13.6.19

Según Trump los amigos británicos podrán beneficiarse de un “trato fenomenal”... eso sí, Londres tendrá que abrir “todos los sectores de la economía sin excepción” (es decir, la sanidad pública también), y rebajar los actuales estándares alimenticios y de higiene para poder comprar los pollos clorados del otro lado del Atlántico, y para que las aseguradoras norteamericanas hagan su agosto. Si los brexiters creen que la relación con Bruselas es de vasallaje, que se preparen para lo que les espera a merced de la Casa Blanca...

"(...) Su predecesor Barak Obama había dicho que, de producirse el Brexit, el Reino Unido tendría que ponerse el último de la cola para firmar un acuerdo comercial con Washington. Según Trump, todo lo contrario. 

Los amigos británicos tendrán prioridad, y podrán beneficiarse de un “trato fenomenal” que compensará con creces los inconvenientes de la ruptura con el continente. Eso sí, Londres tendrá que abrir “todos los sectores de la economía sin excepción” (es decir, la sanidad pública también), y rebajar los actuales estándares alimenticios y de higiene para poder comprar los pollos clorados del otro lado del Atlántico. 

Adiós a la medicina universal gratuita, orgullo de este país. Uno de los sueños no tan secretos del presidente norteamericano es que Boris Johnson o quien sea imponga un sistema de pago como el de Estados Unidos, y las aseguradoras norteamericanas hagan su agosto. Si los brexiters creen que la relación con Bruselas es de vasallaje, que se preparen para lo que les espera a merced de la Casa Blanca...  (...)

Trump ha diseminado su veneno político en una Gran Bretaña sumida ya en la misma guerra cultural que los republicanos han fomentado en los Estados Unidos. Las fantasías han reemplazado a las ideologías, los brexiters sueñan con un Nuevo Jerusalén con adoquines de oro en las calles, los partidos tradicionales se encuentran en caída libre (el Labour obtuvo un 14% y los conservadores un 9% del voto en las últimas elecciones europeas), y la clase y el dinero han dejado ser el factor diferencial entre los ciudadanos, divididos ahora por la actitud hacia Europa la globalización, la inmigración, el aborto, los matrimonios homosexuales, la apertura o cerrazón ante los cambios en la sociedad y en el mundo... 

Los tories ya no son el partido de la estabilidad, la tradición, el orden y el sentido común para jugárselo todo en el casino del Brexit, incluida la economía. Parecen entregados a una especie de creación destructiva, como un artista alucinado, sin disciplina, sin filosofía, sin valores. En los dos últimos sondeos de cara a unas elecciones generales, en uno ganarían los liberales demócratas y en el otro Nigel Farage. El bipartidismo corre peligro mortal.  (...)

Pero si las diferencias son culturales e identitarias, de actitud hacia la vida, todo compromiso es imposible, como resulta ahora el caso. No hacía falta que viniera Trump metiendo cizaña para que los británicos estén divididos casi a partes iguales entre los pro y anti Brexit, los pro y anti inmigración, bodas gay, pena de muerte, sentencias más severas... Las soluciones de consenso se alejan cada vez más en el horizonte, lo mismo que la gobernabilidad.

 Trump ha repartido su cianuro en un país que es importante pero se cree más importante de lo que es, donde una parte de la población cree que puede reeditar el Imperio una vez rotas las cadenas con la UE, con una primera ministra (May) que quería ser Thatcher y no lo ha conseguido, y un posible sucesor (Boris Johnson) que se cree Winston Churchill. Y como estrella invitada, Nigel Farage. En cualquier caso, la víctima ya se había envenenado a sí misma."                  (Rafael Ramos, La Vanguardia, 05/06/19)

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