12.5.25

"EE. UU. y China acuerdan reducir temporalmente los aranceles... lo que representa un reconocimiento de los costos de una guerra comercial total con este país. A pesar de las fanfarronerías de la Casa Blanca, el gobierno de Trump acabó desistiendo, por ahora, de los aranceles más elevados, después de que las empresas y los consumidores empezaran a mostrar signos de tensión económica... Los economistas han advertido que el conflicto comercial ralentizará el crecimiento mundial, avivará la inflación y creará escasez de productos, lo que podría llevar a Estados Unidos a una recesión" (The New York Times)... "La tregua arancelaria entre Estados Unidos y China le da a Asia tiempo y espacio para reajustarse... EE.UU. está gestionando la ansiedad de los votantes por los precios al consumo y el estancamiento económico. China se esfuerza por estabilizar la actividad industrial y restablecer la confianza de los inversores. Ninguna de las dos puede permitirse una ruptura total de sus relaciones comerciales... Asia sigue albergando algunas de las economías exportadoras más productivas... La guerra arancelaria oscureció esa fortaleza al inyectar riesgo externo... por el momento, se espera que Asia recupere su equilibrio" (Asia Times)

 "Estados Unidos y China dieron el lunes un paso para apaciguar la guerra comercial que amenaza a las dos mayores economías del mundo, al acordar reducir temporalmente los aranceles de castigo que se han impuesto la una a la otra.

La medida de Estados Unidos, después de que el presidente Donald Trump declarara en repetidas ocasiones que no reduciría los aranceles sin concesiones por parte de China, representó un reconocimiento de los costos de una guerra comercial total con este país. A pesar de las fanfarronerías de la Casa Blanca, el gobierno de Trump acabó desistiendo, por ahora, de los aranceles más elevados, y acordó mantener conversaciones más formales con Pekín después de que las empresas y los consumidores empezaran a mostrar signos de tensión económica.

“No queremos perjudicar a China”, dijo Trump el lunes en la Casa Blanca.

Explicando que muchos de los aranceles que impuso siguen en vigor, Trump dijo que las conversaciones se centrarían en parte en “abrir” China a las empresas estadounidenses. Dijo que esperaba hablar con el presidente chino, Xi Jinping, a finales de esta semana, pero que llegar a un acuerdo completo por escrito tomaría un tiempo.

 En una declaración conjunta publicada a primera hora del día, Estados Unidos y China dijeron que suspenderán sus respectivos aranceles durante 90 días y continuarán las negociaciones que habían iniciado este fin de semana. Según el acuerdo, Estados Unidos reduciría el arancel sobre las importaciones chinas del 145 por ciento actual al 30 por ciento, mientras que China bajaría su arancel sobre los productos estadounidenses del 125 por ciento al 10 por ciento.

 El resultado del frenético fin de semana de negociaciones en Suiza situó los tipos arancelarios cerca de donde estaban antes de que Trump los elevara el 2 de abril, que denominó el “Día de la Liberación”. Sin embargo, las conversaciones no parecieron arrojar ninguna concesión significativa más allá de un acuerdo para continuar las negociaciones.

“Llegamos a la conclusión de que tenemos un interés compartido”, dijo el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en una conferencia de prensa en Ginebra, donde funcionarios estadounidenses y chinos se reunieron durante el fin de semana. “El consenso de ambas delegaciones es que ninguna de las partes quería una separación”, dijo.

China dijo que suspendería o revocaría las contramedidas adoptadas en represalia por la escalada arancelaria. A principios de abril, el gobierno chino había ordenado restricciones a la exportación de metales e imanes de tierras raras, componentes críticos utilizados por muchas industrias, incluidos los fabricantes de automóviles, los fabricantes aeroespaciales y las empresas de semiconductores.

 Bessent dijo que ambos países podrían discutir acuerdos de compra de productos estadounidenses por parte del gobierno chino. Un acuerdo de este tipo podría ayudar a reducir el déficit comercial estadounidense con China.

El acuerdo rompe un punto muerto que había paralizado gran parte del comercio entre China y Estados Unidos. Muchas empresas estadounidenses habían suspendido pedidos, manteniendo la esperanza de que los dos países pudieran llegar a un acuerdo para reducir los aranceles. Los economistas han advertido que el conflicto comercial ralentizará el crecimiento mundial, avivará la inflación y creará escasez de productos, lo que podría llevar a Estados Unidos a una recesión.

“Vinimos con una lista de problemas que estábamos intentando resolver, y creo que hicimos un buen trabajo al respecto”, dijo Bessent el lunes en CNBC.

