"La ciudad de los pobres no figura en los mapas pero tiene sus
habitantes. En España son casi 13 millones, 29 de cada 100 ciudadanos, (...)
Estas cifras colocan a España en el furgón de cola,
sólo superado por Chipre y algo mejor que Lituania, de todas las
estadísticas sobre exclusión, desempleo y desigualdad que elabora la
Unión Europea periódicamente. Y lo más preocupante, en opinión de la
gran mayoría de los expertos, es que siembra de dudas el porvenir de
miles de personas. El de los jóvenes, por ejemplo.
Según destaca el último informe sobre juventud y pobreza elaborado por el Observatorio Social de la Fundación La Caixa,
el 79% de los españoles entre 19 y 30 años, un porcentaje
estratosférico en comparación con el 58% de la media europea, está
convencido de que el sistema ya les ha excluido de la vida económica y
social para los próximos años.
Un jarro de agua fría para los redoblados
esfuerzos del ejecutivo por propagar la vieja consigna aznarista de que
España va bien. “La impresión general de que la pobreza crece en las
recesiones y se corrige en las expansiones no funciona en España como
sucede en otros estados de la OCDE. Esto sucede porque el sistema fiscal
redistribuye menos que en otros países del entorno y porque el gasto
social, que ya era bajo antes de la crisis, se ha deteriorado aún más.
Si además añadimos la debilidad de la estructura productiva nacional, el
resultado es que el problema de desigualdad español va más allá del
ciclo financiero”, afirma el economista Luis Ayala, autor de varias
investigaciones sobre la exclusión en España para la Fundación
Alternativas. (...)
María está sentada en uno de los bancos que hay en la
céntrica plaza de Tirso de Molina de Madrid. Es de baja estatura y muy
delgada. Mira con ojos consternados mientras extiende la mano sin
ninguna confianza en la caridad pública y mucho menos en la revolución
de los pobres de la Tierra. Envuelta en un chaleco ajado trata de cubrir
su rostro, arrugado como una nuez. Dice con voz ronca que nació en
Fuenlabrada y que es tan vieja que ya no recuerda ni su edad.
“Duermo en
una caja de cartón, donde puedo. Tengo dos hijos, pero no sé dónde
andan. Estuve trabajando en la limpieza de portales y haciendo camas.
Toda la vida. En Madrid, en Munich...”, explica con aflicción. Tampoco
sabe cuándo durmió en la calle por primera vez. “Hace tiempo, no me
acuerdo, pero es duro estar así.
La calle trae enfermedades pero eso de
ir a los albergues, que están en el quinto coño, o a las camas abiertas,
donde el horario es estricto y como te pases ya no entras. ¿Para qué?
Para nada. Gastas en el metro lo que vale algo de comida en el super y
allí no te dejan tranquila. Estoy mejor aquí”, afirma con una leve
sonrisa que acentúa sus pómulos hundidos, labrados por surcos profundos
como raíces.
Algunos estudios calculan que en España hay 40.000
personas en situación de extrema vulnerabilidad como María. Otras
fuentes aseguran que esa cifra se queda corta porque hay 10.000 más.
Nadie lo ha comprobado. No se puede. La crudeza de vivir en la calle es
una magnitud tan fluctuante que es imposible de determinar. (...)
“Los recursos cumplen su función pero está claro que se necesitan otras
medidas complementarias si se quiere combatir una situación que suele
estar motivada y que no sería tan compleja de minimizar si hubiera
voluntad”, comenta Roberto Bernad, director de la unidad de desarrollo
estratégico de la Fundación Rais, un patronato volcado en evitar que
nadie viva en la calle a través de programas integrales que superen la
gestión asistencial ordinaria de la exclusión.
Bajo el nombre de Housing
First, Rais propone la integración de estas personas que se encuentran
en peor situación en viviendas accesibles de forma permanente y el
resultado está siendo exitoso.
No sólo en España, sino también en otros
países como Holanda, Canadá, EEUU o Francia donde desarrollan planes
similares. “Las primeras 38 viviendas se pusieron en marcha en 2014 en
Málaga, Barcelona y Madrid con una respuesta tan positiva que decidimos
ampliar el programa a Avilés, Córdoba, Sevilla y Zaragoza. Hoy contamos
en total con 117 viviendas en España”, explica Bernad. (...)
