12.11.24

Wolfgang Münchau: La razón profunda de nuestra desastrosa estrategia en Ucrania es que subestimamos a Rusia. Hemos subestimado su capacidad de resistencia, el tamaño y la fuerza de su economía, y las alianzas que era capaz de construir. Entre estas alianzas, la más importante ha sido la de los BRICS+... Juntos, los BRICS+ representan el 35,4% de la economía mundial... La diferencia es aún mayor en lo que respecta a la población: 45%, para ellos, y 10%, para nosotros... Entonces, ¿qué nos hace estar tan seguros de que podemos ganar esta guerra fría del siglo XXI cuando ellos son más grandes que nosotros y, colectivamente, también más ricos? Sigo oyendo lo de que no tenemos que preocuparnos por los BRICS+ porque no van a crear una moneda conjunta capaz de desafiar al dólar... Los BRICS+ no tienen intención de crear una moneda única... Los BRICS+ persiguen otra cosa: una infraestructura que permita encaminar los flujos financieros entre ellos sin entrar en ningún momento en el universo del dólar. El llamado Brics Pay fue la gran estrella de su cumbre de la semana pasada en Kazán, en el sur de Rusia. Brics Pay es un sistema de pago basado en cadenas de bloques que utiliza la misma tecnología subyacente que Bitcoin y otras criptomonedas... El economista francés Jacques Sapir ha señalado que los BRICS+ van camino de abandonar el dólar estadounidense para un 80% de los intercambios comerciales en los próximos cinco años. Esto tendrá un enorme impacto en el equilibrio del poder financiero mundial... Los BRICS+ no necesitan una moneda única para independizarse del dólar estadounidense. Todo lo que necesitan es tecnología del siglo XXI... Un apego ludita unido a la creencia delirante de que somos la envidia del mundo son las principales razones por las que seguimos subestimando a nuestros adversarios. Son la razón por la que Ucrania corre actualmente el riesgo de perder la guerra

 "La razón profunda de nuestra desastrosa estrategia en Ucrania es que subestimamos a Rusia. Hemos subestimado su capacidad de resistencia, el tamaño y la fuerza de su economía, y las alianzas que era capaz de construir.

Entre estas alianzas, la más importante ha sido la de los BRICS+, acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El “más” representa a los nuevos miembros: Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos. Arabia Saudí va camino de incorporarse en breve. Y hay varios países más semiasociados a este club.

Juntos, los BRICS+ representan el 35,4% de la economía mundial. El Grupo de los Siete países industrializados avanzados supone el 29,6%. La diferencia es aún mayor en lo que respecta a la población: 45%, para ellos, y 10%, para nosotros.

Entonces, ¿qué nos hace estar tan seguros de que podemos ganar esta guerra fría del siglo XXI cuando ellos son más grandes que nosotros y, colectivamente, también más ricos?

Los economistas y estrategas políticos occidentales se agarran a un único clavo ardiendo: la idea de que el dólar domina el comercio mundial. Así es como Estados Unidos ejerce un poder exorbitante para imponer su voluntad a los demás. El dominio del dólar otorga al Gobierno estadounidense el privilegio de sancionar a los países a través del sistema financiero. Prácticamente todos los bancos occidentales dependen de una u otra forma de los mercados estadounidenses.

Sigo oyendo la popular falacia del espantapájaros de que no tenemos que preocuparnos por los BRICS+ porque no van a crear una moneda conjunta capaz de desafiar al dólar. Esta afirmación entra en la categoría de verdadera pero irrelevante.

Los BRICS+ no tienen intención de crear una moneda única. La UE es una advertencia de cómo una moneda común puede acabar aumentando las divisiones políticas entre sus miembros. Los BRICS+ persiguen otra cosa: una infraestructura que permita encaminar los flujos financieros entre ellos sin entrar en ningún momento en el universo del dólar. El llamado Brics Pay fue la gran estrella de su cumbre de la semana pasada en Kazán, en el sur de Rusia. Brics Pay es un sistema de pago basado en cadenas de bloques que utiliza la misma tecnología subyacente que Bitcoin y otras criptomonedas.

