"Desde que Grecia cayó en picado, hemos oído hablar mucho de lo que no va bien en todo lo que sea griego. Algunas de las acusaciones son ciertas, y otras son falsas, pero todas ellas son irrelevantes.
Sí, existen importantes fallos en la economía griega, en su política, y, sin duda alguna, en su sociedad. Pero estos fallos no son los que causaron la crisis que está desgarrando a Grecia, y que amenaza con extenderse por Europa. (...)
No, los orígenes del desastre se encuentran más al norte, en Bruselas, Fráncfort y Berlín, donde las autoridades crearon un sistema monetario profundamente defectuoso —y quizás abocado a morir— y luego agravaron los problemas de ese sistema sustituyendo el análisis por las lecciones de moral. Y la solución a la crisis, si es que existe alguna, tendrá que llegar de los mismos lugares. (...)
Por tanto, veamos esos defectos griegos: sin duda alguna Grecia tiene mucha corrupción y mucha evasión fiscal, y el Gobierno griego tiene por costumbre vivir por encima de sus posibilidades. (...)
Por otra parte, muchas cosas de las que oyen sobre Grecia no son ciertas. (...)
Grecia tampoco tiene un Estado del bienestar desenfrenado, como les gusta afirmar a los conservadores; el gasto social como porcentaje del producto interior bruto (PIB), la medida habitual del tamaño del Estado del bienestar, es considerablemente más bajo en Grecia que en, digamos, Suecia o Alemania (...)
Entonces, ¿cómo se metió Grecia en tantos problemas? Culpen al euro.
Hace 15 años, Grecia no era un paraíso, pero tampoco estaba en crisis. El desempleo era elevado pero no era catastrófico, y el país más o menos se valía por sí mismo en los mercados mundiales, ya que ganaba lo bastante con las exportaciones, el turismo, los barcos y otras fuentes como para pagar más o menos sus importaciones.
Luego Grecia se incorporó al euro, y sucedió algo terrible: la gente empezó a creer que era un lugar seguro para invertir. Entró dinero extranjero en Grecia, una parte de él, pero no todo, para financiar los déficits del Gobierno; la economía se aceleró; la inflación aumentó; y Grecia perdió cada vez más competitividad.
Sin lugar a dudas, los griegos despilfarraron mucho, si no la mayor parte, del dinero que entraba a raudales, pero también es verdad que todos los que quedaron atrapados en la burbuja del euro hicieron lo mismo.
Y luego estalló la burbuja, y en ese momento, los fallos esenciales de todo el sistema del euro se hicieron demasiado evidentes. (...)
Pregúntense por qué la zona dólar —también conocida como Estados Unidos de América —funciona más o menos, sin las graves crisis regionales que afligen ahora a Europa. La respuesta es que tenemos un Gobierno central fuerte, y las actividades de este Gobierno proporcionan a todos los efectos rescates automáticos a los Estados que se meten en problemas.
Piensen, por ejemplo, en lo que podría estar sucediendo en Florida ahora mismo, tras su enorme burbuja inmobiliaria, si el Estado tuviera que sacar el dinero para la Seguridad Social y Medicare de sus propios ingresos que se vieron reducidos repentinamente.
Por suerte para Florida, es Washington en vez de Tallahassee quien se está haciendo cargo de la factura, lo que significa que Florida está recibiendo a todos los efectos un rescate a una escala que ningún país europeo podría soñar. (...)
Por eso Grecia, aunque no exenta de culpa, se encuentra en apuros principalmente debido a la arrogancia de las autoridades europeas, en su mayoría procedentes de países más ricos, que se convencieron de que podrían hacer que funcionase una moneda única sin un Gobierno único.
Y estas mismas autoridades han empeorado la situación al insistir, a pesar de las pruebas, en que todos los problemas de la moneda estaban causados por el comportamiento irresponsable de esos europeos del sur, y que todo funcionaría si la gente estuviera dispuesta a sufrir un poco más." ('La víctima griega', PAUL KRUGMAN, El País, 19 JUN 2012)
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