"La hipótesis con más visos de cumplirse respecto de la guerra de Ucrania es que, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, EEUU y Rusia inicien negociaciones para lograr un alto el fuego. Es el propósito declarado por el nuevo presidente y nada indica que vaya a dar marcha atrás. En ese diálogo, los intereses del actual gobierno ucraniano quedarán supeditados a los de los dos principales Estados negociadores. Si eso ocurre, como es muy probable que suceda, la situación de Zelenski será complicada. Por una parte, de aceptar el alto el fuego, tendrá que perder territorio; por otra, la nueva línea divisoria que se fije necesitará de garantías para impedir que, en el futuro cercano, trate de ser nuevamente modificada mediante incursiones bélicas rusas. Tampoco parece que esas garantías vayan a ser firmes.
En esa tesitura, Zelenski podría negarse a aceptar el alto el fuego. Pero continuar la guerra necesitaría de dos condiciones: que la aceptación interna fuera elevada, lo que es poco probable en un país agotado y con un campo de batalla que genera bajas diarias, y un apoyo europeo amplio e incondicional. Si EEUU retira la ayuda militar, los países europeos tendrían que proporcionar las grandes cantidades de armamento que los ucranianos precisan para defenderse.
Los incentivos para acabar con la guerra
A pesar de la petición del Alto Representante de la UE, Josep Borrell, que insta a que los Estados europeos continúen “apoyando a Ucrania todo el tiempo que sea necesario, todo lo que se pueda y lo más rápido posible”, nada hace pensar que las capitales continentales estén dispuestas a brindar esa ayuda. Hay varios países que llevan tiempo insistiendo en que la guerra debe terminar cuanto antes.
Europa carece de las capacidades industriales para producir la cantidad de armas que se precisa para cambiar el signo de la guerra
Tienen incentivos. Su lectura de la situación es que mantener la guerra supone un gasto elevado sin resultados. Es improbable que Ucrania recupere terreno, las sanciones están haciendo daño a Europa, y los muertos siguen produciéndose cada día. Si se retira la ayuda estadounidense, como Trump ha afirmado que hará, los intereses por cerrar el frente bélico serán aún mayores.
En primera instancia, apoyar a Ucrania supone invertir una gran cantidad de recursos económicos. Pero si se quiere apoyar de forma definitiva, es decir, de manera que los ucranianos pudieran recuperar territorio no solo haría falta una gran inversión, sino que se tradujera en el armamento necesario. Y Europa carece en estos instantes de las capacidades industriales para producir esa cantidad de armas. De modo que mantener la guerra sin aportar todo lo preciso para que Ucrania pudiera reconquistar su territorio se antoja innecesario.
Las dificultades que llegan para Europa
Una vez que el alto el fuego se produzca, sea cuando sea, serán los países europeos los que tendrán que aportar los fondos para reconstruir Ucrania. Si los Estados continentales tienen que invertir más en defensa por los compromisos contraídos con la OTAN, deben hacerse cargo del coste de la guerra, y además de la reconstrucción posterior, deberán aportar una suma enorme. Y todo eso en un entorno en el que la crisis alemana amenaza con tener repercusiones más allá de sus fronteras, en el que se esperan tensiones con los aranceles que imponga Trump y con un posible frenazo en la actividad económica de la eurozona por, entre otros factores, el mayor coste de la energía tras la recomposición que ha supuesto la guerra. Por si fuera poco, regresan las presiones para ajustar los presupuestos y reducir déficits por parte de quienes se niegan a emitir eurobonos.
Vienen momentos complicados, por lo que el aire que empuja en Europa hacia la finalización de la guerra es cada vez más potente. Habrá muchas cosas en las que ocuparse en los años que vienen, y Ucrania es una complicación seria en un momento que ya no caben muchas más. La semana pasada, el canciller alemán cogió el teléfono para hablar con Putin, tras una larga época de comunicaciones rotas.
El nuevo marco
La autorización de Biden a Ucrania para utilizar misiles que pueden golpear objetivos hasta 300 km. dentro del territorio ruso es un intento de desbaratar ese fin anunciado. El propósito es provocar una escalada de la guerra que dificulte acuerdos de alto el fuego. Parece más un movimiento desesperado por parte de la administración demócrata ante lo que viene que una estrategia para obtener cualquier tipo de resultado efectivo. Si esos ataques se producen, el tipo de respuesta rusa será decisiva. Resuenan de nuevo ecos de guerra nuclear.
Por los motivos señalados, y por el deseo de que el conflicto no escale hasta cotas más trágicas, el deseo de pasar página es amplio en el lado europeo. Por más que los gobiernos sigan anunciando su apoyo a Ucrania, la ayuda real ha sido hasta ahora menor de la necesaria, y no parece que ahora vaya a aumentar. Más al contrario, la llegada de Trump a la Casa Blanca está suponiendo también un cambio de prioridades para los gobiernos europeos. El camino está trazado, pero las tensiones en el recorrido serán notables."
( Esteban Hernández , El Confidencial, 19/11/24)
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