1.6.23

Quizá lo que a la derecha le funcione para destruir al rival, mediante la siembra de mentiras y miedo, no le valga a una izquierda que, en cualquier elección, por injusto que sea, tiene que demostrar tanto su legitimidad como su utilidad... los resultados nada despreciables de Izquierda Unida allí donde se ha presentado por separado, lo indican... La conclusión parece simple: allí donde hay militantes y trabajo diario, allí donde existe por tanto arraigo al territorio, incluso es posible vadear las condiciones mediáticas más adversas... De cara a lo que viene no importa ya tanto que Podemos quiera o no estar en Sumar, sino que el que esté tenga un rostro y una dirección diáfana que explique algo, cierto y sencillo, como que el papel de la izquierda en el Gobierno ha servido para que millones de personas vivan un poco mejor... porque la cuestión que ha marcado estas elecciones y marcará las de finales de julio, es que mientras que unos se han movilizado, con el "que te vote Txapote”, los otros no han sentido como propia la subida de un 8% en las pensiones, el ERTE que le salvó el empleo, el Cercanías gratuito, la bajada de la luz o el contrato estable de la reforma laboral (Daniel Bernabé)

 "(...) Ese puñado de votos es el que ha dejado fuera de sus parlamentos autonómicos a políticos tan cabales como Héctor Illueca y Alejandra Jacinto, ambos de Podemos, que además destacaron por su defensa de la vivienda, tema que, si recuerdan, se supone que iba a haber sido el plato fuerte de los comicios. Puede que la campaña planteada por su partido centrada en el efectismo del choque con figuras mediáticas, capitalistas despiadados y hermanos comisionistas les haya aportado minutos de redes, pero les haya restado la certeza de que votarles iba a valer para algo concreto, lo que me temo que es apreciado en los PAUS.

Quizá lo que a la derecha le funcione para destruir al rival, mediante la siembra de mentiras y miedo, no le valga a una izquierda que, en cualquier elección, por injusto que sea, tiene que demostrar tanto su legitimidad como su utilidad. No se trata de elegir entre las cosas de la cartilla de ahorros y la batalla comunicativa; se trata de contar que aquello que se ha hecho y ha funcionado en esta legislatura, tiene detrás unas siglas, unos nombres y en último término una ideología, es decir, la forma de entender cómo se organiza una sociedad. Mal haría la izquierda en dar por amortizada la experiencia de Gobierno para dirigirse a la cómoda y minoritaria trinchera de la bronca.

Quien ha cosechado unos resultados nada despreciables ha sido Izquierda Unida, allí donde se ha presentado por separado. En Andalucía, por ejemplo, ha obtenido 802 concejales frente a los 25 de Podemos, con 40 mayorías absolutas en ayuntamientos y 57 relativas. Mantiene capitales de provincia como Zamora o ciudades medianas como Rivas, y consolida su presencia en parlamentos autonómicos como el asturiano o el aragonés. Esto sin que su marca, matrioscada desde hace unos cuantos años, tenga perfil propio. La conclusión parece simple: allí donde hay militantes y trabajo diario, allí donde existe por tanto arraigo al territorio, incluso es posible vadear las condiciones mediáticas más adversas.

De cara a lo que viene no importa ya tanto que Podemos quiera o no estar en Sumar, sino que el que esté tenga clara la ruta del apresurado viaje. Los conflictos internos, que siempre se magnifican en la casamata digital, allí donde la política es tan sólo triste identidad para hacernos sentir alguien desde el sofá de casa, no importan al votante medio o le interesan tan sólo para penalizar al que se mira el ombligo en vez de mirar la subida de la hipoteca. Lo de Díaz tiene que tener un rostro y una dirección diáfana que explique algo, cierto y sencillo, como que el papel de la izquierda en el Gobierno ha servido para que millones de personas vivan un poco mejor.

Porque la cuestión que ha marcado estas elecciones y que marcará las de finales de julio es que mientras que unos se han movilizado, como un coro de corral, con el "que te vote Txapote”, los otros no han sentido como propia la subida de un 8% en las pensiones, el ERTE que le salvó el empleo, el Cercanías gratuito, la bajada de la luz o el contrato estable de la reforma laboral. Y sobre este particular, en el que ya abundamos la semana pasada, lo que además se superpuso fue un apocalipsis nacional que la derecha agitó en forma de supuesto pucherazo. Algo indecente, algo para lo que la izquierda no ha tenido respuesta, mostrando una preocupante vulnerabilidad.

Quizá esa respuesta tendría que venir por saber si la fastuosa escenografía en torno a la supuesta compra de votos, que en los últimos días de campaña ocupó escaletas y titulares convenientemente, tuvo algo que ver con la operación de deslegitimación de nuestro sistema electoral frente a la que la policía nos advirtió el 18 de mayo. Una que ya había empezado en tribunas ultras meses antes. Una a la que hizo referencia el ínclito magistrado Narváez en la discreta reunión de los fiscales conservadores con Feijóo. Todo espectáculo requiere de un buen plantel de bailarines y de una buena orquesta, pero sobre todo de un coreógrafo que sitúe a cada uno en el momento y el lugar justo para que brillen.

Porque lo mismo el candidato popular para la Comunitat Valencia o la candidata popular para la Junta de Extremadura se piensan, de verdad se creen, que los suyos les votaron por sus propuestas para el reciclaje de residuos. Porque puede que Feijóo, mientras daba un amago de salto en el balcón de Génova, llegó a pensar que le votaron por su brillante carisma. Y miren, no. Aquí a cada uno lo suyo, a esos candidatos, de los cuales aún no me he aprendido ni el nombre, el sillón de presidente autonómico y al coreógrafo del pucherazo que nunca existió, por lo menos, las gracias. Por lo hecho y por lo que queda. Hay que ser cortés con quien te allana el camino."                 (Daniel Bernabé , InfoLibre, 30 de mayo de 2023)

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