"(...) En España una mayoría parlamentaria ha trabajado para consensuar quién presidirá el país. Las leyes que presente el Ejecutivo podrán ser fiscalizadas por una oposición que controla el Senado y, más allá, podrán ser analizadas por un alto tribunal que vigilará su encaje constitucional.
Lo extraño es que una asociación de Guardias Civiles asegure estar dispuesta a “derramar hasta la última gota de su sangre” para defender el ordenamiento constitucional, apelando, a la vez, a desconocer al poder legislativo, al que califica de “cambalache”, para ponerse a las órdenes de la carrera judicial a quien considera barrera frente a “inspiraciones totalitaristas”. Lo insólito es que, precisamente el órgano de gobierno de ese poder judicial, con su mandato caducado desde hace cinco años, se pronuncie sobre leyes que aún desconoce extralimitándose en sus competencias.
Lo atípico es que un juez como García-Castellón tergiverse, haga suposiciones y omita datos, según la fiscalía, para lanzar imputaciones que afectaron al desarrollo de los acuerdos para la investidura. Lo anormal es que Santiago Abascal se permita amenazar con sentar en el “banquillo” a Pedro Sánchez, a quien califica de “dictador”, al tiempo que se deja ver en unas algaradas tenebristas que han terminado entre violencia y cánticos abiertamente fascistas. Lo inédito es que toda esta coreografía del apocalipsis se desate con precisión tras el llamamiento de un expresidente, José María Aznar. O no. Ya en 2004 se formó una coalición de los dispuestos para ilegitimar la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero mediante la conspiranoia sobre el trágico atentado del 11M. Algunas heridas no cierran a base de envenenarlas con rencor.
Si a esto le sumamos que en la pasada campaña el PP alentó bulos sobre fraude electoral y agitó el espantajo de ETA, a pesar del disgusto de las víctimas, puede que cuando califiquemos toda la secuencia de “hipérbole” no sólo nos estemos quedando cortos, sino que rehuyamos una inquietante realidad: la derecha española ha culminado su transformación pasando de ser una opción conservadora a una fuerza entregada a las pulsiones más disruptivas.
Hoy lo extraordinario no es la legítima actividad de nuestro
parlamento, sino que la derecha ha decidido desconocer el resultado del
23J, sembrando la sospecha sobre uno de los pocos resortes que no
controla: el Congreso. Hoy lo verdaderamente excepcional es que el PP se
encuentra más lejos de Berlín y un poco más cerca de los asaltantes del Capitolio, de Bolsonaro, de Milei.
Puede que en enero de 2024 estemos debatiendo sobre la terrible
catástrofe económica que supondrá la reducción de la jornada laboral.
Será la constatación futura de quienes trabajan por hacer excepción de
la normalidad política. Será el fracaso de sus maniobras presentes." (Daniel Bernabé, InfoLibre, 13/11/23)
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