"La propaganda occidental suele presentar al ejército y al Estado
sionistas como sólidas e invencibles maquinarias, que infligen golpe
tras golpe a sus enemigos sufriendo apenas algunos percances menores.
Una red de medios, canales de televisión, de Youtube y contenidos en
otras redes reproducen una y otra vez el discurso que emana desde los
centros de propaganda sionistas, un discurso duro, de vencedores, que
amenazan a diestra y siniestra sin ningún temor a lo que puedan hacer
sus enemigos.
Durante más de un año hemos visto imágenes terribles del horror
desplegado por el sionismo contra el enclave costero de Gaza. A la
devastación sin precedentes, se suma un exterminio sistemático e
indiscriminado de la población palestina, pensado conscientemente para
tornar inhabitable la tierra gazatí y continuar en ella el proceso de
expansión colonial que durante décadas “Israel” ha llevado a cabo en
todos los territorios palestinos.
Ahora el sionismo, en una evidente jugada de escape
hacia adelante, ha abierto un nuevo frente de guerra contra Líbano y
provocado peligrosas tensiones con Irán, con ataques directos entre
ambos países, aunque aún de dimensiones reducidas. Asimismo, ha atacado a
Siria e Irak, en una estrategia que busca claramente el desequilibrio
regional.
Aunque tiene una relativa superioridad aérea y cuenta con el claro
respaldo de los Estados Unidos y la OTAN, lo cierto es que el sionismo
no es tan poderoso como pretende. Y tanto el conflicto en Gaza, como el
actual enfrentamiento en curso con Hizbullah y, más tangencialmente, con
Irán, han demostrado sus debilidades y el alto costo que tiene para una
entidad colonial enfrentarse con enemigos altamente entrenados y
equipados, muy diferentes de la valiente pero limitada lucha de un
pueblo colonizado, cuya propia situación impone serias limitaciones a
los recursos que puede desplegar en contra del enemigo.
Prueba evidente de su incapacidad para vencer es que a pesar de toda la
brutalidad desplegada, incluyendo el asesinato sistemático de los
líderes de la lucha palestina, Hamas y las otras organizaciones siguen
en activo y causan sistemáticos golpes al invasor.
En una reciente protesta en Jerusalén, miles de personas se manifestaron
en contra del gobierno de Netanyahu, exigiendo un acuerdo al conflicto
en Gaza y la recuperación de los rehenes restantes. Esto es solo la cola
de una larga estela de protestas que vienen estremeciendo al estado
sionista desde por lo menos 2023. Evidencian el aislamiento político en
el cual ha caído Netanyahu, apuntalado casi fundamentalmente por los
sectores más radicales y supremacistas dentro del país. A esto se suma
el creciente rechazo internacional a “Israel”.
Una reciente iniciativa diplomática impulsada por Turquía este 3 de
noviembre, reclama la imposición de un embargo de armas y municiones al
estado sionista, indicando que vender armas a “Israel” implica hacerse
cómplices de genocidio. La iniciativa ya cuenta con el apoyo de la Liga
Árabe, la Organización de Cooperación Islámica y de 52 países, entre
ellos Sudáfrica, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, México, Nicaragua,
Noruega, Rusia, Senegal, Chile, Venezuela, Vietnam y Zimbabue.
Además del costo moral y político, la guerra ha tenido un alto costo
económico para el sionismo. Según reporta World Socialist Web siguiendo
declaraciones del Ministerio de Finanzas israelí, a fines de septiembre
pasado el costo directo de la guerra había alcanzado los 29 mil millones
de dólares. Desde entonces, la ofensiva contra Líbano y el conflicto
con Irán han disparado aún más los costos, elevándolos desde 110
millones diarios hasta 135 millones. Asociado a esto ha habido una
contracción de la economía israelí, se ha reducido drásticamente la
inversión extranjera, ha entrado en crisis el sector de alta tecnología,
uno de los más dinámicos y de mayor peso en el crecimiento del país y
la industria turística está totalmente paralizada.
Para hacer frente a la situación económica, el gobierno de Netanyahu ha
aplicado un paquete de medidas que golpean fundamentalmente a la clase
trabajadora del país, ya sacudida por los masivos reclutamientos. Entre
estas medidas se incluyen subida de impuestos, congelación de los
salarios del sector público y de los beneficios sociales para los
ancianos, las personas con discapacidad y los sobrevivientes del
Holocausto.
