"Los polígonos industriales del área metropolitana se vieron inundados o aislados cuando la mayoría de empresas seguía funcionando.
Miles de trabajadores se quedaron atrapados en sus puestos de trabajo por la negativa de sus empleadores a que salieran antes de la hora prevista. Tuvieron que pasar la noche ahí mientras que el agua iba anegando las instalaciones. “Cuando llegó la alerta a los móviles, el agua ya había empezado a entrar en la nave en la que trabajo”, relata una trabajadora. Su empresa está en el Polígono El Oliveral, en Riba-roja, pero la trabajadora explica que “prefiero no identificarla, porque no me gustaría recibir represalías por esto”.
“Tuvimos que subirnos a la oficina de la nave, porque el agua anegaba todo, y nos quedamos sin luz eléctrica ni cobertura sobre las nueve de la noche. No podíamos avisar a nuestros familiares de que estábamos atrapados, tampoco sabíamos si los servicios de emergencias conocían nuestra situación”, relata esta trabajadora. No es un caso aislado. En la noche del martes, a través de las redes sociales, empezaron a circular mensajes de familiares y amigos de trabajadores, angustiados por que no podían contactarles e ignoraban su paradero. Hicieron noche allí y no fueron rescatados hasta el día siguiente, bien entrada la mañana, ya que el acceso al polígono continuaba bloqueado. “Nuestros coches fueron arrastrados por el agua, en estos momentos, no se ni dónde está el mío”, relata esta trabajadora.
El propio alcalde de la localidad, Robert Raga, explicó ayer, un día después de la crecida, que sacaron a los trabajadores de estas empresas llenando autobuses en cada viaje y calcula que se tuvieron que realizar unos 30 viajes para rescatarlos: “Hemos conseguido rescatar a todos los trabajadores que se habían quedado atrapados en El Oliveral. Habremos rescatado a más de mil, pero había más que han salido por otros medios. Si queda alguno a estas horas es porque ha tenido que quedarse de forma voluntaria, ya sea por trabajo o cualquier otra situación”, ha explicado en declaraciones a los medios.
Otro de los polígonos industriales en donde las personas empleadas tuvieron que pasar la noche fue el de Almussafes, donde unos 400 se quedaron bloqueados en la fábrica de la Ford. Los empleados del turno de tarde tanto de la compañía automovilística como de las empresas subcontratadas por esta, no pudieron salir cuando terminaba su turno.
La compañía tampoco avisó al turno de noche para que no acudiese. Por lo que se vieron obligados a refugiarse en los comedores de la factoría, y eso a pesar de que en esa zona no se produjeron inundaciones. Pero el colapso de las carreteras de acceso les impidió abandonar las instalaciones durante la noche.
Aunque la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, establece que el trabajador “tendrá derecho a interrumpir su actividad y abandonar el lugar de trabajo, en caso necesario, cuando considere que dicha actividad entraña un riesgo grave e inminente para su vida o su salud”, la realidad es que las presiones por parte de encargados y empresarios provocaron que se quedasen aislados en sus lugares de trabajo.
Ejemplo de estas presiones son las que ha relatado Bárbara Jiménez, trabajadora en un restaurante del centro Centro Comercial Bonaire, en Valencia, que tuvo que pasar la noche del martes refugiada en los cines de este centro junto a otras 200 personas. “Nos hemos jugado el pellejo por vender cuatro menús”, declaró en el Canal 24 Horas de TVE. Esta trabajadora explicó que su supervisor “no les dejó irse a casa porque no lo veían suficientemente grave”. Bonaire se encuentra en Aldaia, en el área metropolitana de València, en una zona que ni siquiera fue la peor parada por la avenida de aguas. En su caso les afectó el desbordamiento del Barranc de la Saleta, que fue más leve que el acaecido en la periferia sur.
La trabajadora se queja de que los encargados de Cinesa, no les permitieron coger alimentos de los que comercializa la empresa, a pesar de que tuvieron que hacer noche ahí. Según denuncia en su twitter Jiménez, cuando preguntaron si podían acceder a la comida allí disponible, incluso pagando, los encargados tomaron la decisión de decirles que no y guardar en un sitio fuera de la vista de las personas refugiadas los snacks.
