12.6.19

¿Cómo se hace callar a los Abascal, a Torra, a Casado, a Salvini...? Tal y como Sanders hizo callar a los de la Fox... en una entrevista en la Fox

"La cara del locutor era un poema. Acababa de cambiar de tercio, para hacer intervenir al público. El invitado se estaba creciendo y, al fin y al cabo, jugaba fuera de casa. Era el momento de hacérselo notar. “¿Cuántos de ustedes obtienen seguro médico a través de su puesto de trabajo?” Se levantaron casi todas las manos en un salón de actos abarrotado. 

El presentador continuó: “¿Y cuántos estarían dispuestos a hacer el cambio a un sistema de seguro estatal, como el que propone el senador?” El tiro de la cámara se abrió para comprobar la desbandada general, reflejo inequívoco –ay– del éxito del modelo de sanidad privada estadounidense. Nada más lejos de la realidad. Las manos no bajaron y la sala prorrumpió en vítores.

El invitado era Bernie Sanders, candidato, una vez más, en las primarias del Partido Demócrata para la presidencia de los Estados Unidos. Y la ocasión, un encuentro con votantes en la cadena FOX News, era un campo de minas que el senador de Vermont supo convertir en oportunidad de oro para difundir su mensaje y dibujarse como alternativa viable al gobierno de Donald Trump.

Siempre pedagógico, Sanders había arrancado su intervención despejando balones fuera sobre un dato que se había planteado como incómodo: en 2016, y coincidiendo con su primer intento de alcanzar la presidencia, Sanders había ganado un millón de dólares. El extremo había trascendido al hacer públicas el veterano político sus declaraciones de la renta.

 El presentador de la FOX le apretó varias veces por esa vía, acusándole de pertenecer al 1% de los más ricos al que el senador fustiga en sus discursos. Pero Sanders, que debe su exponencial aumento en ingresos a los derechos de autor de un libro, no cedió un centímetro: “Si alguien pretende que venga yo aquí a pedir disculpas por haber escrito un best-seller, no pienso hacerlo”, dijo tras señalar que grandes corporaciones como Netflix o Amazon no pagan nada. 

Ante la insistencia del presentador, se dirigió directamente a él, elevando el tono. “Sea yo, usted (que probablemente gana mucho más dinero que yo) o quien sea, creo que los ricos y las grandes empresas que ganan miles de millones deberían empezar a pagar lo que deben en impuestos”.

Sanders logró colocar su mensaje en tierra hostil gracias a un agudo desdoble en el discurso: se mostró conciliador con los votantes que intervinieron para hacerle preguntas, a menudo incómodas, al tiempo que duro y cortante con los presentadores, y por extensión con la cadena. Así lograba cuadrar el círculo al dejar intactas sus credenciales de outsider y presidenciable capaz de pescar fuera de su burbuja de convencidos, en las antípodas de la audiencia de la FOX.

“Ustedes háganme preguntas honestas y yo les responderé con honestidad”, espetó a los presentadores poco después de arrancar. “¿Saben qué? No todo el mundo estaba de acuerdo en que yo viniera a este programa. Su cadena no es precisamente muy respetada en mi mundo, pero yo pensé que era importante estar aquí y tener una discusión seria sobre asuntos importantes.”

 La presencia de Sanders en la FOX había sido muy criticada por importantes voces del Partido Demócrata y el movimiento progresista. Al fin y al cabo, la cadena, propiedad del magnate australiano Rupert Murdoch, ha sido durante décadas un ingrediente fundamental del caldo de cultivo de miedo y odio sin el que hubiera sido imposible el desarrollo del trumpismo.  (...)

Hay en el ecosistema del centroizquierda estadounidense una querencia por el vilipendio de los casi 63 millones de estadounidenses que votaron a Trump. Desde medios progresistas y tertulias de opinión se proyecta una imagen de un enorme bloque racista, intolerante e inculto, que además se engloba bajo el término “clase trabajadora blanca”. 

Esta caracterización no tiene que ver con la realidad –Trump perdió por un 11% las elecciones entre la mitad más pobre del país, y sólo mejoró los resultados de sus predecesores republicanos entre los votantes más ricos– pero sigue pesando mucho. (...)

Funciona como un cepo. Y al aparecer en la FOX, Sanders se libró de él.

“Sé que muchos de vosotros votasteis a Trump”, dijo el senador en una nota previa a su intervención en la cadena. “Pero os mintió. Os dijo que iba a llevar la sanidad a todo el mundo. Pero sus políticas van camino de dejar a 30 millones de personas más sin seguro. Os dijo que su plan fiscal no beneficiaría a los ricos. Y os volvió a mentir. 

El 83% de los beneficios van al 1% más rico. ¿Cómo se le explica eso a la gente que votó a Trump si uno no habla con la gente que votó a Trump?”. Una vez en el estrado, Sanders profundizó sobre sus diferencias con Trump en el asunto que atañía más directamente a sus interlocutores. De pronto, el enemigo no eran los trabajadores mexicanos ni los gobiernos asiáticos, sino los patrones del gran capital. 

