"(...) los pisos siguen aumentando de precio y muchos vacíos siguen conviviendo con gente que no puede acceder a ellos.
La contradicción es importante. La alcaldesa Carmena
puede haber imprimido a la capital un aire ciclista, peatonal y enemigo
de la contaminación que se echaba en falta en el Madrid del PP y que
intentó situar a la ciudad en la vanguardia de la sensibilidad
ecologista y ciudadana frente a la cultura del humo y el coche. Pero no
ha sido suficiente.
La incapacidad para resolver los problemas de
vivienda en una ciudad con capas de población muy golpeadas por el
estallido de la burbuja ha pesado como una correa roñosa al cuello de un
perro fugado.
Analizar las causas del desplome de los Ayuntamientos
del cambio será complejo, pero he aquí una primera tentativa: Vallecas,
barrio obrero y peleón, emblema de lucha, es uno de los distritos más
golpeados por los desahucios, el aumento del precio de la vivienda, los
narcopisos y las bandas violentas. Lo mejor de cada casa está en
Vallecas, en sentido amplio del término y aunque Iglesias se haya ido a
Galapagar.
Y Vallecas ha sido precisamente uno de los barrios
clave en la derrota de Carmena. Mientras la derecha despertaba en la
mayor parte de Madrid, la izquierda se desmovilizaba en Vallecas. La
abstención vivió ahí el mayor aumento de toda la capital. Uno de cada
cuatro votos que perdió Carmena en toda la ciudad fue vallecano y ni la
suma de los suyos con los del candidato pablista les habría dado la
victoria.
Busquen las razones, hablen con los vallecanos. El
precio del metro cuadrado se ha disparado ahí. Los fondos buitre han
adquirido viviendas e intentan desahuciar a los alquilados u okupas,
gentes sin lugar donde caerse muertos que proceden ya de desahucios
previos y que sobreviven en precariedad.
La gentrificación avanza. La
inseguridad también. Un cóctel para el que “las soluciones
habitacionales” prometidas ni siquiera son palabras bonitas, porque no
lo son. Habrá muchas razones para explicar el derrumbe, pero una
importante está en Vallecas." (Berna González Harbour, El País, 10/06/19)
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