25.2.25

Lo que Musk no esperaba: la lección política de las elecciones alemanas... El aspecto más significativo de las elecciones alemanas ha sido la elevadísima participación... En Alemania, como en muchos otros países occidentales, han competido dos bloques políticos. Uno se apoya en el temor a lo que puede venir, el otro en el descontento frente a lo existente... Si el sentimiento dominante era el miedo a que la extrema derecha, el bloque sistémico permanecea sólido... Si, por el contrario, el malestar con el estado actual de la política era grande, el ascenso de AfD resulta significativo... La presión de Musk ha generado más perjuicios que beneficios, por la capacidad de activar la sensación de urgencia en estas elecciones, así como el miedo al triunfo de Weidel... Alemania es un país asustado. La presión de Musk empujó a que ese miedo creciera. Y eso explica la participación elevada, que no ha perjudicado a la AfD, pero que sí ha beneficiado a otras opciones como Die Linke... La facción republicana de Musk está confiada no solo en el éxito, sino en que este se producirá mediante la presión y la firmeza. No siempre es así, porque hay que tener claro cuáles son los objetivos políticamente alcanzables y cuáles no... Musk no ha demostrado tener ese sentido de la medida... lo que demuestran las elecciones alemanas es que las resistencias serán mayores de las previstas y que la velocidad de los cambios no es algo que se decida unilateralmente (Esteban Hernández)

 "El aspecto más significativo de las elecciones alemanas ha sido la elevadísima participación. La ciudadanía germana ha percibido estos comicios como cruciales y ha actuado en consecuencia. A pesar de ese elemento, los resultados no difieren mucho de los que las encuestas estaban anunciando, por lo que parece que la gran afluencia de votantes no ha modificado gran cosa. Sin embargo, hay algunos matices que tienen relevancia.

En Alemania, como en muchos otros países occidentales, han competido dos bloques políticos. Uno se apoya en el temor a lo que puede venir, el otro en el descontento frente a lo existente. Si el sentimiento dominante era el miedo a que la extrema derecha alcanzase una presencia muy elevada en el Parlamento, hasta el punto de que pudiera influir en realidad en la política alemana, el bloque sistémico permanecería sólido. Si, por el contrario, el malestar con el estado actual de la política y con el rumbo que estaba tomando el país era grande, el ascenso de AfD resultaría significativo.

Lo que estaba en juego no era tanto una victoria de Alice Weidel, que parecía altamente improbable, sino la capacidad de su partido de condicionar la política germana. Un gobierno en el que Merz tuviera que recurrir a los socialdemócratas y los verdes, permitiría que las derechas europeas presionaran a la CDU, ya que empujarían a señalar la contradicción que implicaría que dos fuerzas de derecha con muchos puntos en común (en lo económico, en lo social, incluso en la postura frente a la inmigración) no fueran juntas y se prefiriera mantener una alianza con socialdemócratas y liberales. Si los números daban, como es el caso, para formar la gran coalición tradicional con el SPD, se transmitiría la imagen de que Alemania había resistido a los embates y que nada se había perturbado.

Una lección política

En esa pelea apareció Elon Musk para hacer campaña a favor de Weidel, con todo lo que eso significaba. En primera instancia, a través de su red social, X, difundió un discurso del que los medios tradicionales estaban muy alejados. Esa pelea entre los nuevos y viejos medios de transmisión de información era relevante. En segundo lugar, había una apuesta expresa por parte de un magnate de nacionalidad estadounidense de apoyar a una opción alemana concreta. La presión de Musk ha generado más perjuicios que beneficios a las opciones políticas que defendía. Y no tanto porque haya minado las opciones de AfD, que puede haberse visto beneficiada por el respaldo de la administración Trump, sino por la capacidad de activar la sensación de urgencia en estas elecciones, así como el miedo al triunfo de Weidel. Aquí reside también una lección política.