No muy lejos de allí, en Alfafar, los trabajadores del IKEA se vieron atrapados en el establecimiento, que se acabó convirtiendo en refugio durante toda la noche para unas 700 personas, entre clientes y trabajadores. Las imágenes muestran varios rescates realizados por los mismos empleados. Según han narrado trabajadores del centro, la empresa no contempló ni dispensarles de los turnos ni cerrar las puertas del establecimiento, a pesar de las alertas metereológicas. Durante la noche, el personal de la compañía se dedicó a ayudar a las personas que tenían refugiadas en el establecimiento, aunque explican que pudieron descansar por turnos.
Según denuncia la portavoz de la Intersindical Valenciana, Beatriu Cardona, trabajadoras de las tiendas de Inditex no pudieron salir a tiempo de sus establecimientos porque no se enteraron de la alerta roja, ya que, según ha explicado “tienen prohibido llevar su móvil personal consigo”. La portavoz sindical denuncia que tampoco les avisaron las encargadas de estas tiendas, que sí tienen acceso a sus terminales.
Atrapados en la carretera
Entre los cientos de vehículos que se quedaron atrapados durante la tarde del martes en la A-3, es fácil identificar camionetas de reparto de conocidas marcas como Amazon. Por la mañana, el consorcio de Bomberos de València, difundió un rescate en helicóptero al conductor de una camioneta de Mercadona que se había quedado atrapado por la riada. La empresa no alertó a los trabajadores y siguieron trabajando a pesar del peligro. Sin embargo, al día siguiente mostraba sus condolencias por las personas fallecidas añadiendo un lazo negro a su logo como denunciaba la periodista Ana Polo en la red X.
La situación no fue mejor para los repartidores de comida a domicilio. Durante buena parte del temporal, empresas de reparto como Glovo y Uber Eats continuaron operando. Los repartidores, muchos de ellos en motocicleta o bicicleta, se enfrentaron a intensas lluvias, carreteras anegadas y fuertes ráfagas de viento. Los trabajadores denuncian la falta de medidas preventivas y la ausencia de protocolos de suspensión de actividades en circunstancias de emergencia climática.
Por otro lado, muchas de las miles de personas que se vieron bloqueadas en las carreteras, se encontraban realizando el desplazamiento de vuelta hacia su casa tras terminar su jornada. La Guardia Civil explicó, la noche del miércoles, un día después de la tragedia, que aún seguían bloqueadas más de mil personas en las carreteras. Entre ellas, cientos de transportistas que se vieron atrapados por el bloqueo masivo de las carreteras.
Denuncias en redes sociales y sindicales
Tras la indignación generalizada por la actitud de la mayoría de empresas, que decidieron no dispensar de sus jornadas a sus trabajadores, ha surgido una iniciativa (Denuncies Dana) para exponer denuncias anónimas sobre comportamientos abusivos de las empresas. Por otro lado, sindicatos como CNT València, han expresado su malestar por la poca consciencia de las empresas obligando a presentarse a los trabajadores en sus puestos, a pesar de las alertas. “Esto es un claro síntoma de la presión que ejercen muchas direcciones de empresa y la vulneración que existe en muchos centros de trabajo. Este episodio de DANA está sacando a la luz problemas contra los que desde CNT luchamos a diario. La seguridad y la salud en el trabajo es un derecho fundamental”, expresan en un comunicado.
Por su parte, CCOO ha expresado en un comunicado “que se debe reflexionar sobre las consecuencias de este acontecimiento en términos de seguridad y salud en el trabajo, porque muchas de las personas que han fallecido o que se han visto afectadas lo han hecho mientras trabajaban, por lo que en caso de sufrir daños tendrán la consideración de accidente de trabajo”.
