27.11.25

“Igual que el nazismo es constitutivo del crimen del Holocausto, el sionismo lo es de la Nakba”... ¿Por qué es importante tipificar el delito de la Nakba? En 1948, las milicias israelíes desplazaron a 750.000 palestinos, destruyeron 500 aldeas, y acabaron con la estructura social y política que organizaba la vida en Palestina. Con esta violencia fundacional vino también una fragmentación del pueblo palestino en múltiples categorías legales y geográficas que establecen distintos derechos incluso en cuanto a la movilidad... La colonización es el instrumento con el que el sionismo ha construido su identidad nacional sionista. Por eso, la ocupación, el genocidio, el apartheid son crímenes dentro de la lógica de la Nakba, que tiene como finalidad desplazar y negar la autodeterminación del pueblo palestino... igual que la segregación racial en Sudáfrica tipificó el delito de apartheid, y que el nazismo es constitutivo del crimen del Holocausto, el sionismo lo es de la Nakba (Júlia Nueno)

 "Júlia Nueno Guitart es ingeniera e investigadora de Forensic Architecture, una organización multidisciplinar dependiente de la Universidad de Londres, en la que profesionales de la ingeniería, periodistas, abogadas, informáticos y otros perfiles profesionales investigan crímenes de guerra a partir de imágenes de satélite, modelado 3D, análisis forense de vídeos, fotografías y sonidos, datos geoespaciales, información publicada por los medios y las redes sociales, así como de declaraciones y testimonios directos.

Con su trabajo de cruce de datos y verificación, Forensic Architecture ha demostrado delitos de guerra y de lesa humanidad como los bombardeos rusos contra instalaciones civiles en Siria, las desapariciones de civiles en el conflicto colombiano, la vigilancia y la represión con el programa israelí Pegasus, el ecocidio que Israel ha cometido en la Franja o los patrones en los ataques contra los hospitales que el Ejército sionista ha llevado a cabo en Gaza desde octubre de 2023. Este último informe ha sido incorporado como prueba por Sudáfrica en la causa abierta ante el Tribunal Internacional Penal contra Israel.

Nueno acaba de publicar Genocidios. Una lectura forense (Galaxia Gutenberg), una compilación de ocho investigaciones para entender los mecanismos de esta forma de exterminio planificado de colectivos y pueblos y sus consecuencias a largo plazo. El libro, que pertenece a la colección ‘Interespecies’, dirigida por Jorge Carrión, sorprende por los horizontes legales, metodológicos, históricos y epistemológicos que abre. Conversamos con ella por videoconferencia.

Comencemos por su trabajo en Forensic Architecture. ¿Cómo lo describiría? 

Nos dedicamos a una forma de arquitectura que no se dedica a construir edificios, sino que estudia el territorio como testigo de las distintas formas de violencia. Mi trabajo consiste en pensar cómo podemos relacionar la gran cantidad de datos, imágenes y vídeos que hay en Internet con las imágenes de satélite, para entender lo que está ocurriendo en Gaza o desentrañar una conducta concreta del Ejército israelí. 

Nuestro trabajo tiene dos pilares: uno dedicado a investigar declaraciones del Ejército para desmentir sus falsedades y combatir así la desinformación. Y el otro, como hicimos con la demanda de Sudáfrica, a entender patrones de conducta repetidos por parte del Ejército de Israel que indican que hay una estrategia militar dirigida a destruir las condiciones de vida en Gaza. 

Sus publicaciones se difunden en medios de comunicación, en causas judiciales, en comisiones de la verdad… ¿Cómo deciden en qué ámbito van a tener más eficacia?

Depende de cuál sea el objetivo. La investigación de Gaza la iniciamos nosotros, algo inusual, porque solemos trabajar por encargo de comisiones de la verdad, de grupos de víctimas, de activistas… Forensic Architecture ya había investigado la ocupación de Palestina y la Nakba como estructura social de desplazamiento y de negación de la autodeterminación. Cuando vimos la dimensión que estaba adquiriendo la crisis humanitaria que comenzó tras octubre de 2023, nos organizamos para empezar a trabajar de manera autónoma. La primera investigación que hicimos fue sobre la destrucción sistemática del sistema médico que llevó a cabo el Ejército israelí a partir de enero de 2024. Sudáfrica citó nuestro trabajo en la causa que presentó contra Israel ante el Tribunal Internacional Penal. Entonces, empezamos a colaborar con su equipo de abogados, pero manteniendo nuestra autonomía e independencia. Nosotros analizamos el territorio para entender los patrones de la violencia y ellos usan el resultado de nuestras investigaciones para demostrar que hay una voluntad política de destruir las condiciones que sostienen la vida en Gaza. 

