29.9.24

La hora de un PSOE más "rojo": las presiones en el partido para girar a la izquierda... Los análisis de resultados recientes señalan que el camino más provechoso para los socialistas consistiría en concentrar sus esfuerzos en los barrios de rentas más bajas de la capital y en los municipios metropolitanos con el objetivo cuantificable de elevar sus tasas de participación en ocho puntos... la opción pasaría por "desarrollar organización en esos barrios para que no se queden en la abstención y que los desfavorecidos voten con rebeldía". El mensaje debería articularse mediante la comprensión de que la falta de dotaciones y oportunidades "no es una maldición bíblica" y la conciencia clara de que "deberían pelearlo por sus hijos". Una campaña "con un componente objetivo y con una dosis emocional potente" funcionaría... en Andalucía el voto urbano fue hacia la derecha y no se pudo compensar con el voto de otros lugares, en Madrid los barrios populares no pudieron compensar la mayor participación de los barrios centrales y de los del norte. Las zonas más prósperas contra las de menos recursos. La solución, por tanto, pasaría por activar a esas zonas menos favorecidas para recuperar allí presencia y recorrido... "hay 40 municipios de Andalucía en los que, si se actuase correctamente, se alteraría el mapa político actual" (Esteban Hernández)

 "Andalucía y la Comunidad de Madrid. Dos territorios cruciales para los socialistas de cara, por el poder que suponen y por el peso que su elevada población tiene en las elecciones generales. En la primera, fueron el partido hegemónico durante décadas y conservan todavía un voto sustancial, como se pudo comprobar el 23-J, pero es una región donde los populares han dibujado una nueva hegemonía bajo el liderazgo de Moreno Bonilla. En Madrid, los socialistas se han visto sobrepasados no solo por el dominio incontestable de Díaz Ayuso, y por un Más Madrid que conserva impulso tras el gobierno de Carmena en la alcaldía. En ambos lugares, sus respectivos líderes, Juan Espadas y Juan Lobato, no terminan de cuajar. Ambos son discutidos internamente por sus resultados, y sobre ambos se esperan novedades en algún sentido, ya sea en el Congreso Federal del PSOE a finales de noviembre, o quizá en la esperada remodelación ministerial: los rumores señalan cambios que podrían tener que ver con estos territorios.

Espadas y Lobato son apuestas de Sánchez, pero también son parte de una estrategia que priorizó los perfiles moderados y un discurso que estaba más cerca del centrismo del primer Ciudadanos que de las posiciones de izquierdas. Sus números no son buenos. Espadas está muy lejos de Moreno Bonilla, y el PSOE obtiene más voto en las generales que en las autonómicas, y Lobato no termina ni de acercarse al PP ni de superar a Más Madrid. Esos datos, junto con la constatación de que la activación del votante es mayor cuando se posicionan claramente a la izquierda, como en las generales, que cuando se anclan en discursos de aire centrista, dan alas a esa parte de los socialistas que entienden que la equivocación reside también en la estrategia. Es hora de una posición más dura. El tono y el contenido ideológico de los líderes andaluz y madrileño son puestos en cuestión justo en un instante en el que todavía es posible el cambio. El momento del mismo debería ser cercano: todavía hay tiempo para construir una estrategia y un liderazgo que aporten mucho más tanto de cara a las elecciones autonómicas como a las generales, sean estas cuando sean. Es imprescindible recuperar terreno.

En cuanto a los cabezas de lista, las apuestas señalan que Sánchez mantendrá a su candidato en Andalucía, pero son menos optimistas respecto de Lobato, dado que su posición en los últimos tiempos ha incluido ambigüedades de las que no suelen gustar a los jefes de los partidos. Pero más allá del perfil del líder, el problema de los socialistas en ambas comunidades es profundo.

"Pelea por tus hijos"

En Madrid, el partido socialista, ante el vigor electoral de Ayuso y el empuje de Más Madrid, optó por ocupar un lugar nuevo. Estaban perdiendo apoyo en territorios que les habían pertenecido históricamente, como las ciudades del cinturón sur, que estaban cambiando su composición demográfica, entre los barrios populares, cada vez más dados a la abstención, y en los barrios donde residían las clases urbanas formadas, que preferían a Más Madrid. Los socialistas de Lobato decidieron situarse de manera equidistante: Más Madrid ocupaba el lugar izquierdo, el PP la derecha y el PSOE la posición intermedia, como si quisiera recoger el espacio que había dejado libre Ciudadanos.

