“La rápida respuesta a la crisis de la avaricia, como se merecería ser conocida esta crisis financiera, es todavía más notable porque realmente no era fácil predecirla. De hecho, todavía hoy no se sabe cuál es exactamente su alcance y profundidad. (Circula por muchos blogs y webs españoles un estupendo texto del profesor Leopoldo Abadía con una amplia y comprensible explicación de lo que ha ocurrido con las hipotecas ofrecidas a los llamados ninja, es decir, no income, no job, no assets, sin ingresos fijos, sin empleo, sin propiedades). (…)
Organizaciones como Oxfam insisten en que la crisis alimentaria era absolutamente previsible:
es cierto que el cambio climático, las sequías e inundaciones, han reducido las cosechas en muchos países, pero básicamente la crisis está provocada por hechos y decisiones políticas con efectos claramente estudiados y anunciados.
Era perfectamente predecible que el desarrollo de China y de India aumentaría la demanda de alimentos.
Era predecible que aumentaría el precio del grano si los gobiernos decidían formalmente animar, en porcentajes muy considerables, la producción de biocombustibles.
Era precedible que habría más inseguridad alimentaria y que sería necesaria una acción global para proteger a los más pobres de precios en continuo incremento o muy volátiles.
Si la hambruna, con todo lo que eso significa, se extiende, esta vez nadie podrá decir que no sabía lo que iba a pasar.” (SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ: El nuevo rostro del hambre. El País, ed. Galicia, Domingo, 20/04/2008, p. 13)
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