27.4.18

¿Por qué las cloacas se cargaron a Cifuentes... ahora?

"Mucho ruido y pocas nueces. Así definen los conocedores de la guerra interna en el PP de Madrid la caída de Cristina Cifuentes como presidenta de la Comunidad por la difusión de un vídeo de 2011 en el que es registrada por el guardia de seguridad de un Eroski de Vallecas tras haber supuestamente hurtado dos botes de crema antiarrugas de la marca Olay.

 El hecho tuvo entonces trascendencia nula, pues ella acabó pagando los potes tras personarse en el lugar dos agentes de la Policía Nacional, y se fue de allí sin que mediara denuncia alguna.
No obstante, todo este estruendo tapa el verdadero escándalo de corrupción que durante más de un mes ha ido publicando eldiario.es: el falso máster expedido en la Universidad Rey Juan Carlos, que falsificó actas y dio trato de favor a Cifuentes, y por el que PSOE y Podemos apoyaban una moción de censura que obligaba a Ciudadanos a retirar su apoyo al PP y permitir así que perdiera la presidencia de la Comunidad de Madrid.

Esta estrategia para salvar a los populares de la quema ha sido orquestada —aseguran fuentes del PP a Público— por la única dirigente conservadora que al mismo tiempo ha dado la cara por Cifuentes abiertamente: la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal. 

La también ministra de Defensa ha acompañado este miércoles a Cifuentes hasta la rueda de prensa de su dimisión “después de haberla animado a poner la querella en la Fiscalía General del Estado por irregularidades en la Ciudad de la Justicia, pudiendo caer en un delito de prevaricación, ya que tendría que haberlo hecho ante el Tribunal de Cuentas”, explica un ex alto cargo.

Según dichas fuentes, “con la dimisión por algo tan escandaloso y banal como robar unas cremas, que finalmente fueron pagadas y por lo que no hubo denuncia, te ahorras un debate de moción de censura en el que tanto Ángel Gabilondo por el PSOE, como Íñigo Errejón por Podemos iban a hacer una enmienda a la totalidad de la corrupción del PP de Madrid”.

Zanjado el debate político de profundidad en la Asamblea de Madrid, la que sangra a chorros es la guerra interna del Partido Popular. ¿Cuál de las cuatro facciones que ahora mismo se enfrentan ha guardado y filtrado el vídeo? La ofensiva de Esperanza Aguirre contra sus discípulos Francisco Granados, Ignacio González y Alfredo Prada, y de ellos entre sí y contra la exlideresa, ya ha demostrado ser a muerte. 

Pero la mayoría de los conocedores de esta lucha intestina señalan a Granados o González como las personas que pudieron obtener ese vídeo y encargar la elaboración del dossier de escándalos de Cifuentes que ahora, medida y ordenadamente, se está filtrando.

Todo se remonta al caso conocido como La Gestapillo, el espionaje entre políticos madrileños del Partido Popular; un pugna de familias del PP al estilo mafioso que se está destapando en los sumarios de Lezo y de Púnica. 

Sin embargo, en esa causa judicial sólo hay dos guardias civiles y un bedel en espera de juicio por supuestamente haber espiado al exconsejero de Justicia Alfredo Prada; al ex teniente alcalde de Madrid y mano derecha de Alberto Ruiz Gallardón, Manuel Cobo; a la diputada Carmen Flores, con estrechas relaciones con el extesorero del PP, Álvaro Lapuerta, y a la propia Cristina Cifuentes.

Esos cabezas de turco de la guerra entre altos dirigentes del PP siempre han defendido su inocencia, y así lo hicieron también en la comisión de investigación sobre corrupción celebrada en la Asamblea de Madrid, donde entregaron un documento titulado Cloacas.

 Pero además señalan a los comisarios de Policía José Manuel Villarejo —en prisión por cohecho, blanqueo de capitales y organización criminal— y Enrique García Castaño como las personas que hacían esos trabajos de espionaje para el PP de Madrid, a través de Enrique Barón —ex jefe superior de Policía de Madrid y director de Seguridad de la Comunidad en esos años—, así como a la agencia de detectives Método3.

Según el documento Cloacas, en 2011 escucharon "al viceconsejero de Francisco Granados, Alejandro Halfter, y al Director del Gabinete del Consejero, Ignacio Palacios, y al propio Francisco Granados, que Enrique Barón había ofrecido los servicios operativos de los Comisarios D. José Manuel Villarejo Pérez y Enrique García Castaño en la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior de la CAM".

