2.12.25

España, de frontera a centro de operaciones del narcotráfico... si hoy nos sorprendemos es porque, sencillamente, no habíamos querido verlo... Italia, España y Portugal son tres de las grandes puertas para el mercado de la cocaína en Europa. Sería pecar de una inocencia virginal el creer que los operadores de las redes criminales son meros transportistas... España está siendo no solo el escenario de reyertas y trapicheos de poca monta, sino que también es ya un centro logístico de transporte y distribución de droga en Europa. La presencia de miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, o del Tren de Aragua, confirma la hipótesis. Y, al respecto, preguntas muy incómodas flotan en el aire... El crimen organizado nunca opera solo, y nunca es del todo extranjero, entonces, ¿quién (quiénes) abren las puertas en España y en Europa, y quién recibe (y multiplica) ese dinero incapaz de ser declarado?, ¿quién pone a disposición del narcotráfico sus medios de transporte y chalets, y quién mira para otro lado en las aduanas, puertos y controles fronterizos? ¿En qué momento España pasó de ser una frontera para el crimen organizado a un territorio de operaciones? El recién detenido Óscar Sánchez Gil, un antiguo jefe de la UDEF, estaba ligado a una organización criminal mexicana de larga trayectoria... eso no fue más que la punta del iceberg (Mauricio Hernández Cervantes)

 "La presencia operativa de los cárteles criminales latinoamericanos se ha incrementado durante los últimos años en España. Ahora Barcelona, Cádiz, Madrid o Málaga son ciudades en las que estas redes delictivas operan con facilidad. El periodista Mauricio Hdez. Cervantes abre la reflexión sobre una situación que ha hecho saltar las alarmas de seguridad en toda Europa. 

 Este fenómeno no es otra cosa que un (otro) relato de fronteras invisibles: un país europeo que descubre, con inexplicable asombro, que las guerras del narco, las que creía propias de las series de Netflix, también se libran en sus calles

Ya lo decía Goethe: "Lo más difícil de ver es lo que está delante de nuestros propios ojos". Desafortunadamente, la cita describe una realidad que ha cobrado tal relevancia que ya es imposible de ignorar. Imposible, porque con mayor frecuencia encontramos titulares en los que la palabra "narco" coprotagoniza historias judiciales junto a nombres de ciudades como Barcelona, Málaga, Madrid o Cádiz. Desde la era de Sito Miñanco, a finales de los años ochenta, los puentes transatlánticos invisibles entre la Galicia más olvidada y la Colombia más peligrosa quedaron establecidos. Y, dos décadas después, una investigación de la revista mexicana Proceso confirmó la presencia de células del cártel del Chapo Guzmán —considerado en 2010 como el narcotraficante más poderoso y rico del mundo, por la revista Forbes en distintos puertos españoles —y europeos—… Por lo tanto, si hoy nos sorprendemos es porque, sencillamente, no habíamos querido verlo; no obstante, estaba justo ahí, delante de nosotros. 

Antes, le sucedió a Italia. Le sigue sucediendo. Solo que, en el caso de nuestros vecinos mediterráneos, los nombres de la Camorra, la Cosa Nostra, la N’Dragnheta, o la Sacra Corona Unita, eran locales: eso generaba distancia tanto con nosotros como con los criminales extracomunitarios. Sin embargo, esa idea nunca ha sido del todo cierta; el best-seller Gomorra, de Roberto Saviano, ya confirmaba en 2006 que el crimen organizado tiene pasaporte universal y acento camaleónico. Desde que Galicia apareció en el mapa policial de las redes criminales internacionales, España dejó de ser un territorio inmaculado para el dinero sucio. Si bien es cierto que la versión galega de los clanes mafiosos era menos sanguinaria, y que los nombres de sus capos estuvieron (de alguna manera) bañados con un cierto halo de romanticismo amén de los códigos de honor atlánticos, sus dividendos siempre fueron producto del torbellino criminal global. Hablamos del trasiego de estupefacientes y contrabandismo, la trata de personas, piratería y extorsión, evasión fiscal y blanqueo de capitales, entre tantas otras actividades ilícitas (y altamente lucrativas) más. 

Lo cierto es que fue más fácil mirar hacia otro lado durante las dos primeras décadas de este siglo. Pero, hoy, eso, ya resulta inútil. Italia, España y Portugal son tres de las grandes puertas para el mercado de la cocaína en Europa. Sería pecar de una inocencia virginal el creer que los operadores de las redes criminales son meros transportistas. En este medio ya lo hemos sostenido en repetidas ocasiones: el dinero sucio no tiene patria, y la única forma de ponerle rostro a los operadores más poderosos del hampa es siguiendo los flujos de los capitales blanqueados. 

Hoy, España está siendo no solo el escenario de reyertas y trapicheos de poca monta, sino que también es ya un centro logístico de transporte y distribución de droga en Europa. La presencia de miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, o del Tren de Aragua, confirma la hipótesis. Y, al respecto, preguntas muy incómodas flotan en el aire, así como dudas que sugieren respuestas muy difíciles. El crimen organizado nunca opera solo, y nunca es del todo extranjero, entonces, ¿quién (quiénes) abren las puertas en España y en Europa, y quién recibe (y multiplica) ese dinero incapaz de ser declarado?, ¿quién pone a disposición del narcotráfico sus medios de transporte y chalets, y quién mira para otro lado en las aduanas, puertos y controles fronterizos

Un tren criminal latinoamericano con estaciones europeas

El año pasado, en Agenda Pública publicamos una pieza que ya alertaba de la gravedad de este asunto. También era noviembre y recién había sido detenido Óscar Sánchez Gil, un antiguo jefe de la UDEF, (la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal): tenía 20 millones de euros escondidos en las paredes del chalet de su pareja, y su nombre apareció en los despachos de las fuerzas de seguridad del Estado cuando, una semana antes, la policía interceptó trece toneladas de cocaína procedentes de Ecuador. Venían en los contenedores de una empresa bananera. ¿La relevancia del caso? Su cargo quedó ligado a una organización criminal mexicana de larga trayectoria, además de que fue la incautación de droga más grande en la historia de España. Como ya se sabe, eso no fue más que la punta del iceberg.  
 
