10.11.23

Los países nórdicos con elevados impuestos aparecen sistemáticamente en los primeros puestos de las clasificaciones internacionales que miden desde la calidad de vida, la democracia y el bienestar hasta la productividad, la competitividad y la innovación... no es una coincidencia... las economías pequeñas y abiertas que fomentan el desarrollo tecnológico necesitan compromisos más amplios en materia de seguridad social para que los ciudadanos acepten los cambios estructurales que los avances tecnológicos traen consigo. Las políticas que crean seguridad social, redistribuyen las oportunidades de vida y combaten la desigualdad de ingresos refuerzan las condiciones de crecimiento a largo plazo... la economía sueca se ha desarrollado gracias a los grandes compromisos públicos, no a pesar de ellos... pero, en la actualidad, observamos serias amenazas para el éxito continuado del modelo social sueco: en particular, la aceptación en el sistema político de un déficit de inversión (incluso de mantenimiento) significativo y en rápido crecimiento, y en su lugar la búsqueda de economías fiscales. Esta falta de inversión amenaza la eficacia y la cohesión económicas del país... Desde la comunidad empresarial sueca se piden inversiones récord en infraestructuras... pero el marco fiscal actual impide al Estado aportar su parte a estas inversiones... Para los ideólogos del mundo empresarial, sin embargo, esto representa una excelente oportunidad para conducir a Suecia hacia una mayor privatización y desregulación, tipos impositivos más bajos, menores compromisos públicos, mayores disparidades de ingresos y menor movilidad social... cuando esta falta de inversión amenaza la competitividad de las empresas y los salarios reales

 "El ex presidente de Estados Unidos Ronald Reagan declaró célebremente: "Las nueve palabras más aterradoras de la lengua inglesa son "Soy del Gobierno y estoy aquí para ayudar"". Esta frase se repite a menudo para afirmar que un Estado activo, con elevados tipos impositivos y amplios compromisos en materia de bienestar, es perjudicial para el empleo, la innovación, la inversión privada y el espíritu empresarial. Pero, ¿es realmente un Estado del bienestar activo un obstáculo para una economía de mercado eficiente?

La realidad no apoya mucho esta afirmación, a pesar de los persistentes esfuerzos de los ideólogos empresariales por describir a Suecia y a otros países desarrollados del bienestar bajo una luz negativa. Por el contrario, los países nórdicos con elevados impuestos aparecen sistemáticamente en los primeros puestos de las clasificaciones internacionales que miden desde la calidad de vida, la democracia y el bienestar hasta la productividad, la competitividad y la innovación. Este éxito no es una coincidencia, sino el resultado de un sistema económico eficiente y promotor de la igualdad.

En los últimos años, los efectos positivos sobre el crecimiento económico de las políticas de bienestar que favorecen la igualdad han sido subrayados por la investigación en ciencias sociales, incluido el personal de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y el Fondo Monetario Internacional. Cada vez es más difícil aferrarse a teorías anticuadas e inconexas ignorando la realidad. En el debate público sueco, sin embargo, este consenso en desarrollo ha tenido dificultades para llegar a los políticos responsables.
Debate constructivo

Para contribuir a un debate más constructivo sobre el futuro del modelo social del país, los cinco sindicatos de la industria sueca han financiado una Comisión de Productividad Industrial, un proyecto de tres años en colaboración con el think tank de orientación sindical Arena Idé. Su objetivo es aumentar los conocimientos sobre productividad y estimular el desarrollo de políticas desde una perspectiva sindical.

En este marco, la Comisión ha publicado un informe (en sueco), The democratic and investing welfare state: an irrigation system for growth. En él se abordan los nuevos estudios sobre el crecimiento, que contribuyen a entender por qué Suecia y otros Estados del bienestar han tenido tanto éxito económico y social.

Una pieza clave del rompecabezas es que las inversiones que promueven los avances tecnológicos determinan cada vez más el crecimiento en las economías maduras. Estos avances, a su vez, requieren importantes compromisos públicos, que mejoran el capital humano e intelectual de la sociedad. En Suecia, los ingresos fiscales se han utilizado ampliamente para inversiones sociales y de otro tipo, que el mercado necesita para funcionar bien pero que el sector privado por sí solo no puede generar (aunque la inversión pública engendrará efectos multiplicadores en ese sentido).

También ha quedado claro que las economías pequeñas y abiertas que fomentan el desarrollo tecnológico necesitan compromisos más amplios en materia de seguridad social para que los ciudadanos acepten los cambios estructurales que los avances tecnológicos traen consigo. Las políticas que crean seguridad social, redistribuyen las oportunidades de vida y combaten la desigualdad de ingresos refuerzan las condiciones de crecimiento a largo plazo. La confianza social -que, como ha demostrado el politólogo sueco Bo Rothstein, se ve favorecida por los Estados nórdicos de bienestar universal- es una piedra angular del desarrollo económico.

El creciente énfasis de los investigadores en la importancia de los factores sociales para el crecimiento ha llevado a instituciones como la OCDE a cuestionar el antiguo paradigma de que unos impuestos más bajos y un Estado más pequeño son el camino de oro hacia la prosperidad económica. Cada vez se destaca más la importancia de que el Estado garantice un alto nivel de inversión, apoye el desarrollo tecnológico, promueva la inclusión social, garantice una buena sanidad pública y fomente altos niveles de educación. Parece que la economía sueca se ha desarrollado gracias a los grandes compromisos públicos, no a pesar de ellos.

Consenso minado

Al mismo tiempo, no es una ley natural que un sector público más amplio y más políticas de bienestar proporcionen mejores condiciones para una economía productiva. Los compromisos públicos mal diseñados y las instituciones corruptas pueden ser un cubo con fugas para la economía. Sin embargo, los compromisos de bienestar y las inversiones públicas bien diseñadas "irrigarán" el crecimiento.

El enfoque del consenso sueco, centrado en una economía de mercado competitiva con políticas sociales de gran alcance, ha sido crucial para aunar esa sabiduría política y lograr el éxito. El consenso presupone las inversiones públicas subyacentes, que benefician tanto a las empresas como a los ciudadanos y al bienestar social. Sin embargo, se está viendo socavado por la creciente polarización social y las promesas incumplidas en materia de bienestar.

 En la actualidad, observamos serias amenazas para el éxito continuado del modelo social sueco: en particular, la aceptación en el sistema político de un déficit de inversión (incluso de mantenimiento) significativo y en rápido crecimiento, y en su lugar la búsqueda de economías fiscales. Esta falta de inversión -a pesar de que la proporción de deuda pública con respecto al producto interior bruto es sólo de alrededor del 30%, la mitad del límite establecido por las normas fiscales de la Unión Europea- amenaza la eficacia y la cohesión económicas del país.

Desde la comunidad empresarial sueca se piden inversiones récord en carreteras, ferrocarriles, sistemas de agua y alcantarillado, infraestructuras, telecomunicaciones 5G, electricidad y energía. Además, hay una enorme escasez de vivienda, tenemos que invertir mucho en la transición climática y -con la entrada de Suecia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte- el presupuesto de defensa tendrá que alcanzar el 2% del PIB. Por último, los sistemas de bienestar del país son profundamente anémicos, el seguro de desempleo sólo proporciona una renta básica y las escuelas y universidades están muy infradotadas.

Silencio ensordecedor

Es evidente que el marco fiscal actual impide al Estado aportar su parte a estas inversiones. Para los ideólogos del mundo empresarial, sin embargo, esto representa una excelente oportunidad para conducir a Suecia hacia una mayor privatización y desregulación, tipos impositivos más bajos, menores compromisos públicos, mayores disparidades de ingresos y menor movilidad social.

Sin embargo, la parte pragmática del mundo empresarial y de los sindicatos guarda un silencio ensordecedor al respecto, a pesar de que la falta de inversión amenaza la competitividad de las empresas y los salarios reales. Esto es crucial para el futuro de Suecia y más voces -más claras y decididas- deben unirse al debate.

Suecia no puede seguir confiando en los logros del pasado. El Estado debe poder tomar prestados fondos sustanciales para las inversiones sociales necesarias para garantizar la prosperidad, el bienestar y la calidad de vida de las generaciones futuras.

Y esto es una verdad universal, no sólo para Suecia."

(Roger Mörtvik, ex secretario de Estado responsable del mercado laboral, la educación y la política social. Daniel Lind es director de investigación de la Comisión de Productividad Industrial. Anteriormente trabajó como economista jefe y director de política en el movimiento sindical sueco. Social Europe, 07/11/23; traducción DEEPL)

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