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aquí es donde la economía vuelve a salir a escena. Examinemos la
primera condición. Algunos observadores parecen haberse convencido de
que cualesquiera efectos indirectos de la salida de Grecia serían
soportables.
Grecia es pequeña y, además, está en una situación
extraordinariamente desesperada, por lo que es posible que otros
miembros frágiles –España, Portugal e Italia– se libraran del contagio
financiero y la viabilidad del euro no resultase afectada
dramáticamente.
Pero las consecuencias son imprevisibles y los costos de cualquier
efecto de dominó son potencialmente tan grandes, que a Alemania y los
demás acreedores no les interesa precipitar la hipótesis de la salida de
Grecia. Al contrario, presidir el desmembramiento de la zona del euro
ha de ser una de las peores pesadillas de la Canciller de Alemania,
Angela Merkel.
La segunda condición, relativa a los efectos en la economía griega,
resulta más dificil de ver con claridad. También a este respecto hay
muchas hipótesis de desastre. La salida de Grecia requeriría controles
de capitales y el aislamiento financiero, al menos durante un tiempo. La
incertidumbre resultante sobre las políticas y los precios podría
producir una sacudida muy negativa en la economía real y provocar
niveles aún mayores de desempleo.
Pero hay ejemplos claros de resultados económicos positivos tras la
ruptura de un vínculo monetario similar. Gran Bretaña abandonó el patrón
oro muy pronto, en 1931, para poder relajar las condiciones monetarias y
reducir los tipos de interés y le fue mejor que a los países que
retrasaron su salida hasta más adelante. La Argentina abandonó su tipo
de cambio fijo frente al dólar y experimentó una recuperación rápida
después de dos trimestres malos.
En los dos casos, la recuperación de la soberanía monetaria permitió
disponer de una divisa más competitiva, lo que, a su vez, aumentó la
demanda de exportaciones y contribuyó a la recuperación económica. Con
su salida, la mayor esperanza griega sería algo similar: un acusado
impulso de la competitividad exterior.
El Gobierno de Grecia tiene un
margen limitado para el estímulo fiscal y quedaría excluido de los
mercados financieros. Una divisa más barata podría, en principio,
corregir los efectos de la austeridad. (...)" (Dani Rodrik, Project Syndicate, Jaque al neoliberalismo, 17/02/2015)
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