"El enfrentamiento en Rusia entre Putin y el jefe de Wagner, Prighozin, no pone fin a la guerra en Ucrania, ni a aquellas en las que participan los mercenarios, en Siria, Libia, Mali y África Central. Esto se hizo evidente tras el discurso de Putin a la nación el lunes y por el discurso del presidente ruso al ejército y a la Guardia Nacional el martes, en el que elogió a las tropas "por evitar la guerra civil."
Putin no puede renunciar a su influencia en África, donde gobiernos autoritarios y dictatoriales han recurrido a Wagner; tampoco renunciará a la presencia rusa en Siria, activa desde 2015 del lado del régimen de Bashar Assad, que ha sido acogido de nuevo en el seno del mundo árabe. En esas estaba Moscú cuando el enviado del Papa, el cardenal Zuppi, jefe de la Conferencia Episcopal Italiana, llegó allí el miércoles para reunirse con el ministro de Exteriores Lavrov.
Putin no puede presumir de muchos éxitos tras la desastrosa guerra de Ucrania y se ve obligado a retomar el control total de la situación: Wagner no se desmantelará del todo, lo que podría cambiar algunos equilibrios de poder en África, pero se transformará inevitablemente, como anunció el líder del Kremlin. En cualquier caso, no se puede dejar de señalar que también éste es un fracaso de su propiedad: milicias como Wagner fueron aprobadas por él para iniciar operaciones militares sin implicar directamente a las fuerzas armadas rusas, evitando así bajas entre los reclutas, lo que conlleva efectos negativos en la opinión pública. Fue una "privatización" de la guerra, sobre la que ahora Putin tiene que dar marcha atrás rápidamente.
Hay que señalar que esta tendencia no ha sido exclusiva de Putin: el uso de mercenarios (para los que utilizamos el término más elegante de "contratistas militares") también ha sido adoptado por los estadounidenses en Irak (Blackwater), y los países del Golfo, como los Emiratos y Arabia Saudí, que han financiado ejércitos privados desplegados en la guerra civil de Yemen.
La disolución de Wagner tal y como lo conocíamos puede, sin embargo, afectar a algunas posiciones militares rusas en el frente ucraniano y en el extranjero, pero no a las estructuras de poder en Moscú: la sublevación encabezada por Prighozin -a quien Putin volvió a llamar "traidor"- ha empañado la imagen del zar ruso, pero no la sustancia del control del presidente sobre la Federación Rusa.
"Son casi todos patriotas", dijo Putin sobre los militares de Wagner en África en su último discurso a la nación; al fin y al cabo, forman parte de un grupo que controla importantes recursos económicos y minas de metales preciosos y raros. Estos importantes intereses rusos en el extranjero serán protegidos por una nueva estructura de mando bajo control del Kremlin, mientras la Duma trabaja en un proyecto de ley para legalizar a los antiguos mercenarios. Putin ha sido claro sobre sus opciones: los que lo deseen podrán unirse a la "reformada" Wagner, mientras que los demás tendrán que optar por el exilio en Bielorrusia junto a su líder. Al igual que para el propio Prigozhin, se han retirado los cargos de revuelta y motín contra ellos, mientras que no han sido indultados: sólo el tiempo dirá si el acto de clemencia es un signo de debilidad o de previsión.
Al fin y al cabo, el motín de Prighozin fue más un enfrentamiento con el poder y el dinero de por medio que una revuelta organizada, y mucho menos una revolución, como muchos se apresuraron a calificarla al principio. El propio Prighozin -cuyo destino aún parece incierto- dijo en una alocución sonora que su movimiento era una "marcha de protesta" contra la disolución de Wagner y no un intento de golpe de Estado. La protesta fue desencadenada por un decreto que colocaba a todas las milicias rusas (de las que hay unas 20) bajo el control directo del Ministerio de Defensa dirigido por Shoigu, junto con el Jefe del Estado Mayor Gerasimov, principales objetivos de los virulentos gritos de Prighozin.
Esto demuestra también que se habían hecho juicios precipitados sobre los discursos cada vez más frecuentes de Prighozin contra la cúpula militar: las críticas del ex jefe de Wagner se veían desde fuera como un juego partidista en el que él y el líder del Kremlin estaban en el mismo bando, y Prighozin decía cosas que Putin también pensaba pero no decía en voz alta.
En realidad, se estaba gestando un enfrentamiento entre quienes querían restringir la autonomía de Wagner y el jefe de los mercenarios: no olvidemos que la compañía de Prighozin estaba pagada por él pero armada por el Ministerio de Defensa, un detalle de gran importancia. Esto debería hacernos reflexionar sobre cuánto sabemos realmente de la dinámica interna de Rusia, a pesar de que los servicios de inteligencia estadounidenses han dado a entender que estaban al corriente de los movimientos del jefe de los Wagner desde días antes. Tal actitud de cautela llevó al presidente estadounidense, Biden, a romper su silencio sobre el asunto y subrayar que "no tenía nada que ver" con los acontecimientos en Rusia.
Esto no significa que no vayan a rodar cabezas en Moscú: las purgas selectivas forman parte del sistema, y hemos tenido pruebas de ello con los numerosos cambios de generales en el Estado Mayor ruso. Pero hasta ahora, como señala el diario ruso Kommersant, no se ha producido ninguna decisión sensacional, como la supuesta caída del ministro de Defensa Shoigu, muy cacareada por los medios de comunicación. Las purgas han estado motivadas básicamente por el fracaso del objetivo principal de la "operación militar especial", que era entrar en Kiev y derrocar al gobierno de Zelensky.
Dos notas finales a tener en cuenta: 1) En Rusia no existe actualmente ninguna alternativa a Putin, o al menos ninguna alternativa "democrática", como invocan a menudo los medios de comunicación occidentales. Prighozin, el sanguinario líder de las milicias, es más popular que cualquier opositor a Putin. 2) China ha reafirmado su apoyo al poder de Moscú, pilar del BRICS, una agrupación de países en ascenso que se presenta como alternativa al frente occidental. Y esto tampoco es poca cosa." (Alberto Negri, Il Manifesto Global, 29/06/23; traducción DEEPL)
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