" Resumen de la intervención de Manolo Monereo en La Mesa de El ViejoTopo TV (https://youtu.be/C3a5UnFaiGw?si=lzrH-XN1njV5HNDn)
A partir de Maastricht se produce una inflexión en la Unión Europea.
Pero, ¿Cómo entender la Unión Europea después de Maastricht?: Como el
modo específico de consensuar el nuevo orden internacional unipolar
dirigido por los Estados Unidos. Se trató de concretar el nuevo orden
internacional que emergía con la derrota de la Unión Soviética bajo el
modelo y la hegemonía norteamericana, que es lo que hemos llamado
neoliberalismo y que luego se fue concretando en eso que se llamó
globalización neoliberal o globalización capitalista neoliberal.
¿Cuál
es el centro de esta construcción? El centro, a mi juicio, es
básicamente una reacción contra el modelo social y político que se
implantó en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Es
decir, la idea fundamental de este nuevo orden es poner fin a eso que se
llamó los 30 años gloriosos, poner fin a una experiencia política y
social, a una forma específica de relacionar política estado, sociedad y
conflicto social, donde el protagonismo era de las clases trabajadoras y
su peso estructural en la economía y en la política. El objetivo real
era derrotar ese modelo, y hacerlo en un proceso político.
La
clave fue desmontar el Estado nación y su específica concreción después
de la Segunda Guerra Mundial, lo que se ha llamado el constitucionalismo
social, que fue un intento de embridar al capitalismo en base a
procesos sociales con un control social y estatal independiente por la
dominación de los grandes poderes económicos.
Se aprovechó el
momento para desmontar los fundamentos de ese conflicto de clase
surgidos después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuáles fueron sus
concreciones fundamentales? Tres, básicamente.
La primera
concreción fue, de facto, la constitucionalización del modelo
neoliberal. O sea, a partir de Maastricht solamente había un pensamiento
único, una clase política única y modelo económico único, obligatorio
para cada Estado y límite a cualquier proceso de soberanía popular. Ese
era, a mi juicio, el primer rasgo.
El segundo rasgo fundamental
era lo que podíamos llamar la desterritorialización del poder
democrático. Y la democracia empezó a dejar de ser un modelo político
enraizado en la sociedad y se convirtió en un modelo más o menos
ambiguo, una especie de norteamericanización de la vida pública que al
final lo que consiguió fue debilitar, fragmentar la soberanía popular.
Es una vieja historia. Es un proceso muy conocido. Ya lo
defendió Von Hayek en el año 38 del siglo XX, aquello que se llamó el
federalismo económico.
Todo el centro del modelo neoliberal es
muy simple, es quitarle a la soberanía popular la dirección de la vida
económica, de la vida pública y por lo tanto despolitizar la economía
imponiendo un modelo económico único donde la soberanía popular no pueda
controlar la vida económica limitando los grandes poderes económicos.
Este es el dato fundamental del modelo de construcción.
Y hay un
tercer elemento, pero nunca se comenta porque parece tan evidente que
lo damos por supuesto y es la subordinación estructural de la Europa que
nace con Maastricht al orden internacional que impuso Estados Unidos.
Es decir, Maastricht lo que hace fundamentalmente es desmontar el modelo
político social de los Estados nacionales construidos después de dos
guerras mundiales.
En conclusión, se subordina estructuralmente
la Unión Europea a los intereses estratégicos de Estados Unidos y a
partir de ahí, hay un doble proceso que nunca se debe de olvidar. La
integración europea está ligada a la ampliación y el desarrollo de la
OTAN. Y no son dos cosas distintas, es un mismo proyecto político, un
modo de organizar el mundo según los intereses estratégicos de Estados
Unidos.
Explicar esto es importante porque estamos ante la crisis
de la hegemonía norteamericana porque vivimos una transición a un mundo
multipolar y eso significa una gigantesca redistribución del poder
político a nivel mundial. Por lo tanto, estamos viviendo una transición
que va a ser dramática, con elementos de conflicto, de guerras, de
revoluciones y de contrarrevoluciones. Vamos a “vivir peligrosamente”.
En
este proceso de transición aparecerá aquello que los teóricos llaman La
trampa de Tucídides. Es decir, ¿cómo se va a resolver la crisis
hegemónica?,¿con una guerra o sin ella? o ¿con qué tipo de guerra? Con
conflictos es seguro, ya lo estamos viendo.
Todas las costuras
del orden internacional norteamericano están saltando por los aires y
estamos en un mundo radicalmente nuevo con muchos elementos dramáticos.