Esta relación con los comisarios de Policía se vio confirmada por la grabación difundida por el propio Villarejo de la reunión que mantuvo con Ignacio González para solucionarle los problemas de su ático de Marbella y en la que también participó García Castaño. 

Estos vínculos también aparecen en los sumarios de Lezo y de Púnica, acreditados y ampliados al tertuliano Eduardo Inda, quien siempre tuvo estrechas relaciones con Francisco Granados, que aún mantiene, y cuyo digital ha revelado el vídeo de Cifuentes en el Eroski de Vallecas que llevaba siete año s guardado en un cajón.

 Diferentes fuentes policiales y de la seguridad privada señalan al jefe superior de Policía de Madrid hasta su fallecimiento en diciembre de 2011, Francisco Javier Redondo, como la persona que ordenó hacerse con la grabación del Eroski de Vallecas nada más producirse los hechos y entregársela a alguien cercano al PP de Madrid como un favor. (...)

Según el relato de la propia Cristina Cifuentes, tras ser requerida por el vigilante de seguridad del establecimiento, la Policía Nacional se personó en Eroski. Una vez solventado lo que ella define como “despiste”, y al haber pagado, la empresa no interpuso denuncia. Es decir, el vídeo no debía ser requisado por la Policía al no haber delito, “pero ningún vigilante de seguridad se va a negar a dar el vídeo a un agente de Policía si se persona en el establecimiento”, afirman fuentes policiales.

Más aún, dentro de las fuentes de seguridad privada hay quien apunta más alto: a esa red de directores de seguridad de grandes empresas que está formada por ex altos mandos policiales y que estableció una policía paralela al servicio del poder.

 Es el caso, por ejemplo, del antecesor de Redondo en el puesto, Carlos Rubio –a quien también señalan otras fuentes policiales–, quien tras abandonar en 2010 el puesto de Jefe Superior de Policía de Madrid se fue a trabajar como director de Seguridad del Banco Santander. La relación entre Villarejo y Carlos Rubio se remonta a la etapa del Informe Veritas, elaborado a mediados de los 90 contra el juez Baltasar Garzón.

Lo cierto es que, sin haber delito, ese vídeo de Cifuentes en la sala de seguridad de Eroski debía haber sido destruido en 2011 y, por supuesto, nadie debería haberse hecho con una copia. Así que, si Cifuentes quisiera, la vía legal contra quien ha difundido su vídeo la tiene abierta, pues en este caso se ha producido al menos un delito grave, contra la Ley de Protección de Datos.

Cifuentes se ha querellado contra los periodistas de eldiario.es por publicar hechos ciertos. ¿Se querellará ahora contra los que hayan ocultado durante años, y difundido en el momento más dañino, una grabación que jamás debería haberse guardado?"              (Público, Patricia López, Público, 25/04/18)  


"No pararemos hasta matarla": el ajuste de cuentas a Cristina que se fraguó en un hotel.

12 de febrero de 2018. Francisco Granados, una de las 'ranas' de Esperanza Aguirre, imputado en el caso Púnica, encendía su particular ventilador. El exsecretario general de los populares madrileños insinuaba con intención que Cristina Cifuentes, que "tuvo una especial relación" con Ignacio González, conoció de primera mano que el partido se financió ilegalmente en una de sus campañas electorales y que participó en la toma de decisiones. 

 Fue todo un torpedo en la línea de flotación de la presidenta regional, cuya credibilidad ya había sido socavada meses antes cuando la Guardia Civil la vinculó en un polémico informe con presuntas irregularidades en la adjudicación del contrato de la cafetería de la Asamblea de Madrid.

Cifuentes supo ese día que algo se había torcido. A su equipo ya le habían llegado ciertas informaciones de que "algo se cocinaba contra la jefa". La confirmación llegó días después, cuando un intermediario de Cifuentes recibió en un hotel de lujo de Madrid un mensaje claro y directo por parte de un poderoso empresario: "No pararemos hasta matarla, hasta acabar con ella". En el trasfondo de la amenaza, el caso Lezo, la investigación sobre el desfalco del Canal que había llevado a prisión a su examigo Ignacio González. Un caso con muchos tentáculos, con muchos intereses económicos ocultos.