La subida de precios en el país registra un aumento del cuatro por
ciento como promedio, con un aumento del 18 por ciento en las verduras y
el 12 por ciento en la fruta. Esto aumenta los índices de pobreza de
“Israel”, que a pesar de los generosos subsidios norteamericanos, ya
contaba en 2022 con un 21 por ciento de su población viviendo en la
pobreza, lo cual incluía a uno de cada tres niños. Para el presupuesto
aprobado por el gobierno de Netanyahu en 2025, todos los ministerios,
excepto defensa, sufrirán importantes recortes. Siendo educación y
transporte público los más afectados. Y toda esta crisis económica a
pesar de que, según recientes reportes, Estados Unidos ha gastado más de
22 mil millones de dólares en transferencias de armas y en operaciones
militares en apoyo a “Israel” desde el inicio del conflicto el 7 de
octubre de 2023.
A pesar de la masiva convocatoria a filas, el sionismo enfrenta un
déficit inmenso de personal para cubrir todos los frentes abiertos y
garantizar la adecuada rotación de las brigadas de combate. Esto ha
llevado al debate sobre la eliminación de las regulaciones que impiden
la llamada a filas de los judíos ultraortodoxos. Además, “Israel” ha
reportado solo 772 soldados muertos y 12 mil heridos en el conflicto,
algo que numerosas voces, incluso dentro de las filas del sionismo,
insisten en considerar una grosera subestimación.
En el plano militar el ejército sionista enfrenta una disminución
crónica de las reservas de municiones y una inadecuada rotación de las
tropas, lo cual afecta moralmente su capacidad combativa, producto del
agotamiento, el estrés propio de una situación de combate y la
incapacidad de vencer definitivamente en ninguno de los frentes
abiertos.
En la guerra contra Hizbullah, el sionismo se ha encontrado con un hueso
duro de roer. Vencedores en 2006, desde entonces los libaneses no han
hecho más que perfeccionar sus tácticas y equipos, habiendo acumulado
además una valiosa experiencia de combate en la lucha contra el Daesh en
Siria. Solo en una jornada, el 24 de octubre pasado, la Sala de
Operaciones de la Resistencia del Líbano reportó haberle causado al
enemigo más de 70 muertos y 600 heridos, además de la destrucción de 28
tanques Merkava, cuatro topadoras militares, un vehículo blindado, un
transporte de tropas, tres drones Hermes 450 y un dron Hermes 900.
Aun cuando estas cifras fueran magnificadas con fines de propaganda y
las bajas reales fueran solo la mitad de las declaradas, igual
evidencian una alta capacidad combativa por parte de la Resistencia. Por
tener una pequeña idea en números, los combatientes de Hizbullah usan
misiles Kornet, cuyo costo aproximado ronda los 26 mil dólares, en
contra de los tanques sionistas. Por su parte, el precio de cada Merkava
oscila entre 4,5-6 millones de dólares, en dependencia de las
prestaciones del vehículo.
Este desbalance también es visible en el caso del conflicto con Irán.
Por poner un ejemplo, la defensa área israelí desplegada el pasado 4 de
octubre, costó siete veces más que el ataque de Irán.
Vemos entonces que, a contrapelo de la rimbombante propaganda del
sionismo, la situación económico, política y militar de “Israel” dista
mucho de ser tan desahogada como sus voceros pretenden. La entidad se
enfrenta a numerosas crisis latentes, que pueden agudizarse en la medida
en que la distensión de los frentes, la falta de avances claros y el
costo para sociedad israelí se hagan cada vez más patentes. Esto puede
llegar a representar un peligro existencial para el ente colonial
sionista. Así parece haberlo comprendido Estados Unidos, al punto de que
el Secretario de Defensa Lloyd Austin anunció el pasado 2 de noviembre
un mayor despliegue de tropas en la región de Asia Occidental,
incluyendo bombarderos B-52 Stratofortress, cazas, tanques y
destructores navales, que se suman a las más de 43 mil tropas que el
Pentágono mantiene en la región."
( José Ernesto Nováez Guerrero, Jaque al neoliberalismo, 16/11/24, fuente Almayadeen
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