La
segunda cuestión que nunca hay que olvidar es que la clave de lo que
estamos viviendo es la crisis de la Unión Europea y específicamente de
la democracia de cada uno de los Estados singularmente considerados.
Es
una crisis profunda de la democracia que se debe a un elemento
fundamental, al peso cada vez más determinante de los grandes poderes
económicos, financieros y corporativos. Si algo caracteriza la situación
económico y social europea en el marco de la Unión, es el predominio
prácticamente sin contrapoderes de los grandes monopolios financieros y
empresariales, que son los que dirigen la vida pública.
Y luego
hay un tercer elemento decisivo. El papel asignado por la OTAN a la
Unión Europea. En esta crisis hegemónica la clave es derrotar a China y
según la doctrina-OTAN, el elemento clave para derrotar a China es
derrotar previamente a Rusia. Como la Federación Rusa en este caso es la
retaguardia estratégica de China su derrota obligaría China a negociar
de una manera subalterna con la potencia supuestamente vencedora que
sería Occidente dirigido por Estados Unidos.
Esa era la
estrategia que aplicó Biden. ¿Por qué aceptó ese papel la Unión Europea?
Primero, porque estaba de acuerdo; o sea, las élites europeas siempre
han estado de acuerdo que el problema era Rusia y que había que seguir
trabajando para arrinconarla, con el objetivo de poner fin al equipo
dirigente de Putin y provocar una crisis político-estatal
Para
eso son las sanciones y un hipotético triunfo de la guerra en Ucrania.
Ambos factores serían el detonante de una crisis de régimen que
permitiría el reparto de los grandes recursos que tiene Rusia. Esto es
lo que había detrás del proyecto OTAN. Esto es lo que, de una u otra
manera, teníamos por delante.
Lo que ha ocurrido es que no ha
funcionado. ¿Y por qué? Como siempre, se ha subestimado a Rusia y se
han subestimado los profundos cambios que ya hay en la economía
internacional. Se ha subestimado que la multipolaridad está avanzando
y, sobre todo, el potencial político militar de Rusia. Creo que es ahí
donde estamos en este momento.
Y algo fundamental. Partimos de la
idea que la Unión Europea y la democracia singularmente individualizada
de cada uno de los Estados vive en un momento de crisis; en este
escenario la existencia de un enemigo externo es decisivo para superar
la crisis. Es decir, en un momento determinado la presencia de un
enemigo que tiene una vieja resonancia histórica, un enemigo
supuestamente agresivo que estaría dispuesto a atacarte. Ese miedo a un
enemigo externo propicia naturalmente la unión de los “amenazados”,
propicia que en las mayorías sociales gane la inseguridad, el miedo y
eso siempre ha beneficiado a los países que lo promueven.
La
Unión Europea ha hecho del miedo a Rusia un instrumento para superar su
propia crisis y para propiciar una nueva centralización del poder en
torno a Bruselas, en torno a la creciente autonomización de la Comisión
Europea. Y eso se consigue en gran parte con la política del rearme. Sin
embargo, creo que esto no va a funcionar porque con esta política no se
va a superar el estancamiento económico de la Unión Europea; quieren
superarlo por una salida militar, por una especie de economía de guerra
que ni es economía de guerra y ni siquiera llega a un Keynesianismo
militar.
Una cuestión en la que debemos pensar. Si hay paz en
Ucrania, si se toman en cuenta los intereses de Rusia, eso pondrá en
peligro la Unión Europea, podrá en peligro su propia existencia, por eso
se manifiestan opuestos a cualquier política de paz, por eso sabotean
cualquier intento de paz.
Pero, ¿por qué? Porque de acuerdo a la
estructura que han creado no puede prosperar un acuerdo de paz
que, tarde o temprano, significaría una nueva arquitectura de seguridad
en Europa y eso pondría en cuestión la Unión Europea que conocemos y la
existencia de la OTAN.
Por otra parte, creo que estamos delante
de lo que yo llamaría una sublevación de los pueblos europeos a medio
plazo. Sé que esto hoy parece seguramente descabellado, pero creo que
hay condiciones cada vez más evidentes de una insurrección de los
pueblos europeos, un levantamiento frente a unas élites que nos llevan a
la guerra, que nos llevan al rearme y a nuevas políticas de austeridad.
