"La mezcla de relativismo, escepticismo y vocación a lo políticamente
correcto prefiguran un coctel destructivo para la izquierda española,
que ha cambiado sus propios códigos de clase, solidaridad internacional y
lucha contra el fascismo por el automatismo ideológico de la propaganda
occidental (...)
La lógica más elemental indicaría que la izquierda española debería mostrar una condena unívoca frente a los crímenes ejecutados por milicias neonazis como el Batallón Azov, integradas a las fuerzas militares de Ucrania y que cuentan con el respaldo abierto del gobierno de Zelenski. Haber sufrido 40 años de una dictadura que se encumbró con el apoyo de Hitler y Mussolini en 1939, sobre los cadáveres de los republicanos, debería dar como resultado una oposición firme al gobierno ucraniano, en tanto la ilegalización de partidos políticos, incluyendo el socialista y el comunista, representa un guiño preocupante hacia el franquismo contra el cual luchó la izquierda.
Por extraño que parezca, e intercambiando los roles de una forma absurda, la izquierda española muestra solidaridad con un gobierno que persigue y ataca a sus iguales en Ucrania y, al mismo tiempo, rechaza una operación militar que tiene como centro extirpar grupos neonazis, cuyas redes continentales ven en España un territorio fértil para asentarse en el futuro inmediato, a la luz del ascenso electoral de Vox.
Este atentado contra sí misma refleja no solo desorientación estratégica de la izquierda española sino también la disolución práctica de los únicos dos atributos que le quedaban: la solidaridad de clase (con la población masacrada en el Dombás, con fuerte raigambre obrera e industrial) y la conservación de un pasado heroico de lucha contra el fascismo, hoy traicionado mediante el apoyo acrítico a un gobierno ucraniano claramente conducido por la extrema derecha y armado hasta los dientes por la OTAN y Estados Unidos. (...)"
(AUGUSTO MARQUEZ, Sociólogo venezolano, Observatorio de la crisis, 04/06/23)
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