27.10.25

El plebiscito de la crueldad: Milei gana, Argentina pierde... Un país exhausto que, a falta de esperanza, vota obediencia... La inflación ha bajado, sí, pero lo ha hecho a costa del empleo, del salario y de la dignidad... En nombre del orden y del mercado, se ha consolidado la pedagogía de la resignación. El mensaje es simple y brutal: si pasas hambre, aguanta; si pierdes el trabajo, es por tu bien; si tu hijo deja la escuela, es porque el Estado ya no puede mantener “parásitos”. La narrativa del sacrificio ha sido tan repetida por los medios afines que ha dejado de parecer crueldad para presentarse como sentido común... Nunca en democracia el hambre había sido tan funcional al poder... Los medios aliados al poder ultraliberal hablan de “madurez ciudadana”. En realidad, lo que hay es una población traumatizada por años de inflación, corrupción y desencanto. Una sociedad agotada que se aferra al verdugo porque promete castigar a todos los demás. Lo que Milei ofrece no es libertad, sino venganza: contra el Estado, contra los sindicatos, contra los pobres que molestan, contra la política que no funcionó... El hambre ya no es consecuencia: es estrategia. El dolor, una herramienta. La democracia, un decorado (Spanish Revolution)

 "LA DEMOCRACIA SECUESTRADA POR EL MIEDO

El 40% de los votos. 92 diputados. Un país exhausto que, a falta de esperanza, vota obediencia.
La Libertad Avanza ha ganado las elecciones legislativas argentinas y ha conquistado incluso Buenos Aires, el histórico bastión del peronismo. Un resultado que no se explica por convicción sino por agotamiento. No es una victoria del consenso, sino del miedo.

El de Javier Milei no es un triunfo político, sino psicológico. Ha logrado convencer a millones de argentinas y argentinos de que el sufrimiento es una virtud, de que el ajuste es una forma de redención y de que el dolor colectivo es un sacrificio necesario para la “grandeza nacional”. La inflación ha bajado, sí, pero lo ha hecho a costa del empleo, del salario y de la dignidad.

En nombre del orden y del mercado, se ha consolidado la pedagogía de la resignación. El mensaje es simple y brutal: si pasas hambre, aguanta; si pierdes el trabajo, es por tu bien; si tu hijo deja la escuela, es porque el Estado ya no puede mantener “parásitos”. La narrativa del sacrificio ha sido tan repetida por los medios afines que ha dejado de parecer crueldad para presentarse como sentido común.

La economía se estabiliza, pero la sociedad se desangra. Los comedores populares se multiplican, los alquileres se vuelven impagables y los hospitales carecen de insumos básicos. Pero Milei celebra el “punto bisagra” de su gobierno rodeado de banderas, como si la patria se construyera sobre cadáveres económicos.

Mientras tanto, la oposición intenta recomponer sus ruinas. Axel Kicillof advirtió desde La Plata que “se han perdido empleos, cierran empresas todos los días y los más vulnerables sufren cada día más”. Pero el peronismo, atrapado en su propia crisis, ya no logra representar la voz de ese dolor. El pueblo ha sido empujado a votar a quien más daño le hace porque nadie más le ofrece una salida.

 EL DOLOR COMO HERRAMIENTA DE PODER

Nunca en democracia el hambre había sido tan funcional al poder.
Milei no necesita ocultar la miseria; la exhibe. La convierte en argumento. La pobreza ya no es un problema a resolver sino una prueba de pureza ideológica. Su “motosierra” no corta privilegios, corta derechos. Y sin embargo, una parte del país aplaude.

Lo que se vive en Argentina no es una simple elección legislativa: es la normalización del dolor como política de Estado. Los despidos masivos, el cierre de programas sociales y la represión a las protestas no se justifican con eficacia, sino con moral. El nuevo dogma es que el sacrificio salva, aunque destruya.

Los medios aliados al poder ultraliberal hablan de “madurez ciudadana”. En realidad, lo que hay es una población traumatizada por años de inflación, corrupción y desencanto. Una sociedad agotada que se aferra al verdugo porque promete castigar a todos los demás. Lo que Milei ofrece no es libertad, sino venganza: contra el Estado, contra los sindicatos, contra los pobres que molestan, contra la política que no funcionó.

Desde Washington, Trump celebra su “hermano ideológico” y le ofrece un rescate financiero de 40.000 millones de dólares. Pero ese dinero no aliviará a los barrios populares ni a las escuelas rurales: solo blindará el experimento ultraliberal que convierte a la crisis en modelo exportable. Argentina se convierte así en laboratorio global del neoliberalismo extremo, donde cada despido es una métrica de éxito y cada lágrima, un índice de productividad.

Mercedes Marco del Pont lo resumió con precisión quirúrgica: “Nunca se ha visto en Argentina un nivel de crueldad tan elevado como el de este Gobierno.” Y no exagera. Lo que antes eran recortes ahora son castigos. Lo que antes era ajuste ahora es evangelio.

El hambre ya no es consecuencia: es estrategia. El dolor, una herramienta. La democracia, un decorado.
Argentina no votó por Milei: votó por sobrevivir a Milei." 

(Spanish Revolution, 27/10/25) 

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