Desde CGT, en otro comunicado, han señalado a “la clase empresarial que obligó a muchos trabajadoras y trabajadores a acudir a sus puestos de trabajo a pesar de que desde hace días se venían avisando de un fenómeno meteorológico de grandes dimensiones, como así ha sido. Esa “alerta roja” se banalizo en importancia y habrá que ver cuántos fallecidos han sido por acudir a sus puestos de trabajo a pesar de las advertencias”." (Tomás Muñoz, El Salto, 31/10/24)
Miles de trabajadores se quedaron atrapados en sus puestos de trabajo por la negativa de sus empleadores a que salieran antes de la hora prevista. Tuvieron que pasar la noche ahí mientras que el agua iba anegando las instalaciones. “Cuando llegó la alerta a los móviles, el agua ya había empezado a entrar en la nave en la que trabajo”, relata una trabajadora. Su empresa está en el Polígono El Oliveral, en Riba-roja, pero la trabajadora explica que “prefiero no identificarla, porque no me gustaría recibir represalías por esto”.
“Tuvimos que subirnos a la oficina de la nave, porque el agua anegaba todo, y nos quedamos sin luz eléctrica ni cobertura sobre las nueve de la noche. No podíamos avisar a nuestros familiares de que estábamos atrapados, tampoco sabíamos si los servicios de emergencias conocían nuestra situación”, relata esta trabajadora. No es un caso aislado. En la noche del martes, a través de las redes sociales, empezaron a circular mensajes de familiares y amigos de trabajadores, angustiados por que no podían contactarles e ignoraban su paradero. Hicieron noche allí y no fueron rescatados hasta el día siguiente, bien entrada la mañana, ya que el acceso al polígono continuaba bloqueado. “Nuestros coches fueron arrastrados por el agua, en estos momentos, no se ni dónde está el mío”, relata esta trabajadora.
El propio alcalde de la localidad, Robert Raga, explicó ayer, un día después de la crecida, que sacaron a los trabajadores de estas empresas llenando autobuses en cada viaje y calcula que se tuvieron que realizar unos 30 viajes para rescatarlos: “Hemos conseguido rescatar a todos los trabajadores que se habían quedado atrapados en El Oliveral. Habremos rescatado a más de mil, pero había más que han salido por otros medios. Si queda alguno a estas horas es porque ha tenido que quedarse de forma voluntaria, ya sea por trabajo o cualquier otra situación”, ha explicado en declaraciones a los medios.
Otro de los polígonos industriales en donde las personas empleadas tuvieron que pasar la noche fue el de Almussafes, donde unos 400 se quedaron bloqueados en la fábrica de la Ford. Los empleados del turno de tarde tanto de la compañía automovilística como de las empresas subcontratadas por esta, no pudieron salir cuando terminaba su turno.
La compañía tampoco avisó al turno de noche para que no acudiese. Por lo que se vieron obligados a refugiarse en los comedores de la factoría, y eso a pesar de que en esa zona no se produjeron inundaciones. Pero el colapso de las carreteras de acceso les impidió abandonar las instalaciones durante la noche.
Aunque la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, establece que el trabajador “tendrá derecho a interrumpir su actividad y abandonar el lugar de trabajo, en caso necesario, cuando considere que dicha actividad entraña un riesgo grave e inminente para su vida o su salud”, la realidad es que las presiones por parte de encargados y empresarios provocaron que se quedasen aislados en sus lugares de trabajo.
Ejemplo de estas presiones son las que ha relatado Bárbara Jiménez, trabajadora en un restaurante del centro Centro Comercial Bonaire, en Valencia, que tuvo que pasar la noche del martes refugiada en los cines de este centro junto a otras 200 personas. “Nos hemos jugado el pellejo por vender cuatro menús”, declaró en el Canal 24 Horas de TVE. Esta trabajadora explicó que su supervisor “no les dejó irse a casa porque no lo veían suficientemente grave”. Bonaire se encuentra en Aldaia, en el área metropolitana de València, en una zona que ni siquiera fue la peor parada por la avenida de aguas. En su caso les afectó el desbordamiento del Barranc de la Saleta, que fue más leve que el acaecido en la periferia sur.
La trabajadora se queja de que los encargados de Cinesa, no les permitieron coger alimentos de los que comercializa la empresa, a pesar de que tuvieron que hacer noche ahí. Según denuncia en su twitter Jiménez, cuando preguntaron si podían acceder a la comida allí disponible, incluso pagando, los encargados tomaron la decisión de decirles que no y guardar en un sitio fuera de la vista de las personas refugiadas los snacks.