El secretario del Tesoro culpó al gobierno de Biden de no cumplir sus compromisos con el acuerdo comercial que Trump alcanzó con China durante su primer mandato. Dijo que ese acuerdo sería un punto de partida para la actual ronda de conversaciones, que se espera continúen en las próximas semanas en busca de un “acuerdo más completo”.

Las fábricas chinas también experimentaron un descenso marcado de los pedidos de exportaciones a Estados Unidos, lo que aumentó la presión sobre una economía ya lenta. Los productores chinos trataron de ampliar el comercio al Sudeste Asiático y a otras regiones para eludir los aranceles estadounidenses.

 Bessent dijo que en términos prácticos los aranceles habían creado un embargo, algo que ninguna de las partes deseaba. Los dos países dijeron que en las negociaciones en curso participarán Bessent, Greer y He Lifeng, viceprimer ministro chino de políticas económicas, quien encabezó las conversaciones del fin de semana para los chinos.

En una nota de investigación, Mark Williams, economista jefe para Asia de Capital Economics, dijo que el acuerdo era “otra retirada sustancial de la postura agresiva del gobierno de Trump”, porque no incluye ningún compromiso por parte de China sobre su moneda o los desequilibrios comerciales. También señaló que no hay garantías de que una tregua de 90 días dé paso a un acuerdo duradero, especialmente si Estados Unidos sigue intentando convencer a otros países para que limiten el comercio con China.

 Aunque una tregua temporal de los aranceles escandalosamente elevados es motivo de celebración para las empresas de ambos países, las repercusiones perdurarán. Es probable que las empresas se encuentren con una avalancha de demanda acumulada, lo que provocará un incremento vertiginoso de los precios del transporte, mientras las empresas se apresuran a programar los envíos durante el plazo de negociación de 90 días para aprovechar los aranceles más bajos.

Los mercados mundiales saltaron tras el anuncio. El índice de referencia de Hong Kong subió un 3 por ciento, casi lo mismo que los futuros bursátiles del S&P 500.

 Zhiwei Zhang, presidente y economista jefe de Pinpoint Asset Management, una empresa de inversiones de Hong Kong, dijo que el acuerdo era un “buen punto de partida” para ambos países.

“Desde el punto de vista de China, el resultado de esta reunión es un éxito, ya que China adoptó una postura firme ante la amenaza estadounidense de imponer aranceles elevados y, finalmente, consiguió que estos se redujeran significativamente sin hacer concesiones”, dijo.

Bessent y Jamieson Greer, el representante comercial estadounidense, dijeron que ambos países habían mantenido conversaciones sustanciales sobre las exigencias estadounidenses de que Pekín tomara medidas enérgicas contra el tráfico de los ingredientes químicos utilizados para fabricar fentanilo. Bessent dijo que los chinos “comprendieron la magnitud” de la crisis del fentanilo en Estados Unidos y que existe un “camino positivo a seguir”.

Trump añadió inicialmente un arancel del 20 por ciento a las exportaciones chinas, acusando al país de no hacer lo suficiente para detener el flujo de fentanilo a Estados Unidos. Ese arancel punitivo sigue en vigor. También se mantiene el arancel “base” del 10 por ciento sobre casi todos los socios comerciales de Estados Unidos, incluida China.

Greer dijo que las negociaciones se caracterizaron por la “comprensión y el respeto mutuos”, pero señaló que China fue el único país que tomó represalias contra Estados Unidos después de que el presidente Trump impusiera el mes pasado los llamados aranceles recíprocos a decenas de países.

 El mes pasado, el gobierno de Trump anunció una pausa de 90 días a los aranceles recíprocos que aplicó a la mayoría de los socios comerciales, con excepción de China. La Casa Blanca se ha apresurado a alcanzar acuerdos comerciales antes de que expire el plazo a principios de julio.

El gobierno de Trump ha acusado a China de subvencionar injustamente sectores clave de su economía y de inundar el mundo con productos baratos. Trump ha dicho que China lleva décadas “estafando” a Estados Unidos con prácticas comerciales desleales que han diezmado el sector manufacturero estadounidense y han costado puestos de trabajo al país.

 Wang Wen, decano del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin en Pekín, dijo que el acuerdo demostraba el deseo de ambos países de evitar el “peor escenario posible”. Dijo que China afronta “mejor” el ritmo y el estilo de la segunda presidencia de Trump en comparación con la manera en que afrontó la primera.

Al trazar el acuerdo, Bessent y Greer tuvieron cuidado de no enemistarse con China. En lugar de esto, atribuyeron la mayor parte de la culpa de la guerra comercial al gobierno de Biden, acusándolo de descuidar el desequilibrio comercial.