Alemania vive una situación difícil con evidente repercusión electoral. La mala situación económica no solo tiene que ver con unas perspectivas negativas de futuro, sino con una sensación de decadencia. Su industria está amenazada, se están cerrando empresas, los puestos de trabajo se pierden. Es natural que, en ese escenario, las clases con menos recursos, típicamente las del Este, busquen un cambio en el gobierno. Los apoyos a AfD han crecido en ese entorno, donde el descontento es mayor.

Alemania vivió una época de auge gracias a unas exportaciones soportadas por la estructura del euro que permitió superávits continuos. Pero esa época se ha terminado: la pérdida de la energía barata rusa, la amenaza de los aranceles estadounidenses y la competencia de las empresas chinas son obstáculos significativos. Alemania depende de la continuidad de la globalización y está poco preparada para una nueva guerra fría. Los límites que las normas constitucionales al gasto constituyen, además, una doble dificultad: impiden la inversión estatal que su industria y sus infraestructuras necesitan, después de años de abandono, y hacen muy improbable la inversión que se necesitaría para que Europa reaccionase a la nueva era con el músculo suficiente.

Ese contexto provoca que el temor al futuro sea mayor que el descontento. Para que AfD contase con el terreno abonado para crecer significativamente, necesitaría mucho más malestar que el existente. Alemania es un país asustado. La presión de Musk empujó a que ese miedo creciera. Y eso explica la participación elevada, que no ha perjudicado a la AfD, pero que sí ha beneficiado a otras opciones como Die Linke. Su crecimiento en los núcleos urbanos después de una época de declive tiene que ver con la reacción de votantes progresistas de las grandes ciudades que dieron su voto a una opción opuesta a AfD. Eso, además, perjudicó a Sarah Wagenknecht, cuya presencia en el parlamento habría forzado a que Merz tuviera que aliarse con dos partidos. En otro sentido, ha reforzado a la CDU y al cortafuegos que había anunciado. La posibilidad de generar contradicciones dentro de los conservadores respecto de cuáles serían los socios más adecuados para gobernar desaparece en la medida en que los resultados obtenidos permiten unirse al SPD, es decir, continuar la tradición de la gran coalición. Alemania parece conservar la estabilidad, a pesar del crecimiento de Weidel. Se protege frente al miedo.

El sentido de la medida

Este hecho subraya una mala lectura política de la situación por parte de Musk y de sus seguidores europeos. Hay que saber en qué momento y en qué contexto y con cuánta intensidad se va a ejercer la presión. Manejar mal ese cálculo genera efectos adversos. Y esto no es únicamente un asunto alemán, sino el mayor de los riesgos que afronta la revolución trumpista para ser exitosa, en su país y fuera de él.

 La llegada de la administración Trump ha supuesto un despliegue rápido y contundente de medidas. Las ideas estaban claras, sabían qué hacer y tenían que hacerlo pronto. Pero esa perspectiva, para que funcione, no significa solo el acierto en el diagnóstico y en las soluciones, sino saber ejecutar el plan. La facción republicana de Musk está confiada no solo en el éxito, sino en que este se producirá mediante la presión y la firmeza. No siempre es así, porque hay que tener claro cuáles son los objetivos políticamente alcanzables y cuáles no, y cuándo la insistencia en realizarlos a toda costa se va a volver en contra.

Musk no ha demostrado tener ese sentido de la medida. Hay partes del movimiento republicano que entienden que Trump sí lo posee, y que, en el instante en que perciba al magnate de la tecnología como un problema, en la medida en que le cause más perjuicios que beneficios, lo apartará de su lado. Quizá sea así. De momento, lo que demuestran las elecciones alemanas es que las resistencias serán mayores de las previstas y que la velocidad de los cambios no es algo que se decida unilateralmente. Y esto es una lección de mucho mayor alcance, en estos momentos, del que parece."     

(Esteban Hernández , El Confidencial, 24/02/25, gráficos en el original)

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