Los sistemas de pago son un tema sobre el que no solemos leer nada en las revistas de noticias. Y por una buena razón. Forman parte de la fontanería de los sistemas financieros mundiales. Normalmente, son increíblemente aburridos. Pero en el mundo actual se han convertido en un instrumento geopolítico esencial porque permiten a los países defenderse de las sanciones occidentales.

Los BRICS+ representan entre el 35% y el 40% del comercio mundial, pero están a merced de Estados Unidos porque la mayor parte de sus intercambios se realizan en dólares estadounidenses. Esto es cierto incluso para los flujos comerciales dentro de la región BRICS+. El economista francés Jacques Sapir ha señalado que los BRICS+ van camino de abandonar el dólar estadounidense para un 80% de los intercambios comerciales en los próximos cinco años. Esto tendrá un enorme impacto en el equilibrio del poder financiero mundial. Alrededor del 60% de las reservas mundiales de divisas se mantienen actualmente en dólares. Con el nuevo sistema de pagos, el BRICS+ podría superar al dólar en cinco años, según los cálculos de Sapir. Yo soy más prudente en este tipo de pronósticos, pero Sapir está en lo cierto en cuanto a la tendencia. Los BRICS+ no necesitan una moneda única para independizarse del dólar estadounidense. Todo lo que necesitan es tecnología del siglo XXI.

Nuestra complacencia se basa en la observación de que el mundo siempre ha tenido una única moneda dominante. Solía ser la libra esterlina hasta mediados de la década de 1920, y desde entonces ha sido el dólar. La razón del dominio de una única moneda es un efecto de red en el que el ganador se lo lleva todo. Pero tecnología blockchain, o de cadena de bloques, ha cambiado el cálculo. Una forma de ver la cadena de bloques es como si fuera un libro de contabilidad seguro que lleva la cuenta de los pagos. Pero la tecnología en sí es de código abierto. La cadena de bloques no es solamente la columna vertebral de las criptomonedas. También puede gestionar pagos entre bancos y bancos centrales.

Los macroeconomistas, y sobre todo los macroeconomistas que asesoran a los gobiernos, subestimaron masivamente el impacto de la cadena de bloques y las criptomonedas, y muchos siguen haciéndolo. También están subestimando el impacto de Brics Pay. No se han percatado de que esta tecnología permite a los países dejar de depender de Estados Unidos.

Un apego ludita unido a la creencia delirante de que somos la envidia del mundo son las principales razones por las que seguimos subestimando a nuestros adversarios. Son la razón por la que Ucrania corre actualmente el riesgo de perder la guerra.

Otra falacia afín es que los BRICS+ no están tan cohesionados políticamente como nosotros. Esta afirmación también es cierta y engañosa. No necesitan el mismo grado de integración política que nosotros tenemos en el G-7, la OTAN o la UE. A diferencia de China y Rusia, la India y Brasil no están interesados en un enfrentamiento con Estados Unidos. Quieren comerciar con todo el mundo y no formar parte de un bloque. Rusia, Corea del Norte e Irán han acercado posiciones. Xi Jinping, presidente de China, ha formado una alianza estratégica con Vladímir Putin, pero mantiene las distancias. Los BRICS+ son un grupo muy diverso, pero su fuerza radica en centrarse en las pocas cosas que tienen en común. La más importante de ellas es su deseo de reducir su dependencia de Estados Unidos.

No tiene nada que ver con las elecciones estadounidenses. Las políticas comerciales y de sanciones estadounidenses han evolucionado a lo largo de varias administraciones. Estados Unidos está cada vez menos dispuesto a absorber los excedentes comerciales mundiales y a subvencionar la defensa de Europa. Ni Donald Trump ni Kamala Harris tenían una estrategia para frenar las ambiciones geopolíticas de los BRICS+, y ni siquiera el deseo de hacerlo. La desvinculación global es la megatendencia de nuestro siglo, y los BRICS+ serán esa segunda pata del nuevo orden mundial bipolar."

(Wolfgang Münchau , El País, 11/11/24)

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