Como explica un antiguo cuadro del partido socialista madrileño, esa fue la manera en que el partido resolvió un dilema que le acuciaba, el de dónde estaba el votante que le podía respaldar. La construcción de los PAU había cambiado el mapa de voto, y en ellos se situó con éxito Ciudadanos. La pregunta sobre si dirigirse a esos nuevos votantes e intentar atraerlos hacia su causa, o si llevar a cabo una acción más contundente en los barrios populares se resolvió eligiendo la primera opción. Ese posicionamiento no ha dado frutos hasta ahora, y está haciendo daño interno y externo a Lobato y a Reyes Maroto, en la medida en que un segmento del partido entiende que no cuentan con los líderes adecuados ni con la estrategia correcta.

"El PSOE debe organizarse en los barrios populares para evitar la abstención y para incentivar el voto con rebeldía"

El consultor electoral Jaime Miquel señala otro camino. Los análisis de resultados recientes señalan que el camino más provechoso para los socialistas consistiría en concentrar sus esfuerzos en los barrios de rentas más bajas de la capital y en los municipios metropolitanos con el objetivo cuantificable de elevar sus tasas de participación en ocho puntos. En esos espacios, el porcentaje de voto suele ser mucho más bajo que en los barrios de rentas altas. Según Miquel, la opción pasaría por "desarrollar organización en esos barrios para que no se queden en la abstención y que los desfavorecidos voten con rebeldía". El mensaje debería articularse mediante la comprensión de que la falta de dotaciones y oportunidades "no es una maldición bíblica" y la conciencia clara de que "deberían pelearlo por sus hijos". Una campaña "con un componente objetivo y con una dosis emocional potente" funcionaría. Esta es una opción que muchos militantes socialistas madrileños ven adecuada, pero es difícilmente conciliable con la perspectiva de Lobato.

Las capitales contra el interior

En Andalucía los problemas no son muy distintos, aunque aparezcan especificidades. Una de ellas fue la gran desilusión que provocó la izquierda en la década pasada, como subraya el politólogo y jurista Francisco Jurado. En las elecciones de 2015, que ganó el PSOE y en las que Podemos en el 15% de los votos e IU en un 6%, "se daban las condiciones para establecer una alianza de gobierno que llevara a cabo políticas de izquierdas sólidas", pero la voluntad del PSOE y de Podemos de ir separados en un momento en que competían electoralmente, llevó a Díaz a apoyarse en el Ciudadanos de Juan Marín. Se perdió una oportunidad, asegura Jurado, "para convertir a Andalucía en el referente progresista de España". En lugar de eso, "la izquierda utilizó la representatividad que se le había otorgado para golpearse entre sí".

El siguiente paso fue la caída a plomo del PSOE andaluz después de décadas de hegemonía. Según describe Miquel, en la primera campaña con Espadas al frente, los números de Moncloa señalaban que Moreno iba a obtener mayoría absoluta desde un año antes de las elecciones. Según estudios cualitativos, el principal motivo era la transferencia de un 10% de voto del PSOE al PP causada por la vergüenza que sus votantes sentían ante la corrupción. Aunque esta había ocurrido en tiempos anteriores, con Chaves y Griñán, era Susana Díaz la que estaba cargando con la culpa. "Había electores socialistas, que seguían definiéndose como tales, pero que iban a votar no a Moreno Bonilla, sino a Juanma". Ese desplazamiento no parecía definitivo, sino ocasional: se trataba de simpatizantes que se podían recuperar, por lo que hubiera sido lógico, señala Miquel, dejar que Susana Díaz fuera a las elecciones y perdiera, en lugar de sustituirla por Espadas, y trabajar a medio plazo.

"El PSOE no supo compensar la pérdida de su voto en las capitales con un aumento de voto en el interior de las provincias"

No ocurrió así, ni tampoco ese votante parece estar de regreso. La mayoría de Moreno está bien asentada y, a mitad de legislatura, sigue contando con encuestas muy favorables. Según Paco Camas, de Ipsos, el 50% de los votantes de izquierda (no solo la del PSOE) valora positivamente la gestión del presidente de la Junta, lo que demuestra lo mucho que ha calado su mensaje. En ese escenario, "da la sensación de que la izquierda no ha pasado aún la fase de duelo y no ha llegado a la etapa de la aceptación. Es un cambio total de ciclo que requiere una reconfiguración completa".