 Bessent sugirió que ambos países podrían ayudarse mutuamente equilibrando sus economías, afirmando que Estados Unidos podría restablecer la industria manufacturera, mientras que China podría reducir la sobreproducción en su sector manufacturero.

Las dos partes han discutido en público en las últimas semanas. La Casa Blanca dijo en repetidas ocasiones que estaba hablando con funcionarios chinos, mientras que Pekín negó que tales conversaciones estuvieran sucediendo.

En un principio, Pekín adoptó una postura dura frente a los aranceles punitivos de Trump. El mes pasado, Mao Ning, una vocera de alto rango del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, publicó en X un video de un discurso que Mao Zedong pronunció durante la Guerra de Corea —conocida en China como la Guerra para Resistir la Agresión de Estados Unidos y Ayudar a Corea— en el que declaraba: “No importa cuánto dure esta guerra, nunca cederemos”.

China ha enmarcado cuidadosamente su participación en las negociaciones de Ginebra no como una concesión a los aranceles de Trump, sino como un paso necesario para evitar una mayor escalada. El Ministerio de Comercio chino dijo que el acuerdo tenía en mente “los intereses de ambos países y los intereses comunes del mundo” y que esperaba que Estados Unidos “siguiera trabajando con China para encontrar un punto medio”.

Desde que se anunciaron los aranceles, China ha adoptado numerosas medidas punitivas contra Estados Unidos. Suspendió las importaciones de sorgo, aves de corral y harina de huesos de empresas estadounidenses y añadió 27 empresas a la lista de compañías sometidas a restricciones comerciales.

 El lunes, mientras China acordaba retirar las medidas punitivas que ha impuesto durante el último mes, múltiples organismos chinos, entre ellos el Ministerio de Comercio y el Ministerio de Seguridad del Estado, se reunieron para debatir cómo reforzar los controles a la exportación de minerales estratégicos.

En un comunicado, la Cámara de Comercio Europea en China dijo que se sentía “alentada” por el anuncio, pero que “persiste la incertidumbre” porque los aranceles solo se han suspendido temporalmente.

El presidente de la Cámara Europea, Jens Eskelund, dijo que esta “espera que ambas partes sigan dialogando para resolver las diferencias y eviten tomar medidas que perturben el comercio mundial y provoquen daños colaterales a quienes se vean atrapados en el fuego cruzado”.

Antes de las discusiones comerciales del fin de semana, Trump pareció extender una rama de olivo al sugerir que estaría abierto a rebajar los aranceles al 80 por ciento. El sábado escribió en Truth Social que las conversaciones suponían un gran avance: “Un reinicio total negociado de forma amistosa, pero constructiva”.

 (Daisuke Wakabayashi ,Amy Chang Chien y , The New York Times, 12/05/25)

 

 "La tregua arancelaria entre Estados Unidos y China le da a Asia tiempo y espacio para reajustarse.

Estados Unidos y China han acordado reducir drásticamente sus aranceles durante los próximos 90 días, lo que supone una pausa crucial en una guerra comercial que está tensando las cadenas de suministro mundiales y poniendo a prueba la paciencia de los mercados de capitales.

El acuerdo, alcanzado en Ginebra (Suiza) y anunciado el lunes 12 de mayo, recorta los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos del 145% al 30% y reduce los derechos chinos sobre las importaciones estadounidenses del 125% al 10%.

Aunque de duración limitada y resultado incierto, el acuerdo ya está teniendo efectos tangibles en los mercados, las divisas y la confianza de los asiáticos.

Las acciones asiáticas subieron inmediatamente después, lideradas por los exportadores, los fabricantes de semiconductores y los industriales. El índice Hang Seng Tech de Hong Kong subió un 5,2% al cierre, la mayor subida en dos meses.

La respuesta más reveladora podría darse en los mercados de divisas. El dólar tuvo su mejor día en más de un mes ponderado por el comercio, pero la gran pregunta para los mercados de divisas de cara al futuro es si el daño a la posición a largo plazo del billete verde ya está hecho.

Aunque la reacción inicial del mercado fue claramente positiva para el dólar, también reflejó la liquidación de posiciones cortas, según Bloomberg. Antes del anuncio de hoy, el dólar taiwanés había subido más de un 8% frente al dólar este año, y otras divisas asiáticas han seguido su ejemplo. 

No se trata sólo de ruido o de un reajuste temporal, sino de un cambio de posición. La reciente fortaleza de las divisas asiáticas refleja dos fuerzas clave. En primer lugar, una mecánica: unos aranceles más bajos reducen la presión inflacionista sobre los bienes importados, lo que da más respiro a los bancos centrales de las economías emergentes de Asia.