Estamos
ante una coyuntura muy complicada que se va a ir agudizando conforme
las conversaciones de paz avancen. No soy muy optimista con respecto a
estas conversaciones de paz y no lo soy porque las élites europeas están
muy comprometidas con el modelo OTAN, con el modelo norteamericano, con
la estrategia Biden y están haciendo un trabajo sistemático de boicot,
sabotaje a cualquier intento de paz entre Ucrania y Rusia. Les va en
gran parte su vida política en ello y también sus proyectos personales y
económicos. Estamos en un momento dramático.
¿Cuál es la
contradicción básica? Saben que solos no pueden ganarle a Rusia, que
necesitan a Estados Unidos, que necesitan a Donald Trump, pero tienen
que crear un escenario donde Donald Trump desista de llegar a
acuerdos con Putin. Y para eso tienen consenso con la élite dominante en
el gobierno ucraniano y obviamente con Zelensky. Él sabe que se juega
la vida, y cuando digo esto, lo digo en serio, la vida
de Zelensky depende en gran medida que la guerra continúe.
¿Dónde
estamos? ¿A dónde vamos? Creo que vamos hacia una nueva situación donde
las poblaciones empiezan a separarse de las élites nacionales y de la
Unión Europea. Los europeos van a reclamar nuevas opciones, nuevos
argumentos, nuevos instrumentos, nuevas demandas.
Creo que está
llegando el momento de plantearse en serio un nuevo tipo de Europa, lo
que podíamos llamar convertir a Europa como un sujeto político
internacional no alineado, independiente, sobre todo de los Estados
Unidos. Y esto será poniendo fin a la existencia de la OTAN.
La
OTAN no es solo una alianza militar, es algo más, es la estructuración
de la fuerza armada según los intereses determinados por los Estados
Unidos. No es una simple alianza entre Estados, es parte de un ejército
dirigido por los Estados Unidos. Es decir, ha sido una manera de pérdida
de soberanía en un elemento central como son las fuerzas armadas.
Por
lo tanto, la primera idea es que hace falta una Europa que sea un
sujeto político independiente y que pueda actuar con autonomía
estratégica.
¿Qué significa eso en la práctica? A mi juicio, tres cosas fundamentales.
La
primera, debemos ir hacia una Europa confederal. El federalismo que se
ha creado en Europa, el federalismo neoliberal, ha construido una
democracia oligárquica que limita los derechos de los trabajadores, que
limita los derechos sociales y que, sobre todo, pone en crisis a la
propia democracia en cualquiera de las excepciones que puede tener ese
término. Por lo tanto, hace falta darle un giro serio a esta Europa,
hacia una Europa confederal, donde los Estados y los pueblos sean
instrumentos reales de construcción de una nueva Europa y que, por
tanto, hay que comprometer a las poblaciones con un nuevo proyecto
económico, político y social avanzado.
Segunda cuestión, no es
posible la seguridad europea sin un tratado de paz y cooperación con
Rusia. La condición previa de cualquier autonomía estratégica europea
pasa por un tratado de cooperación reforzada entre Rusia y Europa.Es lo
que siempre las potencias anglosajonas han intentado evitar.
Hace
falta un acuerdo entre Alemania y Rusia, y el acuerdo entre Europa y
Rusia eso debe ser concretado en un tratado de paz y cooperación que
estoy convencido beneficiará no sólo a Rusia , sobretodo beneficiará a
la autonomía estratégica de Europa.
Y la tercera cuestión
fundamental es comprometer a esta nueva Europa democrática y socialmente
avanzada, comprometerla con el nuevo orden internacional que está
emergiendo. Un orden multipolar. democrático y justo, que es donde está
la gran tarea del momento. Es decir, Europa no puede seguir siendo un
instrumento más, un actor subalterno en manos de Estados Unidos que se
opone a un mundo que está cambiando.
Dicho de otra manera, Europa
tiene que escoger de qué mundo quiere ser parte. ¿Quiere
ser, con Estados Unidos, un freno político militar a la
multipolaridad?, ¿quiere ser un dispositivo que impida la
multipolaridad? o ¿quiere ser un instrumento en positivo, de paz,
participando en el nuevo orden económico internacional , en un mundo que
emerge, que es un mundo multipolar donde los pueblos del sur global
luchan por tener voz, protagonismo y reconocimiento?
Creo tarde o
temprano este es programa que van a exigir los pueblos y la cuestión de
la paz entre Ucrania y Rusia va a dilucidar el futuro de la Unión
Europea y de la OTAN ."
(Manolo Monereo, Observatorio de la crisis, 27/05/25)
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