucir otro mecanismo de defensa: restarle importancia a la situación con humor. Qué sorpresa ha sido ese bombardeo. Si mi hermana pequeña está en la habitación, decimos que la explosión era un globo que ha explotado o un neumático de coche.
Otras veces fingimos que el bombardeo no es nada grave.
La última etapa es el olvido. Finjo que no ha pasado nada y sigo con mi vida, imperturbable.
Mshahar
La mayoría de los días vivo en un estado de mshahar.
Mshahar es una palabra del dialecto palestino, específica de Gaza, que significa miserable o terriblemente desafortunado. Es la sensación de que la mala suerte te persigue todo el tiempo. Mi madre no deja de decir que somos una generación mshahar: nacimos cuando la vida se derrumbaba. Describe perfectamente a los palestinos, porque la guerra y la agonía nunca nos dejan en paz.
Israel rompió el alto el fuego a mediados de marzo y la guerra volvió, aunque en realidad nunca había terminado: más de cien personas murieron en ataques israelíes durante el «alto el fuego» y los drones nunca desaparecieron.
Pero con la ruptura del alto el fuego llegaron las tortuosas sirenas, los temblores de tierra, el regreso al mshahar. La lista de mártires aumentó a más de 1900 en poco más de un mes. Todo estaba volviendo a suceder.
Israel emitió órdenes de evacuación para la zona de al-Mukhabarat, en la ciudad de Gaza, donde vivo con mi madre y mi hermana menor. Nos fuimos a al-Nasser, otra zona de la ciudad de Gaza donde vive mi tío.
Apenas noté diferencia entre las dos zonas. Todo era mshahar. En nuestra zona se veían bolsas y mantas apiladas, gente que llevaba sus pertenencias en sacos y parecía desesperada. En Al-Nasser, la gente no estaba evacuando, pero también parecía desesperada, comprando en los mercados vacíos.
Regresamos a nuestra pequeña casa en Al-Mukhabarat ese mismo día porque estaba claro que no íbamos a construir una nueva vida.
Ta’aqlom
Al-Mukhabarat es una zona arrasada. Se ven más escombros que personas. El gris de los escombros incluso cubre el cielo. Hemos intentado crear un hogar agradable aquí, con algo más que escombros que mirar. Plantamos flores e incluso pusimos césped artificial que habíamos encontrado.
Esto es lo que en Gaza llamamos ta’aqlom: adaptarse a su manera a una situación difícil, vivir con algo y acostumbrarse a ello. Lo que se podría llamar «sobrevivir».
La fotografía es otro método de ta’aqlom. Es lo único que me mantiene respirando, cuerda y viva. Durante todas las evacuaciones, he tomado fotos, tratando de admirar la belleza de cada zona, a pesar de la destrucción. He vivido a través de mi lente, eligiendo lo que quiero ver.
Es mi forma de ta’aqlom.
La ciudad de Gaza es muy pequeña. Es compleja y resistente, y su belleza se esconde en sus imperfecciones. Maldices cada minuto que pasas allí, pero la echas de menos en cuanto te marchas. Pero ahora, solo deseas marcharte.
A veces pienso que la única belleza que queda en la ciudad de Gaza es la que uno crea en su cabeza, a través de sus propias observaciones. Es una forma de sentirse un poco mejor.
Hago fotos con mi teléfono, un Samsung, y eso me ha ayudado a ver la belleza de Gaza, que, si te entrenas para verla y la miras de cerca, no tiene límites.
Sin embargo, ahora la belleza que encuentro es de otro tipo, una
belleza dolorosa. Se esconde en la miseria de la gente, que me rompe el
corazón. Es la sensación de al-fajaa, la tragedia, la insoportable combinación de dolor y agonía."
(es escritora y fotógrafa en Gaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario