"A falta de unas pocas horas para que la Junta Electoral cierre el plazo de presentación de candidaturas de coalición, a los líderes de Podemos no se les ocurre otra cosa que convocar una asamblea de inscritos e inscritas preguntando a la militancia si deben seguir negociando con Sumar. A este paso, la Junta baja la persiana y ellos siguen debatiendo bizantinamente sobre esto y aquello.
Con la extrema derecha llamando a las puertas del Gobierno de la nación, resulta sorprendente, cuando no indignante, el infantilismo de esta gente. Si querían preguntar a la militancia, ¿por qué no lo hicieron hace una semana, cuando empezaron las negociaciones entre Yolanda Díaz y el dúo Montero/Belarra? ¿A qué santo esperar a la bocina para formular esa pregunta absurda a la parroquia? Ya se sabe que la izquierda española es muy de procrastinarse a tope, pero hombre, este suspense absurdo, este dejar para el final una cuestión tan importante como el futuro de la izquierda, del país, del pueblo, no tiene ningún sentido y empieza a indignar al electorado progresista.
Podemos se está cubriendo de gloria con un espectáculo tan triste y lamentable. Por si fuera poco, la pregunta que se le ha formulado a las bases es todavía más ridícula que la propia convocatoria in extremis. “¿Aceptas que el Consejo de Coordinación de Podemos, siguiendo el criterio de unidad que marcó el Consejo Ciudadano Estatal, negocie con Sumar y, en su caso, acuerde una alianza electoral entre Podemos y Sumar?”. Es decir, llevan semanas negociando la plataforma de la ministra de Trabajo y ahora que se acaba el plazo piden la opinión de la militancia para seguir negociando. De locos.
¿Se han dado cuenta las Montero y Belarra de que el plazo para presentar una candidatura única se cierra hoy a las 23.59? Alguien debería recordárselo a las todavía jefas de esa casa porque a lo peor ellas no se han enterado, siguen negociando mañana sábado y ya no sirve de nada porque la Junta Electoral les ha cerrado la persiana, como ocurrió en las elecciones andaluzas.
Al final, la consulta surrealista ha arrojado el resultado que se presumía iba a salir. Un total de 49.089 inscritos en Podemos han aceptado que la dirección estatal de Podemos tenga plenos poderes para negociar y decidir sobre su integración en la coalición de Sumar, un dato que, según la formación, supone el apoyo del 92,92 por ciento de su militancia. ¿Qué esperaban que dijese la base, que se rompiera a estas alturas de la pelícual cualquier tipo de acuerdo con Sumar? La gente, el votante de Podemos, está preocupado, asustado, y mira angustiado cómo el reloj avanza y el partido se encamina al desastre total si no firma un acuerdo de mínimos con Yolanda Díaz.
De concurrir en solitario al 23J, la ley d’Hont machacará sin duda a Podemos. Con cuatro partidos por delante (PSOE, PP, Vox y Sumar), ser quinta fuerza política les condenaría sin remedio a una representación meramente simbólica en las Cortes Generales. Y todavía se están pensando coaligar con Díaz. ¡Pero si tendrían que haber firmado hace un año!
Los líderes de Podemos saben que el Titanic se hunde mientras ellos siguen tocando su melodía de despedida. La fuerza política que canalizó las ilusiones de cinco millones de indignados no debería terminar así. Es demasiado triste. “Así es la izquierda, siempre lo deja todo para el final…”, bromean fuentes podemitas. Pues maldita la gracia que hace esa estúpida tradición. El espectáculo que están dando resulta intolerable. En las redes sociales, la extrema derecha se mofa con las negociaciones y las consultas asamblearias de última hora. Y Feijóo y Abascal se frotan las manos porque ni hecho a propósito la izquierda española podría hacerlo tan rematadamente mal. Les están poniendo la mayoría absoluta a los ultras en bandeja de plata.
El penúltimo sainete lo perpetró Podemos ayer jueves, cuando uno de sus miembros registró un nuevo partido con el nombre de Juntas sí se puede. El enésimo ridículo llegó cuando se supo que la nueva formación tenía su sede en la madrileña calle Francisco Villaespesa 18, donde curiosamente sigue ubicada la central de Unidas Podemos. Fue tal la sensación de descontrol que la cúpula tuvo que salir al paso para calificar lo ocurrido como un error y aseguró que la iniciativa de formar un nuevo Podemos fue, en todo caso, ajena a la actual directiva. El vicio de esta gente por fundar nuevos partidos comienza a ser enfermizo y pronto habrá más partidos de esta izquierda cuqui que votantes.
Hasta hora solo caben dos explicaciones para esa consulta surrealista
que solo entiende la jefatura belarrista. O han entrado en pánico y ya
no se atreven a tomar una decisión por su cuenta por miedo a que las
bases los corran a gorrazos, como dice Pablo Iglesias, o solo buscan
hacer el paripé, el teatrillo, ganar tiempo, para que el proyecto de
Díaz termine hundiéndose también con ellos, lo cual sería todavía más
mezquino. Llegados a este punto solo cabe preguntarse: ¿dónde están
todos aquellos jóvenes valientes y generosos que llegaron a la política
para regenerarlo todo? ¿Era necesario terminar así, como un ejército de
Pancho Villa en anarquía y abierta desbandada? Han caído en lo peor de
los partidos tradicionales. Cainismo salvaje, ambición desmedida,
violentas luchas intestinas por cuotas de poder. Ya sabíamos que eran
casta hace mucho tiempo. Ahora también sabemos que van camino de caer
más bajo que aquellos a los que venían a regenerar y a sustituir. Muchos
huérfanos que les votaron en su día vuelven a decir aquello de “no nos
representan”. (Marcos López, Diario16, 09/06/23)
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