¿Cómo ha sido el proceso de elegir los temas y autores que quería que recogiese el libro?

Planteé el libro como una caja de herramientas para entender el genocidio en el siglo XXI, que supone el exterminio de un pueblo pero, también, la destrucción de las condiciones que hacen posible la vida en común. También establece el vínculo existente entre genocidio y colonialismo, puesto que muchos de los exterminios cometidos por proyectos coloniales bajo la interpretación actual serían considerados genocidios. Y también tenía que recoger cómo se está usando la inteligencia artificial para reestructurar el valor que se le da a las vidas y para cometer genocidios. 

¿Qué aporta la arquitectura forense a la investigación de crímenes de lesa humanidad y a la lucha contra la impunidad?

En un momento en el que la imagen y los hechos están perdiendo credibilidad, la arquitectura forense intenta reconstruirla con nuevas herramientas. La arquitectura forense es capaz de poner en relación distintos medios para componer nuevas formas de credibilidad, de autoridad y de verdad. 

Cuando Lemkin conceptualizó el delito de genocidio en 1944, lo definió de una manera mucho más amplia que como se suele interpretar. De hecho, distintiguió dos fases: la destrucción  del patrón nacional del grupo oprimido y la imposición del patrón del opresor. Y estableció un vínculo entre el crimen de genocidio y la violencia colonial, que incluye opresión y desplazamiento forzado. ¿Cómo cree que ha afectado la versión reducida que nos ha llegado del genocidio? 

En el territorio que ahora conocemos como Namibia, Alemania cometió el primer genocidio del siglo XX. El ejército colonial alemán se lanzó al exterminio de sus pueblos originarios, los ovahereros y los namas. Aunque Alemania ha reconocido este genocidio, no ha habido ninguna acción política de reparación ni de restitución. De hecho, el genocidio sigue operando en Namibia porque el 70% de sus tierras agrícolas sigue estando en manos de los descendientes de los colonos, que representan el 4% de la población. Por eso, estamos trabajando en otras formas de reparación y restitución que contribuyan a la igualdad.

Otro de los textos es una entrevista a Rabea Eghbariah, un jurista palestino que sostiene que hay que expandir el derecho internacional a partir de la experiencia palestina. Para ello, propone tipificar el delito de la Nakba que comenzó con el desplazamiento masivo y la limpieza étnica del pueblo palestino sobre los que se fundó en 1948 el Estado sionista, pero que según Eghbariah se extendería hasta hoy como un régimen político y jurídico del que el genocidio es una de sus manifestaciones. La Universidad de Harvard le pidió que escribiera un artículo para su revista sobre esta propuesta y, después de publicarla, la censuró. Lo mismo ocurrió después con la Universidad de Columbia.  ¿Por qué es importante tipificar el delito de la Nakba?

En 1948, las milicias israelíes desplazaron a 750.000 palestinos, destruyeron 500 aldeas, y acabaron con la estructura social y política que organizaba la vida en Palestina. Con esta violencia fundacional vino también una fragmentación del pueblo palestino en múltiples categorías legales y geográficas que establecen distintos derechos incluso en cuanto a la movilidad. 

La propuesta de Eghbariah tiene mucho sentido porque igual que la segregación racial en Sudáfrica tipificó el delito de apartheid, y que el nazismo es constitutivo del crimen del Holocausto, el sionismo lo es de la Nakba. La colonización es el instrumento con el que el sionismo ha construido su identidad nacional sionista. Por eso, él entiende que la ocupación, el genocidio, el apartheid son crímenes dentro de la lógica de la Nakba, que tiene como finalidad desplazar y negar la autodeterminación del pueblo palestino.   