No muy lejos de allí, en Alfafar, los trabajadores del IKEA se vieron atrapados en el establecimiento, que se acabó convirtiendo en refugio durante toda la noche para unas 700 personas, entre clientes y trabajadores. Las imágenes muestran varios rescates realizados por los mismos empleados. Según han narrado trabajadores del centro, la empresa no contempló ni dispensarles de los turnos ni cerrar las puertas del establecimiento, a pesar de las alertas metereológicas. Durante la noche, el personal de la compañía se dedicó a ayudar a las personas que tenían refugiadas en el establecimiento, aunque explican que pudieron descansar por turnos.
Según denuncia la portavoz de la Intersindical Valenciana, Beatriu Cardona, trabajadoras de las tiendas de Inditex no pudieron salir a tiempo de sus establecimientos porque no se enteraron de la alerta roja, ya que, según ha explicado “tienen prohibido llevar su móvil personal consigo”. La portavoz sindical denuncia que tampoco les avisaron las encargadas de estas tiendas, que sí tienen acceso a sus terminales.
Atrapados en la carretera
Entre los cientos de vehículos que se quedaron atrapados durante la tarde del martes en la A-3, es fácil identificar camionetas de reparto de conocidas marcas como Amazon. Por la mañana, el consorcio de Bomberos de València, difundió un rescate en helicóptero al conductor de una camioneta de Mercadona que se había quedado atrapado por la riada. La empresa no alertó a los trabajadores y siguieron trabajando a pesar del peligro. Sin embargo, al día siguiente mostraba sus condolencias por las personas fallecidas añadiendo un lazo negro a su logo como denunciaba la periodista Ana Polo en la red X.
La situación no fue mejor para los repartidores de comida a domicilio. Durante buena parte del temporal, empresas de reparto como Glovo y Uber Eats continuaron operando. Los repartidores, muchos de ellos en motocicleta o bicicleta, se enfrentaron a intensas lluvias, carreteras anegadas y fuertes ráfagas de viento. Los trabajadores denuncian la falta de medidas preventivas y la ausencia de protocolos de suspensión de actividades en circunstancias de emergencia climática.
Por otro lado, muchas de las miles de personas que se vieron bloqueadas en las carreteras, se encontraban realizando el desplazamiento de vuelta hacia su casa tras terminar su jornada. La Guardia Civil explicó, la noche del miércoles, un día después de la tragedia, que aún seguían bloqueadas más de mil personas en las carreteras. Entre ellas, cientos de transportistas que se vieron atrapados por el bloqueo masivo de las carreteras.
Denuncias en redes sociales y sindicales
Tras la indignación generalizada por la actitud de la mayoría de empresas, que decidieron no dispensar de sus jornadas a sus trabajadores, ha surgido una iniciativa (Denuncies Dana) para exponer denuncias anónimas sobre comportamientos abusivos de las empresas. Por otro lado, sindicatos como CNT València, han expresado su malestar por la poca consciencia de las empresas obligando a presentarse a los trabajadores en sus puestos, a pesar de las alertas. “Esto es un claro síntoma de la presión que ejercen muchas direcciones de empresa y la vulneración que existe en muchos centros de trabajo. Este episodio de DANA está sacando a la luz problemas contra los que desde CNT luchamos a diario. La seguridad y la salud en el trabajo es un derecho fundamental”, expresan en un comunicado.
Por su parte, CCOO ha expresado en un comunicado “que se debe reflexionar sobre las consecuencias de este acontecimiento en términos de seguridad y salud en el trabajo, porque muchas de las personas que han fallecido o que se han visto afectadas lo han hecho mientras trabajaban, por lo que en caso de sufrir daños tendrán la consideración de accidente de trabajo”.
Desde CGT, en otro comunicado, han señalado a “la clase empresarial que obligó a muchos trabajadoras y trabajadores a acudir a sus puestos de trabajo a pesar de que desde hace días se venían avisando de un fenómeno meteorológico de grandes dimensiones, como así ha sido. Esa “alerta roja” se banalizo en importancia y habrá que ver cuántos fallecidos han sido por acudir a sus puestos de trabajo a pesar de las advertencias”." (Tomás Muñoz, El Salto, 31/10/24)
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