17.12.25

Oskar Lafontaine: Los belicistas europeos de la política y el periodismo, que llevan casi cuatro años cavando una fosa para ucranianos y rusos, ahora caen ellos mismos en ella... Llevan cuatro años mintiendo a los ucranianos y a los europeos, afirmando que el aumento de los suministros de armas occidentales permitirá a Ucrania derrotar a Rusia... Ahora están atrapados en su propia trampa de mentiras y no pueden salir de ella sin perder prestigio. Y como temen que algún día la población descubra hasta qué punto ha sido perjudicada y engañada, quieren seguir adelante y torpedear las negociaciones de paz de Donald Trump. Trump es todo menos un príncipe de la paz. Pero a diferencia de Merz, Macron y Starmer, se ha dado cuenta de que Occidente ha perdido la guerra en Ucrania y de que no se puede coaccionar ni provocar en exceso a una potencia nuclear cuando se trata de su seguridad. Por eso quiere salir y, como negociador, después de asegurarse el acceso a las tierras raras de Ucrania, también quiere sacar provecho de la reconstrucción... Estados Unidos es el principal responsable de esta guerra y, por lo tanto, debería correr con los gastos de la reconstrucción en primer lugar. Como se podía leer el 16 de mayo de 2023 en el New York Times, la industria armamentística estadounidense quería esta guerra y al final la consiguió. ¿Y ahora Europa tiene que pagar la factura? Los europeos pagan con un rearme gigantesco e inútil, con una energía demasiado cara, con una desindustrialización creciente, asumen la mayor parte de los costes de los refugiados... La retirada de Estados Unidos, que, al igual que en Afganistán, no se ha coordinado con los europeos, impedirá que von der Leyen, Merz, Macron, Starmer y los demás belicistas continúen con su megalómana política de confrontación con una potencia nuclear, sin la cual no puede haber paz en Europa

 "Durante años han negado que la ampliación de la OTAN hacia el este tuviera como consecuencia casi inevitable la guerra de Ucrania. Los rusos no quieren tropas occidentales ni misiles estadounidenses en su frontera. Durante años, los propagandistas han negado que Obama y Biden financiaran el golpe de Estado en el Maidan en 2014 y que la instalación de un Gobierno títere estadounidense en Kiev provocara una guerra civil en el este de Ucrania, de habla rusa, con 14 000 muertos. Llevan cuatro años mintiendo a los ucranianos y a los europeos, afirmando que el aumento de los suministros de armas occidentales permitirá a Ucrania derrotar a Rusia.

Exigencias descaradas

Ahora están atrapados en su propia trampa de mentiras y no pueden salir de ella sin perder prestigio. Y como temen que algún día la población descubra hasta qué punto ha sido perjudicada y engañada, quieren seguir adelante y torpedear las negociaciones de paz de Donald Trump.

Trump es todo menos un príncipe de la paz. Pero a diferencia de Merz, Macron y Starmer, se ha dado cuenta de que Occidente ha perdido la guerra en Ucrania y de que no se puede coaccionar ni provocar en exceso a una potencia nuclear cuando se trata de su seguridad. Por eso quiere salir y, como negociador, después de asegurarse el acceso a las tierras raras de Ucrania, también quiere sacar provecho de la reconstrucción. Plantea exigencias descaradas a la UE, y los europeos no pueden oponerse a él porque, atrapados en sus mentiras, son incapaces de presentar al presidente estadounidense la factura que le corresponde desde hace tiempo. Estados Unidos es el principal responsable de esta guerra y, por lo tanto, debería correr con los gastos de la reconstrucción en primer lugar.

Como se podía leer el 16 de mayo de 2023 en el New York Times, la industria armamentística estadounidense quería esta guerra y al final la consiguió. ¿Y ahora Europa tiene que pagar la factura? Bastaba con leer y escuchar a George Kennan, Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski, Richard Burns y muchos otros políticos estadounidenses para saber adónde conduciría la política exterior dirigida por los neoconservadores, según la cual el cuatro por ciento de la población mundial debe dominar el mundo. Pero los belicistas europeos en la política y el periodismo se taparon y se siguen tapando los ojos y los oídos. La industria armamentística estadounidense ha hecho negocios por valor de miles de millones.

Política de confrontación

La industria energética estadounidense vende su costoso gas en Europa, y Estados Unidos también quiere sacar un buen provecho de la reconstrucción de Ucrania. Los europeos pagan con un rearme gigantesco e inútil, con una energía demasiado cara, con una desindustrialización creciente, asumen la mayor parte de los costes de los refugiados y ahora, como si les hubiera abandonado el sentido común, quieren admitir a Ucrania en la UE. Ursula von der Leyen o Kaja Kallas han demostrado a menudo que no saben cuanto son mil millones, pero ¿no hay nadie en la administración de Bruselas que sepa contar hasta tres y domine las operaciones aritméticas básicas?

Podemos alegrarnos de que en Hungría, Eslovaquia, la República Checa y España haya políticos que velan por los intereses de su población y evitan lo peor a nivel europeo. La retirada de Estados Unidos, que, al igual que en Afganistán, no se ha coordinado con los europeos, impedirá que von der Leyen, Merz, Macron, Starmer y los demás belicistas continúen con su megalómana política de confrontación con una potencia nuclear, sin la cual no puede haber paz en Europa.

Queda la triste constatación de que no será la compasión por las víctimas lo que ponga fin a esta guerra que dura ya demasiado tiempo, sino los intereses comerciales de un magnate inmobiliario que, como presidente de Estados Unidos, a diferencia de Obama y Biden, se ha dado cuenta de que fue un gran error empujar a Rusia y China a una asociación estratégica cada vez más estrecha." 

(Oskar Lafontaine, en Rafael Poch, blog 16/12/25, publicado en Weltwoche Deutschland n.º 49.25: Wer anderen eine Grube gräbt… )

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