1.6.23

En respuesta a la crisis catalana del otoño de 2017, una oleada de nacionalismo español atraviesa el país... El sentimiento de españolidad y la defensa de la nación, ofendida por el separatismo catalán, se convierten en el aglutinante de las derechas y en el elemento nuclear de un discurso potente en el que la derecha se presenta como la protectora y guardiana de España... El PSOE, al aceptar coaligarse con Unidas Podemos y buscar el apoyo de los nacionalistas no españolistas, queda, casi por ósmosis, condenado a la ilegitimidad política... este terreno de juego ha sido extremadamente desfavorable para las izquierdas. A pesar de un programa reformista ambicioso y de unos resultados económicos positivos, se ha extendido la percepción de que el Gobierno supone un peligro para España... Frente a ese ciclo dominado por la cuestión nacional española, Unidas Podemos ha afilado su perfil más ideológico, por un lado, centrándose en una parcela pequeña de las políticas públicas (todo lo relativo a la desigualdad de género y nuevos derechos civiles) y, por otro, metiéndose en batallas imposibles que no conectan con la ciudadanía... Unidas Podemos debe entender que su declive no es consecuencia solamente de la maldad congénita de los grupos mediáticos y empresariales, sino de haber perdido la capacidad de influir en el debate público y de ofrecer un programa político reconocible y mínimamente realista... Si el PSOE resiste y a su izquierda Sumar consigue integrar a las distintas fuerzas en un proyecto que despierte ilusión y movilice apoyos perdidos en ese espacio ideológico, cualquier cosa puede suceder. Por muy desfavorable que sea el ciclo político, que viene además con el viento de cola de lo que sucede en muchos otros países, España es lo suficientemente diversa como para resistir la tentación trumpista de un Gobierno de PP y Vox

 "(...) Después de una transición interna muy convulsa, el PSOE volvió al poder en 2018, gracias a la moción de censura celebrada los días 31 de mayo y 1 de junio de ese año. Se trataba de un Gobierno en solitario, en minoría, con el apoyo de Unidas Podemos y de algunos partidos nacionalistas. Unos pocos meses después, en diciembre de ese mismo año, se celebraron elecciones en Andalucía y ya se pudo percibir el primer síntoma de que algo profundo estaba cambiando en España: ganaron las derechas en Andalucía, el bastión histórico del PSOE desde los años ochenta, y apareció Vox en escena con ocho diputados.(...)

 A partir de entonces, la política española se divide en dos bloques antagónicos y comienza a notarse, en respuesta a la crisis catalana del otoño de 2017, que una oleada de nacionalismo español atraviesa el país. El sentimiento de españolidad y la defensa de la nación, ofendida por el separatismo catalán, se convierten en el aglutinante de las derechas y en el elemento nuclear de un discurso potente en el que la derecha se presenta como la protectora y guardiana de España frente a las amenazas interiores, encarnadas por los separatistas catalanes y vascos, los republicanos, los impugnadores de la Transición, etc. El PSOE, al aceptar coaligarse con Unidas Podemos y buscar el apoyo de los nacionalistas no españolistas, queda, casi por ósmosis, condenado a la ilegitimidad política.

Evidentemente, este terreno de juego ha sido extremadamente desfavorable para las izquierdas. A pesar de un programa reformista ambicioso y de unos resultados económicos positivos, se ha extendido la percepción de que el Gobierno supone un peligro para España. El “que te vote Txapote”, que alude a la complicidad con ETA, es la destilación última de ese discurso de deslegitimación y la clave última del desgaste del Ejecutivo. Medidas como los indultos a los políticos independentistas o los cambios en el Código Penal (sedición), han sido gasolina en manos de la derecha nacionalista española.

 Frente a ese cambio de ciclo, dominado por la cuestión nacional española y todas sus derivadas culturales y políticas, los socios del Gobierno han respondido de forma diversa. Los ministros del PSOE y de Sumar, insistiendo en la gestión y las políticas públicas: reforma de las pensiones, del mercado de trabajo, reforzamiento del Estado de bienestar, ley de eutanasia, etc. Unidas Podemos, por su parte, ha afilado su perfil más ideológico, por un lado, centrándose en una parcela pequeña de las políticas públicas (todo lo relativo a la desigualdad de género y nuevos derechos civiles) y, por otro, metiéndose en batallas imposibles que no conectan con la ciudadanía (denuncia obsesiva de los medios y las empresas, frente antifascista, etc.): unos días parece partido de gobierno y otros de oposición. (...)

Unidas Podemos debe entender que su declive no es consecuencia solamente de la maldad congénita de los grupos mediáticos y empresariales, sino de haber perdido la capacidad de influir en el debate público y de ofrecer un programa político reconocible y mínimamente realista.

 El reto no es imposible. Las derechas solo pueden gobernar si PP y Vox alcanzan conjuntamente una mayoría absoluta en el Congreso. La presencia de Vox cierra la vía de pactos entre el PP y los grupos nacionalistas, pues, al fin y al cabo, Vox quiere ilegalizarlos. Con unos resultados como los del domingo, las derechas no habrían tenido mayoría absoluta en el Congreso. Si el PSOE resiste y a su izquierda Sumar consigue integrar a las distintas fuerzas en un proyecto que despierte ilusión y movilice apoyos perdidos en ese espacio ideológico, cualquier cosa puede suceder. Por muy desfavorable que sea el ciclo político, que viene además con el viento de cola de lo que sucede en muchos otros países, España es lo suficientemente diversa como para resistir la tentación trumpista de un Gobierno de PP y Vox."                 (Ignacio Sánchez-Cuenca , El País, 29/05/23)

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