Más bien se trata de un problema político. De voluntad. Todos los
informes realizados sobre las personas sin hogar detectan coincidencias
en sus comportamientos. Son los mismos desheredados de un sistema
insostenible en el que la fortuna de las tres personas más ricas
equivale a los ingresos de 14 millones de personas, como sucede en
España.
Y las personas que viven en la calle ocupan el último escalón.
Son los que comen en las aceras, mendigan agresivamente, se apiñan en
las bocas de metro y duermen bajo los puentes. En gran parte inadaptados
y psicológicamente desordenados, sólo son abordables cuando su
situación se encara como un problema social y como el fracaso mismo del
economicismo imperante.
Un drama sobre el drama. Aunque el 66,9% de
ellos dispone de tarjeta sanitaria, según los datos oficiales en España,
el 15,6% declara superar sus dolencias en la calle. El 29% tiene una
enfermedad grave o crónica y el 10% asegura tener problemas de
alcoholismo o drogodependencias. (...)
Más bien se trata de un problema político. De voluntad. Todos los
informes realizados sobre las personas sin hogar detectan coincidencias
en sus comportamientos. Son los mismos desheredados de un sistema
insostenible en el que la fortuna de las tres personas más ricas
equivale a los ingresos de 14 millones de personas, como sucede en
España.
Y las personas que viven en la calle ocupan el último escalón.
Son los que comen en las aceras, mendigan agresivamente, se apiñan en
las bocas de metro y duermen bajo los puentes. En gran parte inadaptados
y psicológicamente desordenados, sólo son abordables cuando su
situación se encara como un problema social y como el fracaso mismo del
economicismo imperante. Un drama sobre el drama.
Aunque el 66,9% de
ellos dispone de tarjeta sanitaria, según los datos oficiales en España,
el 15,6% declara superar sus dolencias en la calle. El 29% tiene una
enfermedad grave o crónica y el 10% asegura tener problemas de
alcoholismo o drogodependencias. (...)
El resultado es trasladable a España. Como en EE.UU., la solución de los
albergues no convence a los expertos. Ni siquiera entre los servicios
sociales encargados de vigilar su situación. Muchos creen que estos
centros tienen utilidad si la mendicidad fuera un problema inmanejable
pero en la actual situación sólo contribuyen a perpetuar la situación de
estas personas.
En 2005, Nueva York invirtió 62 millones de dólares en
centros asistenciales que la mayoría de sus usuarios potenciales
rechazaban y cuyo periodo de estancia casi nunca superaba los dos días.
Un fracaso en toda regla. (...)
El director de la unidad de desarrollo de la
Fundación Rais, Roberto Bernad, considera que la recuperación social de
este tipo de personas no es abrir albergues, “sino habilitar programas
que les permita estabilizarse, devolverles la autoestima en un hogar que
gestionan bajo su responsabilidad para volver a coger las riendas de
sus propias vidas”, añade.
Es la única manera de combatir la mendicidad
crónica. Y los datos le dan la razón. El estudio realizado por la
Fundación Rais a un grupo experimental de personas sin hogar en Londres
durante 24 meses reflejó que 89% recuperó el contacto con sus familias,
el 40% empezó a recibir la visita de sus hijos en sus casas y el 15%
tienen un empleo o se encontraban participando en cursos de formación.
Pero la medida choca con múltiples escollos.
El más
importante es que puede ser válida desde una perspectiva política, pero
en la actual situación económica donde los recortes del gasto social y
la alta tasa de desempleo parece difícil de asumir. “¿Por qué va obtener
ventajas un persona sin hogar y no otra cualquiera con hijos que lo ha
perdido todo durante la crisis?” (...)
En España, 4,2 millones de personas residentes en zonas rurales, el
34,8% del total, se encuentran en riesgo de caer en la pobreza. Son las
últimas cifras aportadas por el Eurostat siguiendo los indicadores más
crudos de la pobreza colocan al país en el séptimo puesto entre las
tasas más altas de la UE. “Esto echa por tierra esa imagen idílica que
tenemos del campo como refugio contra la crisis”, confirma Ayala. (...)" (Gorka Castillo , CTXT, 30/05/17)
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