 Cifuentes recibió el mensaje. Con preocupación. Los enemigos eran poderosos. El 20 de marzo acudió al Congreso de los Diputados para desfilar por la comisión de investigación. Había sido citada tras las palabras de Granados. Un día después, el 21 de marzo, empezaba su particular calvario. 'Eldiario.es' publicó la primera información sobre su máster: lo obtuvo con notas falsificadas. Desde entonces el torrente de presuntas irregularidades ha sido continuo y el reloj político de Cifuentes comenzó su cuenta atrás. Nunca dio explicaciones convincentes, a veces confusas, y las pruebas contra ella empezaban a ser contundentes. Perdió el rumbo, a veces tomando decisiones contrarias a las recomendaciones de su equipo más cercano.

 Martes 24 de abril. Ha pasado más de un mes. 'Okdiario' la llama por la tarde noche para comunicarle que tiene un vídeo de 2011 y que las imágenes que quiere publicar son claras: ella retenida por un guardia de seguridad del Eroski tras pillarla hurtando dos cremas que suman 42 euros. 

Una vieja historia para ella. Pero su puntilla. El punto y final, encima de la forma más bochornosa. Cifuentes intenta que las imágenes no vean la luz, pero la presidenta madrileña apura sus últimas horas en la Casa de Correos. Está sentenciada. Y cansada. Y sobre todo, convencida de que tenía razón. Fuego amigo. "Siempre ha sido el fuego amigo", señalan desde su equipo.

 El episodio del presunto robo, en mayo de 2011, se produjo en el centro comercial que hay enfrente de la Asamblea de Madrid, cuando lo gestionaba una empresa que por entonces tenía un responsable de seguridad que años después haría ciertos trabajos de seguridad para Ignacio González, otro de los grandes enemigos políticos de Cifuentes y a la par buen amigo del empresario que lanzó sus amenazas hace un par de meses en un hotel, explican fuentes del PP. 

Eroski nunca denunció policial ni judicialmente el desliz de Cifuentes (cuyo sueldo era en 2011 de 5.200 euros mensuales), aunque los dos policías que sí acudieron al incidente tras ser requeridos por el centro comercial debieron levantar un acta de su actuación. Los agentes no se llevaron imágenes. Un periodista de la Asamblea, de los veteranos, recuerda que González nunca ocultó que tenía el vídeo y que incluso enseñaba a sus más íntimos pantallazos del mismo.

 En definitiva, levantar las alfombras nunca fue una buena idea. Y menos en el PP de Madrid. Un dirigente popular con muchos años de experiencia hace un atrevido análisis de la situación. "Esto es como la película 'Uno de los nuestros'. Cristina siempre ha sido uno de los nuestros. 

Más de 30 años en el PP de Madrid. Hasta que dejó de serlo. Hasta que decidió que era mejor tomar la bandera de la regeneración para crearse una nueva figura y cargar contra sus excompañeros. Podía haber optado por no remover el pasado y liderar la Comunidad y el partido sin echar la vista atrás. Pero no quiso, o no supo".

 El núcleo más cercano a Cifuentes siempre ha creído que la ya expresidenta regional cometió un grave error cuando sumó a su programa político el discurso de "tolerancia cero con la corrupción". La Comunidad se personó en el caso Púnica como acusación y se adhirió a la petición de la Fiscalía para prorrogar la estancia de prisión de Granados. Y luego estuvo la decisión de presentar una denuncia contra González y los suyos por la sospechosa compra de una filial del Canal en Brasil, publicado en exclusiva por El Confidencial.  (...)

Cifuentes siempre ha denunciado en ciertos foros que tiene muchos enemigos en el viejo PP de Madrid, ese al que ella perteneció. Ha sido espiada, en varias etapas. Y los dosieres sobre ella, su marido y sus amigos han circulado por varias redacciones. La historia de un vídeo que demostraría que robó en un supermercado era vieja. 

Ya la conocía. Este martes cuando dimitió señaló que ya intentaron chantajearla con esta grabación hace unos años y que lo puso en conocimiento de la Policía. Por eso cuando Okdiario la llamó para comunicarle que tenía el vídeo, el famoso vídeo, regresó la teoría de la conspiración. Imágenes que por ley deben ser borradas en un mes y que siete años después han acabado con el futuro político de Cifuentes. (...)

Rajoy se desayunó con ellas y dijo basta. El bochorno era insoportable. Cifuentes tenía que dimitir antes de las 12. Y lo hizo. ¿Es lo último que hay contra ella? Desde el equipo de la expresidenta saben que no. Las amenazas han continuado en las últimas semanas. (...)"                      (David Fernández, El Confidencial, 26/04/18)

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