“Están ante un senador que no sólo votó en contra del NAFTA (el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá que firmó Bill Clinton y abrió en canal las economías de la región a la deslocalización del empleo), sino que marchó en los piquetes junto a los sindicatos. Votó contra el CAFTA, se opuso firmemente al Acuerdo Transpacífico. ¿Y por qué? Estaba muy claro que estos acuerdos estaban escritos por corporaciones multinacionales contra los intereses de los trabajadores estadounidenses”.

El senador continuó, abandonando un tono pausado y pedagógico para adoptar otro más reivindicativo. 

“Déjeme sugerir algo que no creo que sea una idea muy radical: los trabajadores estadounidenses no tendrían que competir contra la gente desesperada del mundo que gana un dólar o dos al día. Creo que tenemos una responsabilidad moral de aupar a los pobres del mundo, y no sólo a los de los países ricos. Pero se puede hacer eso sin una subasta a la baja. Soy muy cercano a los sindicatos, y cuando hablo con trabajadores de sindicatos y me dicen: ‘Nuestro jefe nos ha dicho: Si no aceptáis este recorte de salarios o de condiciones sanitarias, nos trasladaremos a México o a China, donde la gente está dispuesta a trabajar por casi nada’. Así que necesitamos el comercio. El comercio es algo bueno, pero necesitamos una política de comercio que funcione para las familias trabajadoras, y no sólo para las grandes corporaciones”, concluyó.  

Sanders no escatimó palabras duras con Trump, al que acusó de ser un “presidente peligroso” y un “mentiroso patológico”, incapaz “de decir la verdad sobre dónde nació su padre”, pero lanzó un aviso a sus contrincantes en las primarias demócratas: “Si todo lo que hacemos es centrarnos en él, perderemos. Lo que tenemos que hacer es desarrollar una agenda que se ocupe de las necesidades de los trabajadores. Cuando hagamos eso, ganaremos, y por goleada”.

El senador desplegó la agenda universalista y redistributiva de siempre, con el espíritu didáctico que acostumbra. Habló de sanidad estatal de acceso gratuito, de progresividad fiscal, de reforma educativa para acabar con las tasas universitarias. Rechazó que “el país más rico en la historia de la humanidad” no pueda permitirse medidas que cuentan con apoyo mayoritario entre la ciudadanía. En definitiva, situó el ideario del socialismo democrático, algo hasta hace bien poco inimaginable, en el corazón del aparato cultural del capitalismo más salvaje.

“El socialismo democrático para mí pasa por crear un Estado y una economía y sociedad que funcionen para todos y no sólo para el 1% más rico”, explicó Sanders a un votante invitado al programa. 

“Pasa por terminar con las desigualdades absurdas que existen hoy en día. Y quiero dejarlas claras, porque no es algo que vayan a escuchar demasiado en FOX ni en los medios en general: El pueblo estadounidense tiene que concluir si creemos que es apropiado que tres familias tengan tanta riqueza como la mitad de abajo de la sociedad estadounidense, 160 millones de personas. Si es apropiado que el 1% de arriba tenga más que el 92% de abajo. Si está bien que el 49% de los ingresos vayan al 1% cuando mucha gente que está viendo este programa tiene dos trabajos solamente para sobrevivir. Así que, para empezar, queremos crear un sistema de gobierno que funcione para todos nosotros y queremos crear un sistema político que se base en una persona un voto, y no en que los multimillonarios compren elecciones”.  (...)

En esos términos, la intervención fue un éxito sin paliativos. Dos millones seiscientas mil televidentes la siguieron en directo, lo que la convirtió en el acto de precampaña demócrata más visto, duplicando en audiencia a un acto del propio Sanders en la CNN semanas antes. Decenas de millones más compartieron extractos del programa, de hora y media de duración, por redes sociales. Donde había sembrado críticas casi unánimes por aceptar la invitación de la FOX, Sanders cosechó elogios casi unánimes.

 La web de noticias POLITICO, que toma el pulso mejor que nadie al sentir de los corrillos de poder en Washington, proclamó: “Sanders se enfrenta a la FOX… Y emerge triunfador”. El Washington Post recalcó que la intervención del senador “sugiere que a Trump se le puede derrotar”. VICE News declaró “victorioso” a Sanders, mientras que The Atlantic, a menudo duro con él, reconoció que la incursión en territorio hostil “valió la pena”, ya que sirvió para “pinchar la burbuja de la FOX”. (...)

La jugada de Sanders ya crea escuela. La semana siguiente a su aparición en la FOX, un puñado de rivales en las primarias demócratas anunciaban que participarían en programas similares en la cadena.  (...)

El patinazo del presentador con el asunto de la sanidad, que se hizo viral en las redes en cuestión de minutos, rubricó el éxito de la estrategia del senador. ¿Y si hubiera vida más allá de la reproducción de las diferencias identitarias entre los de abajo? ¿Y si la white working class no fuera un enemigo a batir sino un sujeto en disputa? ¿Acaso no convendría salir a pescar votos, y conquistar conciencias, en los vastos caladeros declarados proscritos por quienes se juegan casi todo en que nada cambie? 

El silencio que recorrió el centro del plató ultraconservador al ver las manos en alto de un público elegido por la FOX en un bastión trumpista, y sin embargo exaltado por la idea de la sanidad universal, demostró que aquella noche, en aquel centro cultural, se había roto algo. (...)"        (Álvaro Guzmán Bastida, CTXT, 29/05/19)

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