Países como la India, Filipinas e Indonesia -que antes caminaban en la cuerda floja entre las subidas de tipos y el apoyo al crecimiento- tienen ahora algo más de flexibilidad para dar prioridad a las condiciones internas sobre la defensa frente al riesgo externo.

En segundo lugar, y lo que es más importante, el capital se mueve. Las empresas asiáticas van a repatriar sus beneficios en el extranjero. Los fondos de cobertura y los gestores de activos están abandonando las operaciones sobrecompradas en dólares.

La demanda de herramientas de cobertura de divisas en Japón se está acelerando, y las empresas aprovechan la oportunidad para asegurarse unas condiciones más favorables tras meses de volatilidad. El mercado ha empezado a revalorizar no sólo el riesgo, sino también la oportunidad.

Lo que ha cambiado no es que los inversores crean de repente en una reconciliación entre EE.UU. y China, sino que la implacable suposición de un mayor deterioro se ha detenido. En los mercados financieros, un cambio de dirección -por modesto que sea- suele desencadenar una respuesta mayor que una continuación de la tendencia.

La guerra comercial ha sido el riesgo económico definitorio de los últimos seis meses. Asia, con sus complejos ecosistemas de producción y sus profundos vínculos comerciales, no ha sido la única expuesta, pero ha sido sistemáticamente sensible. 

Los fabricantes de chips taiwaneses, los exportadores de productos electrónicos surcoreanos, las empresas de maquinaria japonesas y los ensambladores vietnamitas forman parte de cadenas de suministro de múltiples etapas que dependen de la previsibilidad. Los aranceles no solo añadían costes, sino parálisis.

Ahora, por fin, parte de esa parálisis se reducirá. Con una ventana de 90 días de aranceles reducidos, las empresas pueden empezar a tomar decisiones de nuevo sobre compras, contratación, envíos y gastos de capital.

Es probable que los bancos de toda la región vean renovado el interés de las empresas por reanudar programas de inversión que antes estaban en suspenso. En el sudeste asiático, donde muchas empresas habían aplazado sus expansiones transfronterizas debido a la incertidumbre arancelaria, habrá signos casi inmediatos de una renovada actividad de planificación.

Este repunte de la actividad se verá favorecido por el debilitamiento del dólar estadounidense.  Un dólar más débil suele amplificar los flujos hacia los mercados emergentes, y esta vez no será diferente.

El servicio de la deuda en dólares es menos costoso. Las materias primas, que cotizan en dólares, son más asequibles. Y los bonos soberanos y la renta variable asiáticos, que habían tenido un precio defensivo, vuelven a recibir tímidas entradas.

Sin embargo, sería peligroso confundir este cambio de tono con una auténtica resolución de las tensiones entre Estados Unidos y China. El acuerdo de Ginebra tiene un alcance limitado y es temporal por su propio diseño. No tiene ningún mecanismo de aplicación y sus cimientos son frágiles. 

Las declaraciones del presidente Trump tras el acuerdo, sugiriendo que un arancel del 80% podría ser apropiado «la próxima vez», subrayan lo fluida que sigue siendo la situación. Lo que sí indica, sin embargo, es que las dos mayores economías del mundo están bajo presión.
Hong Kong

EE.UU. está gestionando la ansiedad de los votantes por los precios al consumo y el estancamiento económico. China se esfuerza por estabilizar la actividad industrial y restablecer la confianza de los inversores. Ninguna de las dos puede permitirse una ruptura total de sus relaciones comerciales, al menos por el momento.

Esa limitación compartida es lo que da a la tregua su peso temporal. Es suficiente para sacar a los mercados del modo de asedio. Es suficiente para que los responsables políticos asiáticos dejen de reaccionar y adopten una estrategia. Y es suficiente para que los inversores reconsideren sus asignaciones a la historia de crecimiento de Asia.

Asia sigue albergando algunas de las economías exportadoras más productivas, mercados de consumo dinámicos y empresas tecnológicas de rápida adaptación del mundo. La guerra arancelaria oscureció esa fortaleza al inyectar riesgo externo. La tregua despeja la niebla lo suficiente como para que el caso regional vuelva a ser visible.

Aun así, sigue habiendo riesgos. Una ruptura de las conversaciones, un giro político en Washington o nuevas medidas dirigidas a los mercados tecnológicos o de capitales podrían agriar rápidamente el optimismo actual. Los inversores que se apresuren a entrar sin coberturas o sobreponderados podrían verse desorientados si la distensión resulta efímera.

Pero, por el momento, se espera que Asia recupere su equilibrio, como se aprecia en la subida de hoy de los mercados de renta variable y la firmeza de las divisas."

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