30.11.21

Piketty: Tener a un 50% de la población que no posee casi nada —en Francia o en España ese 50% posee un 5% del total del patrimonio, mientras que el 10% más rico posee un 50%, un 55%, un 60%— no solo es injusto, sino económicamente ineficaz...

 "Ahora Piketty publica Una breve historia de la igualdad (editorial Deusto, traducción de Daniel Fuentes), una síntesis en menos de 300 páginas de sus ideas y sus propuestas.

Piketty no pertenece al club de los apocalípticos: él cree —y así se lo confirman los datos— que, pese a los tropiezos y contratiempos, el mundo va mejor. Y dice que, aunque los partidos que defienden sus ideas son minoritarios y que en muchos países, como el suyo, las clases trabajadoras votan opciones nacionalistas y populistas, no cree estar predicando en el desierto.

 “Desde la crisis de 2008 se ha acelerado la toma de conciencia sobre los excesos de la desregulación financiera de los años ochenta y noventa, y la covid ha contribuido a ello”, resume en su diminuta oficina en la Escuela de Economía de París. “Las cosas evolucionan un poco en el sentido que yo describo”.

PREGUNTA. ¿No ha sido útil a fin de cuentas el capitalismo para mejorar la esperanza de vida o el nivel de vida, o para reducir las desigualdades?

RESPUESTA. Lo que ha permitido la prosperidad es haber atemperado el capitalismo del siglo XIX con una economía de tipo socialdemócrata, una economía mixta en la que toda una parte de las riquezas está socializada. Y hay que continuar con este movimiento. El socialismo participativo, democrático y federal que yo deseo se inscribe en la continuidad de transformaciones ya muy importantes que han tenido lugar. 

El sistema de economía mixta socialdemócrata que hoy tenemos en los países de Europa Occidental no tiene mucho que ver con el capitalismo colonial, patriarcal, autoritario de 1910. Y el sistema que yo describo para el futuro no es más diferente del sistema actual de lo que el sistema actual lo es respecto del capitalismo de 1910. (...)

R. Pero es que el cambio histórico se nutre de relaciones de fuerza, sea en 1789 o en 2020. Si se pide educadamente a la nobleza que renuncie a sus privilegios, la cosa no funciona. Si se pide educadamente a Suiza y Luxemburgo que dejen de ser paraísos fiscales, tampoco. Y estas transformaciones suelen implicar transformaciones institucionales con cambios en los tratados o las Constituciones. No quiero decir que el Estado de derecho no sea importante, pero no debe convertirse en un pretexto para mantener las posiciones adquiridas. Todas las transformaciones que describo se han realizado derribando el sistema legal precedente, pero con el fin de reemplazarlo por un Estado de derecho más justo, emancipador e igualitario.

P. ¿El mundo posterior a la covid será más o menos igualitario?

R. El primer efecto es de más desigualdad. Primero, entre el norte y el sur. Es escandaloso cómo los países del norte han rechazado transformar las vacunas en un bien público mundial, una oportunidad perdida. También vemos que las grandes fortunas del planeta se han enriquecido. Todo el sector de las altas tecnologías se ha enriquecido.

Los más pobres y frágiles sufren más por la covid. Al mismo tiempo, como sucede con todas las crisis de esta naturaleza, la pandemia ha tenido efectos complejos, porque también ha contribuido a rehabilitar una cierta visión del servicio público, del hospital, del sistema sanitario, y esto permite también legitimar de nuevo una política de reinversiones en los servicios públicos.

P. ¿Vamos por el buen camino?

R. Por ahora, se avanza despacio. El nivel de desigualdades es contraproducente. Tener a un 50% de la población que no posee casi nada —en Francia o en España ese 50% posee un 5% del total del patrimonio, mientras que el 10% más rico posee un 50%, un 55%, un 60%— no solo es injusto, sino económicamente ineficaz. El 50% más pobre y sus hijos tienen al menos tantas ideas e iniciativas como los hijos de los más ricos. 

A largo plazo supone una pérdida colectiva limitar así las oportunidades económicas y las posibilidades de que se dinamice la economía con una mayor circulación de las riquezas, de la propiedad y del poder. (...)"                 (Entrevista a Thomas Piketty, Marc Bassets, El País, 28/11/21)

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