En el capítulo que firma usted, titulado La fábrica de objetivos, evidencia cómo Israel ha usado la inteligencia artificial no para minimizar el número de víctimas civiles, sino para convertir al máximo número posible en potenciales enemigos y eludir así la responsabilidad de sus crímenes. Y explica que lo hace manipulando el derecho internacional. 

El derecho internacional distingue entre civiles y combatientes, y establece el criterio de la necesidad de un ataque, lo que se interpreta como que si un objetivo militar tiene mucho valor, se acepta cierto número de muertes de civiles. 

La legislación internacional no prohíbe la violencia, sino que la racionaliza y establece así una economía de la violencia. Cuando se incorpora esa economía de la violencia en la inteligencia artificial, que es una forma de cálculo estadístico a través de los datos disponibles, se aceleran las injusticias que se cometen en base a esa supuesta racionalidad.

Israel ha generado un sistema de inteligencia artificial que acelera la interpretación de los civiles como combatientes, generando una gran base de datos en la que personas que, muy probablemente, tengan muy poca o ninguna relación con cualquier forma de resistencia armada, van a ser relacionadas con esta.

Y además, como hemos comprobado, el Ejército israelí suele bombardear zonas residenciales y especialmente durante la noche –que es cuando sus programas determinan que el objetivo está en casa con su familia–. Y siguiendo el principio de proporcionalidad, su inteligencia artificial maximiza el número de muertes que se pueden llevar a cabo para matar a ese objetivo. Entonces, Israel dice: “Lo que hacemos nosotros está amparado por los principios de distinción y proporcionalidad de la ley internacional humanitaria”. Pero lo que está haciendo es tergiversarlos y llevarlos a nociones extremistas que les permiten maximizar el número de muertes de civiles. Es una lógica muy perversa.

Para investigar estos crímenes, ven miles de imágenes a diario de los bombardeos, de las morgues, de los hospitales… Imágenes grabadas por los propios familiares de las víctimas para denunciar lo que están sufriendo o por periodistas gazatíes que son asesinados por Israel para impedir que sigan documentando el genocidio. Está demostrado que el visionado de este tipo de imágenes de manera masiva durante meses puede afectar a la salud mental. ¿Han establecido algún tipo de protocolo para protegerse?

Sí, contamos con grupos de apoyo de unas cuatro o cinco personas que nos reunimos cada cierto tiempo para hablar sobre qué nos está costando en el trabajo o cómo lidiar con esas imágenes. Y también podemos pedir asistencia psicológica para evitar o tratar el trauma secundario. A veces, cuando comento con algún amigo o un nueva compañera esta cuestión, suelen decirme: “Ah, como quienes monitorean los contenidos de Facebook o Instagram, que están expuestos a imágenes de mucha violencia de forma repetida”. Y yo suelo responderles que es muy diferente porque hay una finalidad política en el trabajo que nosotros hacemos y que, precisamente, esa finalidad sana un poco la sobreexposición a esos contenidos. 

Usted escribe en el prólogo del libro que las tecnologías que usamos organizan qué memorias se preservan o cuáles se pierden, y que nos imponen ritmos, jerarquías y prioridades que condicionan nuestra respuesta ética y política. Por ello, reivindica la importancia de ocupar esa banda ancha con una sensibilidad crítica que desarrolle respuestas colectivas. ¿Qué lecciones podemos extraer de los dos años de movimiento global de solidaridad con Palestina para crear nuevas propuestas en defensa de los derechos humanos, de la democracia..?

En un momento de crisis en las izquierdas y de auge de las fuerzas reaccionarias, la campaña de solidaridad con Palestina es esperanzadora porque mucha gente se ha movilizado y lo ha hecho porque hay muchas maneras de participar: el boicot a los productos israelíes, las manifestaciones, las acampadas en las universidades, los piquetes en las fábricas de armas, las huelgas en Italia, el seguir hablando para que el genocidio termine… Y tenemos que seguir movilizándonos porque mientras Israel permanezca en Gaza, las armas del genocidio, de la destrucción de la población y de las condiciones que sostienen la vida van a seguir allí." 

(Entrevista a Júlia Nueno, Patricia Simón , La Marea, 27/11/25)

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