Junto con el elemento del liderazgo, hay un asunto esencial al que se ha prestado poca atención. Jaime Aja, profesor de sociología de la Universidad de Córdoba, señala cómo se ha producido un desplazamiento en el voto que llevaba mucho tiempo larvándose: las capitales andaluzas estaban votando a la derecha mucho tiempo antes de que el PSOE perdiera el gobierno de la Comunidad. El cambio se estaba anticipando en las ciudades. Había factores significativos, como la existencia de una clase conservadora tradicional en las ciudades y el auge del desarrollismo, que señalaban que el eje estaba cambiando. En ese contexto, el PSOE no supo compensar la pérdida de su voto urbano con el voto rural, tanto de las pequeñas ciudades interiores como los de los pueblos. La pérdida de industria y de mano de obra agrícola, así como la expansión turística, ayudaron a cambiar la mentalidad. El PSOE no supo reaccionar, aun cuando tuvo la fortuna de que "en Andalucía no surgió un movimiento verde al que se acercasen electoralmente las clases urbanas formadas", como ocurrió en muchos otros lugares.

A favor y en contra de Sánchez

Del mismo modo que en Andalucía el voto urbano fue hacia la derecha y no se pudo compensar con el voto de otros lugares, en Madrid los barrios populares no pudieron compensar la mayor participación de los barrios centrales y de los del norte. Las zonas más prósperas contra las de menos recursos.

La solución, por tanto, pasaría por activar a esas zonas menos favorecidas para recuperar allí presencia y recorrido. En el PSOE andaluz hay voces que ponen el acento en los distintos resultados que se obtienen en las generales y las autonómicas como demostración de esa tesis: "Cuando hay un discurso claramente de izquierdas y de combate contra el PP, el electorado se moviliza más a nuestro favor". Dado que este es "un momento de desmovilización de la izquierda más que traslación de voto, hay que reforzarse para que ese paso no sea más que la primera fase de un alejamiento total". El problema para actuar de esa manera "es la posición política de Juan Espadas, que es la contraria de la que necesita el PSOE andaluz. Su moderación en formas y en mentalidad no funcionan, y tampoco sirven para plantear una opción que sea percibida como una alternativa".

"Hay 40 municipios de Andalucía en los que, si se actuase correctamente, se alteraría el mapa político actual"

Sería necesario, para seguir esta dirección, insistir en provincias como Jaén, Sevilla y Huelva, donde el PSOE ha gozado de un mayor porcentaje de votos, y donde todavía conserva fuerza. En Jaén y Sevilla se conservan las diputaciones provinciales y en Huelva se perdió por los resultados de la capital. Pero más allá de provincias concretas, "hay 40 municipios de Andalucía en los que, si se actuase correctamente, se alteraría el mapa político actual". Y es necesario hacerlo, porque "el PSOE necesita que Andalucía aporte un 30% de voto en las generales" para contar con una base sólida con la que construir una mayoría en España.

Si el problema en Andalucía es Espadas, en Madrid es Lobato, que tiene la misma mentalidad. Hay que tener en cuenta, señala el antiguo cargo del PSOE, que el espacio más fácil de activar en un tiempo relativamente rápido son los barrios populares de la capital y el cinturón sur de Madrid. En los PAU es más difícil por la mediación que supuso Ciudadanos. Antiguos votantes del PSOE apostaron por Cs y de ahí fue más fácil realizar el tránsito hacia el PP. Y quizá por eso, el Madrid de los PAU requiere más tiempo, ya que "no te escuchan; el PSOE necesita primero ser reconocido como interlocutor y ahora carece de esa posición". Aunque esta separación entre esos dos tipos de población tenga algo de falsa, afirma "porque podría reunirse en un proyecto de ciudad y de Comunidad transversal", es más sencillo intentar situarse en los barrios obreros, porque todavía hay recuerdo de voto y "porque allí no ha penetrado Más Madrid. Les pasó con Carmena, que acabó perdiendo la alcaldía por un pequeño porcentaje en Puente de Vallecas. Esa lección no la aprendieron, con lo que han dejado espacio para que los socialistas puedan crecer".

Esta tensión entre un PSOE más rojo y otro más moderado en comunidades en las que necesita recuperar poder se enreda en una contradicción. Quienes dentro del partido apuestan por girar hacia la izquierda son seguidores de la táctica de combate de Pedro Sánchez. Pero Espadas y Lobato fueron elegidos por el presidente, de modo que estarían a favor de las posiciones políticas de este, pero en contra de su elección de líderes. En el 41º Congreso Federal del PSOE, que tendrá en lugar precisamente en Sevilla a partir del 29 de noviembre, veremos qué encaje se realiza entre ideología y liderazgos."

(Esteban Hernández, El Confidencial, 29/09/24)

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