"(...) Por otra parte, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) indicó a los migrantes con permiso de residencia temporal bajo el programa CBP One que abandonen el país de inmediato. No se sabe a cuántas personas les llegó la notificación de expulsión, pero son más de 900 mil quienes se acogieron a ese plan de la era Biden que también les daba una licencia de trabajo. (...)
En cuanto a la cancelación de los permisos de permanencia temporal, debe puntualizarse que se suma a la revocación de la "libertad condicional" otorgada a 532 mil personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, así como al fin del Estatus de Protección Temporal (TPS) para 600 mil venezolanos y unos 500 mil haitianos, de momento detenido por un juez. Es decir, que la Casa Blanca quiere sacar de una vez a dos millones de seres humanos contra quienes ni siquiera tiene el argumento de la "ilegalidad", pues su estancia se encuentra perfectamente regulada y registrada.
El asunto es que las deportaciones no son, como afirman Trump y sus subordinados, un asunto de "seguridad nacional", sino un espectáculo de sadismo diseñado para complacer a los sectores más retardatarios del electorado republicano. Por ello, al toparse con dificultades para localizar suficientes migrantes en situación irregular para nutrir de imágenes nuevas a su audiencia, el magnate echa mano de extranjeros que tienen todos sus papeles en regla, con la cruel paradoja de que su estatus legal los hace fácilmente rastreables para sus perseguidores. Más allá de la catástrofe humanitaria, la medida supone eliminar de un día para el otro a millones de integrantes de la fuerza de trabajo, que son también consumidores de negocios de todos tamaños y contribuyentes del fisco tanto local como federal. De este modo, el trumpismo ha creado por decreto un agujero económico que sólo suele ocurrir durante las peores crisis del capitalismo. La irracionalidad es total si se considera que está eliminando su mano de obra más confiable al mismo tiempo que pretende relanzar su sector industrial.
Ante la barbarie que se propaga al norte del río Bravo, a México sólo le queda prepararse para recibir a los connacionales que retornen por su pie o de manera forzosa, así como a los extranjeros que decidan quedarse aquí ante la imposibilidad de alcanzar el cada vez más sombrío sueño americano. Por ahora, la escalada trumpiana contra el gigante asiático podría favorecer a la economía mexicana, pero el desorden mundial desatado por Washington constituye una advertencia acerca de la necesidad de diversificar las relaciones comerciales y revisar un modelo productivo excesivamente dependiente de la exportación."
(Editorial de La Jornada, diario mexicano, 09/04/25)
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