"En 1969, cuando Mario Vargas Llosa escribía grandes
novelas y no había alcanzado todavía la categoría de farandulero
aristocrático, nos fascinó a todos con un libro durísimo titulado “Conversación en La Catedral”.
Una historia sobre el mundo en que habitaba un estudiante ya en la edad
madura, Santiago Zavala, donde se recogía una pregunta que se haría
célebre: “¿Cuándo se jodió el Perú, Zavalita?”. La
supuesta catedral peruana no era más que una taberna con un portón
antiguo al modo de los viejos edificios religiosos. Lo traigo a capítulo
porque la reinaguración del Notre Dame de Paris me evocó aquel texto
que imagino ya debe estar perdido en la memoria de algún lector cancelado.
Hay espacios que el tiempo transfigura. Imaginar una catedral del medievo convertida en lugar de cita de los poderosos es algo que ni siquiera Napoleón consiguió
cuando se hizo coronar emperador. En política nada se improvisa y
cuando sucede algo en apariencia sorprendente no es más que una señal de
que no hemos entendido bien las realidades cambiantes y hacemos el
ridículo.
(...) Macron, un presidente luchando por sobrevivir a sus artilugios de
político profesional, consigue la que sin duda será la joya de su corona
republicana: reconstruir en cinco años, con un presupuesto ajustado en
800 millones, una catedral devastada que nos retrotrae al siglo XIII. El sueño cumplido de un narciso con su punto de megalomanía. Lo que no logra en la política lo consigue en un monumento secularizado que representa el Poder y la Tradición.
En un país centralizado para bien desde hace siglos, hoy agotado y casi
en almoneda, la apuesta de Macron no tiene traducción al lenguaje de la
política parlamentaria que le enfrenta al colapso. Un consuelo que no
le servirá de mucho, salvo para un pie de página en la historia.
Eso y decir “estoy vivo y cumplo”, algo insólito en la política; no por
lo del vivir sino en lo del cumplir, tratándose de un tribuno que dice y
se desdice, que miente y discursea, que se equivoca y no asume sus
fracasos. Como muchos, pero ahí queda el cumplimiento al que todos
pronosticaban que tampoco esta vez consumaría. Habrá que pensar que los
asesores de Donald Trump son bastante más avispados que nuestros
expertos institucionales del “todo a cien”. Que
aterrizara en París para asentar su poder en un lugar y en un momento
tan crítico para los europeos como inquietante para los suyos, es una
jugada maestra, reconozcámoslo. En un Notre Dame reconstruido, de un
gótico limpio del polvo de los siglos, y de la calefacción (leña y
carbón) que le pusieron en el XIX. En una sociedad francesa asustada de sí misma,
endeudada hasta las cachas, como todas, ahí es donde aterrizó Trump en
su condición de cónsul de un Imperio que puja por mantenerse, víctima
también de su megalomanía.
¡Es la historia, idiota! Si no has entendido nada y necesitas que venga
un magnate avasallador e ignorante como Donald Trump para explicártelo,
es señal de que tenemos la sensibilidad política de los elefantes.
Ahora que los paquidermos están prohibidos en nuestros circos habrá que
complacernos en que se exhiban nuestros representantes institucionales.
Volver a La Catedral-Taberna sin la posibilidad de hacernos la pregunta
de Zavalita sobre cuándo se jodió el Perú." (
Gregorio Morán , Vox Populi,
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