 Primera estación: Málaga. Las mafias mexicanas recompusieron, sin duda alguna, el mapa criminal (y comercial) global desde el inicio de este siglo. No obstante, ya hay otros nombres: Ecuador, por ejemplo. Al respecto, cabe destacar el caso de Wilmer Chavarría Barré. Conocido como Pipo, el líder del cártel ecuatoriano Los Lobos, fue capturado en Málaga este mismo mes. La suya parece una historia extraída de alguna novela negra: un hombre que fingió su muerte, reconstruyó su rostro con varias cirugías y decidió esconderse en Europa. La policía española lo descubrió en una operación conjunta con las autoridades de su país, y, nuevamente, España fue el escenario de una persecución criminal al más puro estilo de las ficciones de la gran pantalla. ¿Cuál es la paradoja del caso? Que no solo fue un exitoso golpe policial, sino que ha sido un recordatorio de que Europa está siendo un territorio en el que el hampa internacional tiene raíces mucho más largas de lo que la opinión pública cree.

Segunda estación: Barcelona. La capital catalana se convirtió en la puerta europea de entrada del Tren de Aragua: una organización criminal nacida como una pandilla venezolana de gran complejidad, a la cual Estados Unidos ya elevó al grado de grupo terrorista. El 6 de noviembre, la Policía Nacional desmanteló una de sus células. Eran trece miembros; entre ellos estaba, Gerso Isaac Guerrero Flores, el hermano del líder mundial de esa mega pandilla. La detención se efectuó en un chalet de la periferia barcelonesa donde los criminales fabricaban tusi (la nueva droga conocida como cocaína rosa, que no tiene una composición exacta, lo que eleva el riesgo de toxicidad. Puede llevar cocaína, ketamina, metanfetaminas, además de cualquier cantidad de compuestos tóxicos y letales), traficaban cocaína y extorsionaban. A raíz de este operativo, se descubrieron otros laboratorios clandestinos, así como un mapa criminal que incluye a otras ciudades como Madrid, Valencia, o A Coruña. 

Tercera estación: Madrid y Ávila. Esta historia recuerda al mito griego de la Hidra de Lerna: un monstruo pantanoso al que, cuando le cortaban una de sus nueve cabezas, en su lugar crecían otras dos. Resulta que un operativo conjunto entre la DEA (Drug Enforcement Agency, de Estados Unidos), el Gobierno de los Países Bajos y la policía española, llamado Operativo Oyamel (como símbolo de un árbol mexicano que se ramifica sin control), desmanteló la que se consideraba como "la oficina del Cártel Jalisco Nueva Generación en Europa". Desde un chalet en Ávila se gestionaba la llegada y transporte de cocaína al continente, pero, tras la operación, aparecieron conexiones con Bilbao, Talavera de la Reina y Valencia. También sucedió este mes y veinte personas fueron arrestadas (quince de ellas ingresaron en prisión provisional). ¿Qué incluía la incautación? Casi dos mil kilos de cocaína, 375 kilos de anfetaminas, cerca de 300.000 euros en efectivo, además de criptomonedas con un valor de 15.000 euros, tres armas de fuego, quince vehículos, y catorce kilos de plata. Uno de los datos importantes de este caso es que fue detenido un empresario español, del que aún no se ha revelado la identidad. ¿Por qué no sabemos todavía su nombre? El silencio, dicen, es también una respuesta.  
 
Cuarta estación: parada (aún) desconocida. Si algo tienen en común los operativos antes mencionados es que, tras haber sido efectuados, nuevas informaciones, mapas, y nombres siempre aparecieron. Es decir, el resto del recorrido de este tren es todo un mapa subterráneo criminal que sigue estando a la sombra del Estado. Tanto El Padrino (de Mario Puzo), como la serie Fariña, muestran una versión romantizada del modus vivendi y operandi del crimen organizado. Pero la realidad nada tiene que ver con eso. Roberto Saviano lo ha dejado muy claro: "La Camorra no es folclore, no es un mito, tampoco es un pasado romántico. Es un sistema económico que decide quién vive y quién muere". Pero esa no ha sido la única frase del escritor italiano que nos debería de preocupar: en noviembre de 2023, durante la presentación de su libro Los valientes están solos (Editorial Anagrama, 2023), dijo que España "es un territorio de conquista" para las mafias italianas. ¿Qué relación tiene eso con América Latina? Que el Cártel Jalisco Nueva Generación posee nexos con la Camorra, especialmente con el clan Amato-Pagano (dato descubierto, precisamente, durante la reciente Operación Oyamel). 

Al margen de la incomodidad de las preguntas antes planteadas, quizá la única que exige una respuesta urgente es: ¿en qué momento España pasó de ser una frontera para el crimen organizado a un territorio de operaciones?" 

(Mauricio Hernández Cervantes, Agenda Pública, 26/11/25) 

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